C A P I T U L O 7

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C A P I T U L O 7

Dos semanas después de dar por finalizados los conciertos y entrando en año nuevo, detuve mi coche delante del portar de su casa.

Habíamos pasado dos semanas sin vernos, cada uno con nuestros familiares disfrutando de los últimos pistoletazos de na Navidad, pero habíamos hablado todo el tiempo y al volver yo de Orense, había sido ella la que había insistido en que nos viéramos. Me gustaba esa iniciativa que había empezado a desarrollar porque sentía que no era yo el que me estaba colgando de alguien sin recibir nada a cambio.

Quité las llaves del contacto del coche y revisé mi móvil antes de salir. Un mensaje de mi madre diciendo avisándome de mi nuevo puesto en las listas de ventas, uno de Miquel recordándome los nuevos conciertos, mensajes en el chat común de OT y uno de ella desesperada por que llegara. Sonreí achinando los ojos y salí del coche.

- ¡Voy! – escuché desde el otro lado de la puerta. - ¡Luis! – gritó enganchándose a mi cuello – prohibido estar tantos días sin vernos.

- Al final te vas a enamorar de mí – bromeé.

- ¡No te flipes! – cerrando la puerta tras de mí.

- ¿Estas cocinando? – pregunté por el olor impregnado por todo el piso.

- No me apetecía salir por ahí y me he puesto a cocinar, así podemos estar tranquilitos contándonos cosas de las vacaciones.

- ¿Una cita romántica? – solté una carcajada.

- ¡Que no hombre! Prometo no poner velas – me acerqué y la cogí por la cintura.

- ¡Ojalá fuera una cena romántica! – besé su nariz y ella sonrió – Ojalá poder decirte todos los días que te quiero, que eres fantástica. Que me has cambiado la vida. Y salir a pasear de la mano – ahora besé sus labios - ¡Qué lástima que seamos solo amigos!

- Shuu – me calló con su dedo índice posado en mis labios. – igual me podría pensar eso de ser algo más que amigos – dijo susurrándome al oído.

Me abalancé definitivamente hacía ella y a ella le pareció bien porque no opuso resistencia al contrario, de un impulso se acomodó en mis caderas y yo la apreté fuerte contra mi pecho y respiré fuerte su aroma, ese aroma que no había podido quitar de mis fosas nasales desde que lo probé por primera vez.

Lamí y mordí su cuello al mismo tiempo que ella se moría de la risa y revoloteaba encima de mí hasta hacerme caer con ella encima sobre el sofá que quedaba en el centro de su salón.

- ¿Lo has pasado bien? – preguntó intentando apartarme de su cuello.

- Mmmm – gruñí.

- ¡Luis! – me dijo al mismo tiempo que una de sus manos golpeaba uno de mis hombros – ahora lo estoy pasando mejor – sonrió.

- ¿Hay algo que deba saber aparte de eso? – preguntó dubitativa.

- Nada. Ya lo sabes todo – dije continuando por deshacerme de su jersey.

- ¿Seguro? – continuó.

- ¿Hay algo que quieras preguntar? Lo digo porque así puedo saber por dónde vas y aclarar todas las dudas que tengas. – me miró fijamente. Ella y su sujetador de lencero blanco, mi favorito, parecía que me estaba esperando.

· somos lo que soñamos ser ·Où les histoires vivent. Découvrez maintenant