C A P I T U L O 19

452 27 9
                                    

C A P I T U L O 19

La luz de las estrellas empezaba a iluminar los grandes ventanales de casa de mis padres, estaba preciosa a esas horas, cuando empezaba a anochecer. Aprovechando que ella continuaba dormida en aquel sofá después de ver una película, la tapé con una manta y aproveché para meterme en la ducha.

- Podrías haberme avisado – dijo colándose por el umbral de la puerta del baño y frotando aun sus ojos que luchaban por despertar al fin.

- Estabas demasiado preciosa y no quería molestarte – dije acabando de enroscar una toalla en mi cintura y besando su frente, ella sonrió.

- Me encantan estos momentos – enroscándose en mi cintura – echaba de menos esto, la rutina.

- Hay gente que dice que la rutina es aburrida – le informé besando esta vez su cabeza.

- Esa gente no sabe lo que es compartirla contigo – me respondió.

- Anda – di un pequeño golpe en su trasero – mimosa tira para la ducha que aún llegamos tarde.

- ¿Te pondrás corbata no? – preguntó viendo cómo me alejaba del baño.

- ¿Debería? – pregunté elevando una parte de mi boca.

- Por supuesto, quiero presumir de pareja – sonrió arrugando la nariz – anda vete que me quiero duchar tranquila.

Aproveché para ordenar un poco el salón y la cocina mientras ella secaba su media melena y maquillaba sus ojos.

La escuchaba canturrear desde el piso de abajo arriba de sus tacones que resonaban en el techo de la planta baja a medida que andaba nerviosa buscando las cosas para acabar de arreglarse. Es no me lo podía perder.

La veía bailar delante del espejo, ponía morritos y se pellizcaba las mejillas yo no podía hacer otra cosa que reír cruzado de brazos y observando la escena.

Me acerqué sigilosamente hacia ella y la abracé por la cintura. Ella sonrió suspirando.

- Estás preciosa cariño – dije besando su cuello.

- Luis, te quiero mucho ¿los sabes verdad? – dijo acariciando mis manos rodeando su cintura.

- Lo sé cariño, lo sé – nos miramos en el espejo perfectamente abrazados - ¿nos vamos?

- Espera un poco más – dijo reclinando su cabeza en mi hombro.

Aparcamos en la calle contigua a la sala donde se celebraba la nochevieja. Resopló antes de acceder a su interior, donde ya nos esperaban el resto de mis amigos, cogí fuerte su mano y le sonreí. Estábamos preparados para entrar y dar un paso más, en firme, juntos.

Estaba pletórica, la luz de la sala impactaba en su rostro y no me dejaba hacer otra cosa que mirarla. Como hablaba con mis amigos, como les encandilaba y como se los metía en el bolsillo. Parecía que habían compartido mesa toda su vida.

"Quedan diez minutos" decía uno. La gente empezaba a ponerse nerviosa con esto del final del año. La besé, nos besamos y rellenamos nuestra copa de champagne.

Y empezó la cuenta atrás....

Una,

Dos,

Tres,

Cuatro...

Hasta doce. Doce suspiros que me hacían ver lo feliz que era en esos momentos. Mi última imagen del año era su cara sonriente sin apartarme la mirada.

Y empezó el griterío. Los besos y las felicitaciones.

- Feliz Año nuevo mi amor – me dijo a la oreja.

- ¿mi amor? – pregunté con cara de extrañado apartándola para ver su cara mejor.

- Siempre serás el amor de mi vida. Mi más puro amor. El amor más sano y al que más querré en el mundo.

- Aitana ¿Qué pasa? – pregunté con ella pegada a mi cuerpo cuál koala al árbol.

- ¿Por qué no disfrutamos de esta noche? – preguntó

- Ya lo estamos haciendo cariño – besé su cabeza. Y ella se apretó más fuerte a mí – pero hay algo que me quieras decir ¿verdad?

- Luis... - con tono meloso

- Aitana... te conozco.

- Me voy – dijo bajando su cabeza.

- ¿Cómo que te vas? ¿A dónde vas? ¿Me dejas? – pregunté apartándome de ella.

- Espera, tranquilo, vamos fuera – tiró de mí hacia una de las terrazas. – quise decírtelo el otro día pero no me dejaste y ahora no sabía cómo hacerlo. Necesito que estemos bien, que disfrutemos de esta noche y de todas las que queden.

- ¿Cuándo? – pregunté con mis brazos arqueados sobre mi cintura.

- La semana que viene. Me lo propusieron hace unos meses y no sabía que ahora iba a ser tan difícil.

- ¿Cuánto tiempo?

- Indefinido.

- Te esperaré – le prometí agarrando su cara con mis manos.

- No – me respondió – no puedes estar esperándome toda la vida. Aunque no queramos verlo – acarició mi mejilla – esto siempre será igual. Jamás conseguiremos superar nuestros miedos del pasado.

- Eso no es verdad Aitana, lo estábamos haciendo.

- Luis no puedo hacerte esto, no te engañes solo hemos estado bien porque nos hemos pasado estos meses solos, disfrutando de nosotros mismos. Mereces tener a tu lado una mujer con la que poder pasear de la mano por la calle.

- Quiero ir contigo de la mano por la calle.

- No es el momento, debo irme – dijo llorando.

- Yo te voy a estar esperando siempre Aitana – levanté su cabeza y besé sus labios - ¿me has oído? Siempre.

- Yo te voy a querer siempre – dijo besándome ella y dejando correr una lágrima por su rostro.

- Al menos disfrutemos de esta noche. – le dije.

- Como la última – lamentó.

- O la primera, es Año Nuevo.

- Jamás será la última – dijo sonriendo.

- Siempre la penúltima – le recordé.

· somos lo que soñamos ser ·Where stories live. Discover now