46 - Te eche de menos

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—Están completamente seguros que no esta ese tipo dentro de la casa—dije molesta.

—Completamente seguros señorita Luna, las cámaras también captaron como salió de la puerta principal—dijeron, yo asentí.

—¡Cómo es posible que este tipo este entrando a cada rato! ¿Y las llaves? ¿Y las cámaras? ¡Diablos que esta pasando!—gritó Ámbar.

Simón se acercó a calmarla.

—Pueden explicar porque este tipo entra y nadie se da cuenta—dijo Flor—. Tenemos niños en la casa, es peligroso esto.

—¿Ya había ocurrido esto?—preguntó Livia preocupada.

Genial, mi hermano recién llegaba a vivir con nosotros y la peor de la puñaladas llevó como bienvenida.

—Son veinticinco hombres de seguridad que no pueden con uno solo—dijo mi padre—. Lo que me preocupa de esto son mis nietos, Alexis, Sol, Matías, Theo, ¡SOLO SON NIÑOS!

Después de algunos arreglos más, la inseguridad se sentía. Daño a mí no quería hacerme, claro quedó.

—No es posible que no me sienta seguro, ni en mi propia casa—dijo mi abuelo, yo me acerque a él y trate de calmarlo.

Los días pasaron muy temerosos, en realidad todos en la casa tenían de que de un momento a otro ese tipo volviese aparecer, sin embargo yo me calmaba un poco el hecho de que aún teniéndome frente a él sin nadie más y sin escapatoria, el no me hizo nada y decidió salir corriendo. Todos tratamos de calmar a los niños diciéndole que todo estaba bien, pero no fue tan fácil mentirles pues ya no son niños de cuatro años.

Estoy terminando de ver las invitaciones para el cumpleaños de Sol y Matías que es dentro de dos semanas, tarde en aceptar que esta fiesta se hiciera por el mal momento que está pasando la familia, sigo pensando que es demasiado riesgoso tener una fiesta llena de personas importantes, niños y que ocurra una verdadera desgracia. Sin embargo la parte donde la mansión estará cubierta por personal de seguridad me calmó un poco.

—No no, no guarden el auto aún por favor—dije recordando que tenía que ir a la empresa—. Bajo en un momento.

Subí y deje las cosas que traía, me encontré a mi hija bajando las escaleras y me sonrió de una forma fingida, al parecer no se sentía bien.

—¿Pasa algo?—pregunté.

—No, estaba dormida—sonrió.

—Sol, después no puedes dormir en la noche—dije.

—Solo dormí un rato, los chicos no dejaban de gritar jugando el Xbox.

—Me alegra—dije—. ¿Me acompañas?—pregunté.

—¿A dónde?—preguntó.

—A la empresa.

—Zoe vendrá, la tía Jim quedó de traerla junto a Rachel—dijo.

—¿Pijamada? ¿Por qué no me avisaste?

—Fue idea de la abuela—dijo.

No dije nada, sabía que mi madre lo había hecho con la intención de distraer a Sol. Los niños solos se divierten, Alex, Matías, Theo y Dustin eran un equipo que nadie detenía.

—¿Ya pediste que prepararan algo?—dije—. ¿En tu habitación no?

Ella negó.

—En mi casa del árbol—dijo.

—No crees que es mejor en tu habitación.

—Mamá, tenemos a más de veinte hombres cuidando la casa. El tipo no bajará del árbol, además la abuela estará ahí.

Asentí sin más.

—¿Entonces no me acompañas?—pregunté.

Ella negó.

—Gracias—dije sarcásticamente.

Baje hasta el auto y entonces mi celular vibró, era un mensaje de Matteo que de inmediato respondí.

Guarde el celular y empecé a conducir, puse algo de música mientras llegaba y me asegure de tener aseguradas las puertas del auto

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Guarde el celular y empecé a conducir, puse algo de música mientras llegaba y me asegure de tener aseguradas las puertas del auto.

Tenía que hacer esto rápido, la noche estaba por caer y debía convencer a las niñas que mejor hiciesen la pijamada en la habitación de juegos, pues en la habitación de Sol también estaría Matías. Sol tiene razón, tenemos a muchos cuerpos de seguridad rodeando la casa pero no dejaba de tener miedo.

—Señorita Luna, buenas tardes. Los documentos ya se encuentran sellados en su oficina—dijo Andrea cuando entre.

¿Cómo sabían?

—El joven Balsano habló hace unas horas.

Oh. Ahora entiendo.

—¿Necesita algo más?

—No Andy, esta todo bien.

Dije y entre al elevador, entre a mi oficina y recogí los documentos, había personal trabajando aún entonces decidí hacer la trasferencia de una buena vez. Me tomo algunos minutos y entonces alguien entró sin avisar y sin tocar.

Era Michel.

Ya regresó.

—¡Luna!—dijo.

Yo no dije nada, no podía decir que me alegraba verlo o que lo extrañe desde que se fue, no nada.

—Hola—dije sin entusiasmo.

El se acercó y me dió un abrazó.

—¿Cómo has estado?—preguntó.

—Muy bien—respondí—. ¿Cómo sabías que estaba acá?—pregunté.

—Iba yendo a la mansión cuando ví tu auto salir—dijo—. Espero no te moleste.

Negué con la cabeza.

Hablamos unos segundos para luego seguir haciendo la transferencia, pero algo me llamó la atención en él, entonces me puse de píe, me acerqué a él y tomé su mano.

La levante tomadola con ambas manos y ví sus ojos.

—¿Que te ha pasado?—pregunté.

Pues se veía demasiado feo, cómo si algún animal lo hubiese mordido.

—Un accidente cuando pasaba por Londres—dijo.

Me acerqué más para poder verlo bien, lo veía de un lado a otro y era verdaderamente desagradable. No me dí cuenta de lo cerca que estaba ciando levanté la mirada y su rostro estaba tan cerca del mío, su nariz y mi nariz rosaban, y sus labios se acercaban a mi.

Te eche de menos—me susurró.

Solté inmediatamente su mano y me alejé de él cuando lo escuché.

—Luna.

Era Matteo.

1 | Todo lo hice por ti حيث تعيش القصص. اكتشف الآن