1 | Todo lo hice por ti

20 - Te extrañé

Sus ojos se clavaron con los míos, el me sostenía de las piernas y su tacto era completamente impresionante.

Jure jamás volver a sentir esto, pero creó que jamás dejaré de sentirlo cuando este con él.

Sus besos bajaron hasta mi cuello, apreté los labios para no gemir, tiré de su sedoso cabello y mientras me besaba bajaba sus manos hasta el borde de mi braga, lentamente se fue deshaciendo de ella y mi sistema no podía más.

Necesitaba de él ahora.

Lo l jale del cuello y empecé a besarlo nuevamente, esta vez más apasionadamente, tenía en mente que mis bragas estaban más abajo, y podía tener contacto fácil con mi intimidad.

—¡Matteo!—gemí cuando sentí como acariciaba mi pierna y cada vez se acercaba más y más a mi punto.

—¿Queres qué pare?—me preguntó al oído y me mordió la oreja.

«De esa forma aunque quisiera no pudiese detenerme».

No, no.  No quería que se detuviera.

—Tomaré tu silencio cómo un no.

Dijo él.

Enloquecía cada vez más, cada que sus caricias se acercaban a mi.

Sabía que ya estaba mojada, me sentía húmeda. Maldito Matteo, debería odiarlo por hacerme tan vulnerable.

Quería saltar de acá, moverme, me sentía demasiada necesitada de él justo ahora, necesito de él más que nunca.

Y entonces lo sentí.

Recargue mi cabeza atrás recargándola de la puerta y me mordí los labios pero también gemí.

Me estaba tocando, Matteo me estaba tocando.

—Estás tan húmeda—susurro y clavó dos de sus dedos en mí.

—¡Cielos!—gemí cuando sentí que estaba cada vez moviendo más sus dedos.

¡Maldita sea, se sentía tan bien!

Me movía como un gusano de seguro, la sensación era única, su respiración en mi cuerpo y besando mi cuello solamente lograban que cada vez quisiese más. Quería besarlo, deshacer parte de mis ganas ahí, en sus labios.

Tome nuevamente su cuello pero cuando lo quise besar, el se volteó y reconocí esa sonrisa.

Esa sonrisa significaba que era mi momento de sufrir. Significaba que me excitaría a morir y tardaría en complacerme.

¡Es el peor de los martirios! Lo juro.

Clave mis uña en sus hombros cómo muestra de enojo, pero solamente logré que enterrara un dedo más en mí.

Ahora sentí un poco de dolor, del cual gemí y no sabía si sonó cómo gemido, o cómo gruñido.  Pero después solamente se volvió placer, y placer. Pero eso estaba aburriendo, me sistema pedía más.

No sentí cómo pero de pronto me despegué de la puerta y ahora mi espalda descansaba en el suave colchón de mi cama, pero el tenía mis piernas levantadas. Lentamente bajó mis piernas y yo me adentré más a la cama, me puse de rodilla y me acerqué a él, besé sus labios con calma.

Ahora era mi turno.

Puse ambas manos en su pecho, y empecé a desabrochar su camisa lentamente, botón por botón, y el beso lento. Note que se estaba aguantando porqué su cuerpo se erizó, el me ayudo y por fin se deshizo de la camisa.

Sentí cómo sus manos ahora estaban en mi trasero, y jugaba con mi bata de dormir, jalo el cordón de esta y luego yo misma me la quite, quedé solamente con mi pijama, que también era una bata, muy corta. Acariciaba mi trasero, y yo bajaba mi otra mano para encontrarme con un bulto que cubría el pantalón, cuándo sintió que ya había llegado, sonrió y me apretó las nalgas, yo acaricié a lo que había debajo el pantalón.

Volví a besarlo, mientras me deshacía del cinturón el seguía jugando con mi trasero. Luego desabroché su pantalón y me incline un poco para bajarlo, ahora solamente una tela delgada me impedía ver lo que me esperaba.

Metí mis pulgares a los lados y lentamente lo bajé.

Entonces lo ví, estaba tan recto y tan grande para mí. Solamente para mí.

Sentí cómo de pronto me alzó la bata, se quitó por completo lo que tenía y los dos estábamos cómo Dios nos trajo al mundo. También sentí cómo me empujó y se encimó en mí.

No podía seguir deteniéndolo, no si eso implicaba detenerme a mi también. Entonces jale su cuello y empecé a besarlo, el me siguió, con una mano acarició mi pierna y quise entender que me indicó que abriera un poco las piernas.

Y yo muy obediente así lo hice. 

Estaba disfrutando tanto el besó, jugaba con sus cabellos, sentí cómo algo se pegó a mí intimidad, y buscaba el lugar perfecto, y entonces pasó.

Sentí cómo Matteo se introdujo en mí y lentamente empezó a moverse, deje de besarlo pues la misma sensación hizo que me arqueara llevando mi cabeza atrás, dejando a su merced mis senos a Matteo.

Sentí que iba a morir cuando sentí la fría lengua de Matteo lamer uno de mis senos, cómo empezó a jugarlo y a morderlo, así hizo también con el otro.

Su rostro avisaba que estaba por venirse, y eso me alertó.

—Matteo...

Susurré su nombre, pero el solamente se movía más.

Gemía y gemía, tenía razón. Era imposible parar.

Su movimiento fue más rápido.

—¡Sigue!—grité, y el lo hizo.

—Tengo que detenerme—dijo él—. No tengo preservativo—si voz agitada me mataba.

No, no quería que parara.

—¡No pares!—dije, y su movimiento se fue alentando.

¡Maldita sea!

—¡Matteo!—dije–. No, por favor.

Entonces volvió a su ritmo, y yo no dejaba de decir palabras en mil idiomas que tal vez ni siquiera existen.

—Luna, teng...—no podía hablar—. Luna, tengo que detener...—el parecía agitado—. ¡Luna!—dijo en un tono totalmente excitante.

Entonces también lo había sentido, él está deshecho dentro de mí, no había logrado detenerlo.

Estaba por parar, pero me levante un poco y lo bese de una manera salvaje que indicó que siguiese, y volvió a hacer sus movimientos, pero ahora más lento.

Ya era demasiado, sentía que era demasiado ya. Entonces el salió de mí y se acosto a mi lado.

—Perdón—dijo él—. No logré detenerme.

Yo sonreí.

—No te preocupes, tomaré la píldora del día siguiente y ya—le dí un beso en los labios, y ambos nos acomodamos para dormir.

El enrolló su brazo en mi cintura y la sedosa sabana nos cubría.

—Te extrañé—susurró él.

—Te extrañé más—respondí.

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Bueno 😂 el intento hice (lo mío no son esas escenas, no se bien cómo describir todo eso. Pero ya hacía falta) además ustedes lo pidieron 😂. ¡Hice lo que pude joder! 

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