C A P I T U L O 1

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C A P I T U L O 1

Esperaba apurando las últimas caladas de aquel cigarro que estaba durando más de lo que pensaba. Armand me sonreía, de hecho nunca dejaba de hacerlo, era como mi niñera y siempre estaba pendiente de que estuviera bien. Jamás se lo he dicho, pero hay días en que agradezco al cielo tenerle cerca de mí.

Y cuando aquellas puertas se abrieron supe que realmente estaba en casa cuando la vi correr hacía mí. Lloraba y se abrazaba fuerte a mí, gritaba todo el rato y me obligaba a darle un beso.

- Apestas a tabaco Luichi, ya podrías haberlo dejado.

- Noe – le dije con tono bromista – yo también te he echado mucho de menos. Necesitaba ese cigarro y lo sabes.

- ¿Cómo estás? Deja que te vea – dijo separándome un poco de sus brazos – estás to' tocho ¿eh? – apretando mis brazos.

- Estoy muy nervioso.

- ¿Por ellos o por revivir todo? – se interesó.

- Por ambas cosas.

- Todo saldrá bien Luis, les encantas. Llevan esperándote desde el día que entraron. Son un poco niñatillos y sinvergüenzas pero son buena gente – se agarró de mi brazo obligándome a andar con ella – no tienen nada que ver con vosotros, vosotros erais... no sé, - se paró – todo era tan diferente con vosotros.

- ¿Estás melancólica eh?

- ¡Qué tonto eres! – dijo golpeando mi brazo derecho.

- ¿Y de que les hablo? Sabes que no soy muy gracioso, no tengo grandes historias que contar – mientras entrábamos en el montacargas.

- Luis – se paró ante mí. Pocas personas me llamaban Luis, ella era una de ellas – tienes muchas cosas que contarles, eres la envidia de todos los que están ahí dentro ahora mismo, todo te ha ido genial, lo estás petando y en el fondo ellos solo quieren saber que cuando salgan de ahí todo va a salir bien.

- Bueno todo no me ha ido tan bien – bajé mi rostro que ella levantó con su mano por mi barbilla.

- ¿Ah no? Pues nadie lo diría chico, estás que lo rompes – me dijo guiñando un ojo – mira Luis, se tú mismo, háblales de lo que más te gusta en el mundo, háblales de música. Contágiales tu amor a este mundo. Recuérdales porque nos dedicamos a esto. Hazles partícipes de todas esas cosas que están tan bien muebladas en esa cabecita.

El sonido que hizo aquel montacargas al detenerse me hizo saltar del susto, al abrir sus puertas delante de mí, las oficinas donde Vivian durante los meses de programa, las personas que hacían todo lo posible para que nosotros estuviéramos bien. Algunas caras me sonaban, otras debían ser nuevas y había algunas otras que reconocía a la perfección y se acercaban corriendo hacia mí, mis antiguos profesores.

Muchos besos y promesas de vernos pronto después, estaba subiendo las escaleras hasta darme de frente con la puerta de la academia. Espera un momento, me dijo Noe. Desde fuera escuchaba como les llamaba al salón, a los que faltaban porque seguía hablando con alguno desde más cerca, creo que se trataba de Miki. Durante días había hecho una ardua tarea en recordar cada uno de sus nombres, de donde eran y más o menos a que se dedican antes de esto. Después de muchos ruidos y risas de chicas en su mayoría, Noe empezó a hablar.

"Sabéis que hoy tenéis visita y aunque sé que os hará mucha ilusión y aprovecharéis muy bien sus consejos, en parte estoy celosa de compartir a la persona que hoy viene con vosotros. No quería porque él es especial y quería conservar todo su encanto. Pero sé que sería muy egoísta por mi parte el negar que conozcáis a la gran persona que hoy me acompaña. Espero que le tratéis bien y sepáis apreciar su talento tanto musical como humano, voy a buscarle"

· somos lo que soñamos ser ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora