Capitulo 31-Lo siento.

1.5K 67 6
                                    

Abro los ojos y veo los brazos de Marco rodeándome y noto su respiración calmada en mi cuello. ¿Puedo despertar así el resto de mi vida?
Ayer me quedé en su casa a dormir y una cosa llevó a la otra...y acabamos acostandonos en la cama y no durmiendo precisamente. ¿Cómo he podido estar estos cuatro meses que llevamos juntos sin hacer nada con este dios griego? Madre mía qué intenso fue todo ayer por la noche.

Giro sobre mi misma para tenerlo cara a cara. Esta guapísimo durmiendo con el pelo todo alborotado y desnudo...¿Cuando no es guapo Marco?
Empiezo a darle besos por la cara y veo como sonríe con los ojos cerrados.

-Buenos días guapa-dice con voz ronca y se despereza un poco estirándose-¿Cómo has dormido?

-Estupendamente-contesto sonriendo y le doy un beso en los labios-¿Y tú qué tal guapo?

-Firmaria sin pensármelo poder dormir y despertar así el resto de mi vida junto a ti.

Noto como mi cara se pone roja como un tomate y la escondo en el cuello de Marco. Es que a veces puede ser lo más bruto del mundo hablando y otras lo más romántico. Me encanta este chico.

Se sienta en la cama y se pone unos calzoncillos y una camiseta de manga corta. Yo me siento en el otro lado y me tapo con las sábanas mientras que cojo mi ropa como puedo.

-Oye Lexa, ponte si quieres esta camiseta mía-dice Marco sonriendo extendiéndome con su mano una camiseta-Te tapa entera y además, no tengas vergüenza, ayer me quedó muy claro como era tu cuerpo.

-¿Bajas y preparas el desayuno por favor?-pregunto muerta de la vergüenza y él suelta una carcajada.

-Vale, te espero abajo.

Sale de la habitación y yo me pongo mi ropa interior y la camiseta de Marco. Me llega hasta por debajo del culo, es perfecta. Voy un segundo al baño, termino y cojo mi móvil de la mesita y salgo de la habitación. Desde aquí ya puedo oler el olor de las tostadas...que hambre por dios.
Bajo las escaleras mientras que voy poniendole el pin a mi móvil. Tengo la costumbre de dormir con él apagado, no es la primera vez que me llaman o me llega un mensaje a las cuatro de la mañana y es una tontería. Pensé en la opción de ponerlo en silencio y ya está, pero para eso lo apago.

Llego a la cocina y veo a Marco de espaldas poniendo en un plato las tostadas, ya tiene en la isla los zumos de naranja preparados cada uno en un vasito, lo que pasa es que los ha dejado en un mismo lado, enfrente de una silla.

Lo abrazo por la espalda y apoyo mi cabeza en su hombro.

-Que buena pinta.

-¿Las tostadas o yo?-pregunta riendo y le doy un beso en la mejilla.

-Las tostadas tonto, aunque tú tampoco te quedas atrás.

-Después dices que tengo un ego que llega a la luna, pero es tu culpa por decirme lo increíble, asombroso, atractivo, perfecto, guapo, inteligente y brillante que soy cariño.

-Menos lo de inteligente, admito todo lo demás, te ha faltado decir empanado para que esté completo al cien por cien.

Nos reímos y deja el plato con las tostadas encima de la isla. Camino para sentarme en la silla de enfrente, pero me coge por la cintura y se sienta en una silla conmigo encima.

-Así estamos mejor, juntitos-dice sonriendo y le da un bocado a la tostada-Adelante, come, alimenta a tu impresionante cuerpo.

-Está bien-contesto riendo y empiezo a desayunar con él.

Veo el led de mi móvil parpadeando y voy a cogerlo, pero el señorito me frena y niega con la cabeza. Ruedo los ojos y sigo desayunando. La primera vez que comimos juntos llegamos al acuerdo de que cuando estuviéramos comiendo juntos, ninguno de los dos cogería su móvil para nada, salvo en el caso de que nos estén llamando.

Es parte de mi vida. Marco Asensio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora