3 - Ella no

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Después de un silencio incómodo, observé fijamente a Ambar.

«Oh, querida prima».

—Te responderé eso—dije y le sonreí, ella hizo lo mismo esperando mi respuesta—. Pero hoy no.

Su rostro era de reírse.

—¡Luna!—dijo, empecé a reír—. No huyas de tus problemas Lunita, sabes que no podrás salvarte tan fácil.

—No sigas que me estás atormentado, me estoy muriendo del miedo y creó que terminaré suicidándome—dije y encendí el movil—. ¡Para con tus cosas!

Ámbar río y caminó hasta la gran ventana de cristal, bajo la mirada y levantó ambas cejas.

—¡Vaya vida, Matteo!—dijo y sin poder evitarlo me puse a su lado.

Era Matteo saliendo de Benson Enterprises, aunque a esta altura eran casi unas hormigas él y las mil cámaras que tenían en frente, pude notar como él sonreía y trataba de ser lo más amable posible, pero a un lado enganchada de la mano de él; iba ella.

Emilia con su sonrisa, era la misma. El mismo corte, el mismo tono de pelo, el mismo labial oscuro. Eso sí, su atuendo era más formal, ya no era la chica de diecinueve años que se encargaba de hacerle la vida imposible a los loser como ella decía. Ahora era una madre de veinticinco años, más madura–creó–y esposa de la estrella del momento.

Y pensar que literalmente tiene todo eso, gracias a mí. Gracias a mi estupidez de no hablar con Matteo.

—Se ven tan felices—dije, y me dolió decir eso, me duele saber que Matteo es feliz con alguien que no soy yo «Así de egoísta y estúpida soy con Matteo».

—Claro que no—dijo ella—. ¿Olvidas que Matteo fue mi novio? Desde ahí se cuando eran los momentos donde fingía "felicidad" y ahí es uno de ellos.

Yo empecé a reír.

—Estas loca, Ámbar—dije, pero trate de creer lo que decía—. ¿Por qué dices eso?

—Por qué era la puta cara que tenía siempre cuando estaba conmigo—dijo y gruñó, yo reí—. Solamente lo ví feliz todas las malditas veces que te veía a vos.

—No empieces diciendo que Matteo aún me quiere a mí, porque terminarás fuera de mi oficina.

Ámbar empezó a reír.

—¡Joder! ¡¿Es enserio?!—dijo Ámbar en un gritó.

Oh my good—dije y empezamos a reír.

Matteo solamente subió a Emilia a la camioneta y empezó a subir los escalones para volver a la empresa.

Joder, eso si es ser exagerado.

—Tengo que ir a mi oficina—dijo Ámbar alejándose a la puerta.

—Bien.

Dijo y salió de ahí.

Dos toques en la misma puerta hicieron que bufara y caminara hasta esa puerta.

«Ámbar, Ámbar».

—Mírame a los ojos y decime que no amas a Matteo.

Era ella parada en la puerta.

—A la mierda Ámbar—dije y cerré la puerta.

1 | Todo lo hice por ti Место, где живут истории. Откройте их для себя