Capitulo 12-Boom.

1.6K 82 12
                                    

Llamo al timbre de la casa y espero unos minutos a que me abra.
Son las 02:30 de la mañana, hoy ha jugado un partido y tiene que estar reventado, y para colmo voy yo y le llamo ahora al timbre despertándolo. Es que soy imbécil.
Me doy la vuelta y empiezo a andar, hasta que veo una luz aparecer situada desde mi espalda.

-¿Lexa?
Me doy la vuelta y veo a Marco sin camiseta y medio dormido. Que imagen por favor.

-Hola Marco, buenas noches ¿Te he despertado?
Yo también hago unas preguntas que para qué

-La verdad es que si, pasa no te quedes ahí fuera que hace frío.

Entro en su casa y me quito el chaquetón dejándolo encima del sofá. No sé como narices me ha dejado pasar a estas horas y después de despertarle, me llega a pasar a mi y le dejo en la calle pasando frío por haberme despertado.
Como decía mi abuelo Paco, las horas de descanso son sagradas y nadie tiene un motivo justificado para interrumpirlas, solo se pueden interrumpir si hay que ir al hospital, solo eso. No me extraña que mi abuela desconectara el teléfono y el timbre por las noches, porque cuando se levantaba en mitad de la noche por algo, al día siguiente estaba de mala ostia. Admito que eso es una cosa que he heredado de él.

Bueno, y volviendo a la realidad, que calorcito hace aquí dentro, además quieras o no, Marco sin camiseta hace que suba la temperatura de esta casa. Si me preguntan negaré lo que acabo de pensar.

Marco cierra la puerta y me señala el sofá para que nos sentemos, pero antes se pone una sudadera que tenía tirada por ahí. Mierda, maldito frío.Nos sentamos y se pone al lado mía, bosteza y me mira tierno, aunque más bien creo que con sueño.

-Bueno, ¿Que es lo que te pasa?

-Lo he dejado con mi novio.

Abre los ojos de golpe y pone una sonrisa en su cara más amplia que la del gato de Alicia en el país de las maravillas.
-¿Y eso?

-Porque me vio dándome un abrazo contigo y me dijo que estaba zorreando, y como yo no quiero a una persona así en mi vida lo dejé. ¿Y tú qué tal?

-Perfectamente-contesta sonriendo-¿Entonces lo has dejado definitivamente con él?

-Si.

-Genial, ¿Que es lo que me ibas a contar mañana? Aunque mejor dicho hoy, porque es tardísimo.

Suspiro y apoyo mi cabeza en su hombro y pongo mi mano en su otro hombro abrazandole.
-Que hay veces que no le veo sentido a mi vida por ciertas cosas que hay en ellas y que no me puedo deshacer por desgracia.

-¿Y me puedes contar alguna? Si tú quieres claro.

Me separo de él y le miro fijamente. No le puedo decir lo de la droga y las carreras, se alejaría de mi seguramente y no quiero.
-No me llevo bien con mi padre, solo le interesa el dinero y que su negocio funcione bien.

-Pues suda de él.
Que gran consejo me da, como si no fuera lo que llevo intentando años.

-Es lo que llevo haciendo los últimos tres años, pero es imposible, siempre me amenaza con echarme del bar y de casa y hacerle la vida imposible a mis amigos.

-Pues con lo de tus amigos se puede hacer algo, no se el qué pero ya se nos ocurrirá-dice tranquilo y pasa un brazo por encima de mis hombros pegándome un poco a él-Y si te echa, siempre puedes venir aquí...conmigo.

Le miro cariñosa y escondo mi cabeza en su cuello por la vergüenza que me está dando ahora mismo. Noto como Marco sonríe y ahora sí que me abraza entera.
Levanto mi cabeza y me quedo muy cerca suya, mirándonos cada uno a los ojos del otro.

-No se que me pasa contigo Marco.

-Pues yo si sé que me pasa contigo Lexandra, desde el primer día que te vi tomándonos nota en el bar y respondiéndole a Odriozola, pensé que tú tenías que ser la mujer perfecta. Y supe que mi hipótesis era correcta poco a poco por como te ponías a hablar con nosotros sin importarte quienes éramos, que mirabas hacia la barra y si no había nadie te sentabas con nosotros a hablar de lo que te molesta o simplemente a reírte un ratito. Llegué a aprobar mi hipótesis el día que nos emborrachamos jugando al yo nunca aquí sentados, tú te reias por cualquier cosa que dijera y a mi me encantaba escucharte, y me sigue encantando.

Quita un mechón de mi cara poniéndolo detrás de mi oreja y me acaricia la mejilla lentamente.
-No sé que es lo que tienes, pero no lo pierdas.

Sonrío y noto como nuestras respiraciones se empiezan a mezclar, la mía cada vez más acelerada al notarlo cada vez más cerca, mi nerviosismo aumenta más y más. Y la poca distancia que quedaba entre nosotros, Marco la acorta juntando sus labios con los míos plantandome un beso. Nada más notarlo cierro mis ojos y me dejo llevar. Nuestros labios encajan a la perfección y se mueven al compás, y yo noto que cada vez me pongo más roja. Nos separamos y cuando abro los ojos veo a Marco mirándome cariñoso y ahora soy yo quien acorta la distancia volviéndolo a besar lentamente.

Paramos y me llevo las manos a la cara por la vergüenza que me da mirarle a los ojos, a lo que Marco responde con una carcajada.

-Acaba de pasar lo que acaba de pasar, ¿Y ahora te tapas la cara?-pregunta riendo y me sienta encima de sus piernas-No seas tonta va.
Me quita las manos de la cara y me da un beso corto.

-¿Y ahora qué hacemos?-pregunto nerviosa jugando con mis manos.

Marco pone sus manos en mi cabeza y me la sube para mirarle a los ojos, a esos ojos oscuros.

-La situación es la siguiente, tú me gustas, yo creo que te gusto, ¿Que puede salir mal?

Es parte de mi vida. Marco Asensio.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant