C A P I T U L O 5

557 22 9
                                    

C A P I T U L O 5

Aquel miércoles me desperté con el sonido persistente de mi teléfono móvil. Toqué al otro lado de la cama aún con los ojos cerrados en busca de su calor pero la realidad era bien distinta.

No estaba, se había ido. Me había abandonado en mitad de la noche sin enterarme ni cómo ni cuándo fue. Me incorporé achinando los ojos y pensando si me había enterado pero lo olvidé, si había tenido algún sueño que parecía real... pero nada. Ni siquiera una nota dándome los buenos días...

- Mikel... estaba durmiendo. – contesté con desgana.

- Pues sí que se te han pegado las sábanas hoy. Luis son las once – me anunció desde el otro lado de la línea.

- Tampoco tengo mucho que hacer hoy.

- ¿Qué pasa trasnochamos mucho ayer? – pregunto sonriente.

- Solo un poco – le informé

- Espero que no estés con mucha resaca.

- No, la verdad es que de eso no tengo nada.

- Bueno, arréglatelas como puedas. Recuerda que tienes que estar en casa de David a las 16h ¿recuerdas?

- ¡Pues claro! ¿Enserio me llamas para recordarme que tengo que ir a ver a David? ¡Es lo que hago casi todos los días Mikel!

- ¡No idiota! Yo no te llamo por eso. Sales a Barcelona mañana por la mañana ¿enserio no quieres que te acompañe?

- ¿A Barcelona? – pregunté confuso.

- La gira, bueno mejor dicho el cierre de gira ¿lo recuerdas no?

- Se me había olvidado por completo.

- ¡Menuda cabeza la tuya! ¿Te acompaño?

- No creo que haga falta Mikel, se arreglármelas por mí solo.

- No te metas en líos.

- ¡Que no!

- ¡Escúchame! respira hondo, muy hondo. Cuenta hasta mil si es necesario. Y piensa que son dos días y todo habrá terminado. No tendrás que volverla a ver si tú no quieres.

- Gracias Mikel, no sé qué haría sin ti.

- Te quiero tío. – dijo despidiéndose.

- Y yo – le respondí antes de colgar el teléfono.

Colgué el teléfono y comprobé las notificaciones. Me sonó el aviso del concierto anoche pero, estaba demasiado ocupado, aunque ahora no había ni rastro de ella. Era como si se hubiese volatilizado. Entré en su chat y nada. Ni un mísero mensaje diciéndome que se había ido.

Decidí tomar las riendas de la situación y fui yo el que decidió mandarle un mensaje; "Hola pequeño saltamontes, esta mañana esperaba despertar con tus ojeras hinchadas al lado pero se ve que tenías cosas que hacer. ¿Va todo bien?"

Y nada... no supe nada más de ella.

Llegué a casa de David a las cuatro, puntual, tal y como le había prometido a Mikel. Teníamos trabajo por delante y cuando yo tenía trabajo todo a mí alrededor pasaba a un segundo plano, ya habría tiempo más tarde.

· somos lo que soñamos ser ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora