2 - Él regresó

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Sonreí, fue una sonrisa pequeña pero sincera, él hizo lo mismo. Salí del pequeño espacio y me puse frente a Matteo, el me veía como si no creyese lo que sus ojos–tan hermosos–veían.

Él era el mismo, pero estaba más trabajado, ahora tenia grandes músculos.

—Cuanto tiempo—dijo, y yo sonreí otra vez y asentí con la cabeza—. Veo que cambiaste.

Y sí, un poco. El tiempo me hizo olvidarme de la niña mal vestida de mil colores para entrar al mundo de la moda de tonos neutros y casuales, después de todo ya no era la Luna de hace siete años, era una completamente diferente; con dos hijos.

—Un poco—respondí.

No había nada de que hablar–o posiblemente sí, pero no–el silencio era incómodo, realmente incómodo, no sabía que decir.

Tenerlo frente a mí era tan; ¡O por Dios!

—Te vez muy bien, Luna.

Volver a escuchar mi nombre salir de sus labios era tan placentero, me sentía en casa. Pero al mismo tiempo me sentía tan alejada de ello, él estaba casado, él tenía una familia y no era conmigo.

—Gracias—respondí—. ¿Como está Emilia?— y exactamente eso, tuve que preguntar.

—Ella esta muy bien.

—Me alegro mucho—era verdad—. ¿Y su hij...

«Oh cielo, maldito celular».

—Perdón—dije y ví la pantalla de mi celular. En eso lo recordé ¡Michel!—. Me encantaría seguir hablando contigo, pero me tengo que ir—dije y entré nuevamente al ascensor—. Hablamos pronto, Matteo.

Y así baje hasta el último piso, tome mi auto y fui hasta el lugar donde Michel me había citado.

—Hola—dijo él cuando llegue—. Pensé que lo habías olvidado.

—¿Qué? Claro que no— «Oh, claro que sí»—. Ya sabes, la empresa.

—Te entiendo— «Claro que no lo haces».

Yo sonreí.

—¿Que van a ordenar?—preguntó una chica, que sonrió ampliamente y abrió los ojos cuándo me vió—. Luna Benson—dijo en un chillido de voz—. Dame tu autógrafo por favor.

Sonreí y lo hice, luego pedimos y esta se fue, sin antes pedirle que por favor no diga nada que estoy acá.

Después de charlar un rato, él dijo—; Supongo que ya estás enterada.

—¿De qué?—pregunté.

—Que—él desvió la mirada—. Que Matteo Balsano esta de vuelta.

—¿Enserio?—pregunté fingiendo desinterés, después de todo eso lo sabía desde hace tres días, cuándo ni siquiera había tomado su avión a Buenos Aires—. Sabía que regresaría por su gira, ya sabes una de las empresas se encarga de la publicidad, la página de control de boletos, la arena y la iluminación que no puede ser llevada a todos los lugares—expliqué—. Pero no sabía que ya estaba pisando estos suelos otra vez—mentí.

—Imagine que él ya estaba en la empresa, y que por eso tardaste...

—Claro que no— «Imaginas bien. Luna, estas mintiendo mucho»—. Oye, parece ser que te molesta el retorno de Matteo.

—No—dijo, pero parecía no muy convencido—. Un poco, pues... ya sabes.

—No, no sé.

—Pues llevo cuatro años conquistándote, cuatro años luchando para que aceptes estar en una relación formal conmigo y... Vos estuviste enamorada de Matteo, solamente tengo miedo que el baje todo lo que e avanzado con vos, y terminen juntos otra vez.

Yo reí, tratando de contenerme.

—Michel—dije—. Matteo esta casado con Emilia, tienen un hijo y yo tengo los míos—aquí recordé que Michel no sabe que Matteo es el padre de mis hijos.

Su rostro reflejo calma, y no es que piense aceptar a Michel, solamente no me gusta verlo preocupado.

Después de desayunar, regresé a la empresa. Subí a mi oficina, y ahí estaba sentada Ámbar, en mi silla, esperándome como si fuese mi jefa y yo hice algo malo.

—Eres Christina Grey o ¿Por qué me miras así?—deje mi bolsa—. No podrás seducirme.

—La única forma de seducirte es borracha, luego te dejan con dos hijos hermosos—dijo ella, y no supe si reír o partirle la perfecta cara que tenia.

—¿Que quieres? Si estás acá, es por algo.

—Te ví, hablar con Matteo.

—Y no hablamos de cosas interesantes, nada importante si eso querías saber—dije—. Lo dejé porque estaba olvidando que...

—Que quedaste de almorzar con Michel, pobrecito—dijo y se puso de pie—. Siempre lo olvidas.

—Oh, vamos Ámbar...—me quejé—. No puedo querer a alguien a fuerzas.

—Al menos deja de ilusionarlo al pobrecito—dijo—. Está demasiado esperanzado con vos, ¿Ya sabe que Matteo es el padre de tus hijos?—preguntó—. Ya sé, No.

—Tú, y solamente tu—la señale—. Le metiste en la cabezota que Sol y Matías son producto de una incriminación artificial ¿Para qué? Para que no se detuviese en el proceso de conquistarme al saber que tenía dos hijos que me amarraban a Matteo Balsano—grité—. ¿Y vienes a pedirme que no le mienta? Bótate a la mierda Smith.

Ella empezó a reír.

—Es la cosa más estúpida que eh dicho en mi vida—no paraba de reírse—. ¡Estaba loca!

—No tan loca, como cuando te hiciste novia de Benicio—dije, y ella me mató con la mirada.

—Que graciosa que sos—dijo ella—. Y contame, ¿que tal tu cita con Michel?

—No fue una cita, sólo fuimos a desayunar.

—El fandom Luchel estaba loco con las mil y un fotografías que les hicieron, instagram estaba explotando—Ambar empezó a reír.

—Pues que mal por las Luchel porqué entre Michel y yo, no habrá n a d a—una risita se me escapó cuando recordé lo que él me había dicho—Sabes que me dijo...

—¡Cuéntame!

—Que si ahora con la llegada de... Matteo—«se escuchaba tan bonito»—. Todo el esfuerzo que había hecho por tanto tiempo se iba ir a la mierda, teme que entre Matteo y yo pase algo, otra vez.

—Cualquiera lo pensaría Luna—giré a verla sin entenderla—. Incluso yo lo pienso.

—Ámbar, sabes que no hay forma de que eso ocurra.

—Luna—dijo.

—Esta con Emi...

—¡Nina también estaba con Eric, tienen una hija! Pero siempre amo a Gaston—gritó la rubia—. ¿Y qué pasó, cuándo Gaston regresó?

—Volvió con él y por eso existe Georgia—dije.

—Vos tienes dos hijos—dijo ella—. Dos hijos con él, dos hijos de Matteo Balsano.

—Creó que esta es una conversación innecesaria.

—Respóndeme una sola cosa—dijo.

«Acá va ya, maldita»

rodé los ojos—. ¿Qué?

—¿Aún amas a Matteo?

«Que la tierra se habrá y me tragué, por favor».

1 | Todo lo hice por ti Where stories live. Discover now