C A P I T U L O 6

520 21 6
                                    

C A P I T U L O 6

Los viajes en Ave siempre han sido un aburrimiento para mí. Aunque en frente tuviera al gracioso de mi mejor amigo que no callaba ni un momento.

Este viaje era distinto. Me sentía distinto. Iba a verla. A reencontrarme con ella, a sentir al estar a su lado y no sé cómo iba a reaccionar. No era lo mismo que saludarla de lejos o mantener una conversación aburrida por WhatsApp. Tenía que convivir de nuevo con ella, compartir comidas, ensayos y escenario y cantar, por última vez, nuestra canción, aquella que nos regalaron en la primera gala y que tantos sentimientos descubrió.

- ¿Estás bien tío?- preguntó mi fiel amigo levantando su vista de su teléfono móvil.

- ¿Eh? – no tenía ni idea de lo que me había dicho.

- ¿Quieres hablar de algo?

- Tranquilo – le sonreí – estoy bien.

- ¿Sabes que no voy a dejarte solo, verdad?

- Enserio Roi, no es necesario. – le hice saber rozando amigablemente una de sus piernas.

- ¿Qué vas a hacer cuando la veas? – preguntó de nuevo.

- Ya la he visto más veces. – me excusé.

- Cepeda...

- Me gustaría al menos tener un trato cordial con ella. Además ella está conociendo a alguien ¿no? Tampoco creo que quiera hablar mucho conmigo.

- Luis es Aitana, y sé cómo se pone cuando te tiene delante.

- No vayas por ahí porque al final vas a conseguir que me cabree antes de llegar. Ni se me pasa por la cabeza.

- Bueno dicen que donde hubo fuego...

- Pues aquí el fuego se ha extinguido. Por mi bien y por el suyo.

- ¡Lo que tú digas! – me dijo con desgana.

- Exacto lo que yo digo es – respondí medio enfurecido. – Yo ahora no estoy pensando en eso.

- ¿Cómo? – se quitó los cascos y se me quedó mirando - ¿Acaso estás conociendo a alguien? ¿Hay algo que no me has contado?

- No hay nada que no te haya contado Roi. Créeme que si hay algo que contar, serás el primero en enterarte.

- Eso espero – respondió sin quedar muy satisfecho con mis palabras.

Cuando el taxi se detuvo, después de anunciarnos que habíamos llegado a nuestro hotel, las piernas empezaron a fallarme. No podía creerlo pero estaba nervioso, más que nervioso asustado. Habían pasado algunos meses desde que nos habíamos visto por última vez y no sabía cómo íbamos a reaccionar al vernos. Sabía que no íbamos a tirarnos los trastos a la cabeza, éramos adultos, al menos yo, pero la situación era cuanto menos extraña. Agoney y Raoul no se hablaban. Amaia no quería coincidir con Alfred. Pero Alfred quería hablar con ella a toda costa. Thalia estaba algo molesta con el grupo. Ricky y Roaul apenas se hablaban igual que Miriam y Mireya. Y nosotros... nosotros vivíamos en una constante bomba de relojería que podía estallar en cualquier momento.

Y esta vez, maldije a mi suerte. Esa que siempre me había acompañado a lo largo de mi vida y que ahora había decidido dejarme de lado cuando al pasar la puerta giratoria del hotel, arrastrando nuestras maletas, me di de frente con ella de pie en el mostrador de recepción.

· somos lo que soñamos ser ·Kde žijí příběhy. Začni objevovat