Capítulo 3

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La primera semana de exámenes había comenzado y Poché estaba teniendo un poco de problemas para dividir su tiempo entre la universidad y su novia. La carga académica era mucho más pesada de lo que la peliazulada se había imaginado, estaba pasando más de 10 horas diarias en el campus y eso, lentamente, estaba acabando con ella. Los mensajes anónimos habían seguido pero no había mucho por qué preocuparse, solo eran saludos y cosas así, nada del otro mundo.

- Tú te das cuenta de que la persona detrás de esos mensajes te conoce ¿verdad? - Alba aún intentaba convencerla de que averiguara de quién se trataba - no es muy normal que un tío te ande mandando mensajes por una cuenta falsa.

- Es que no me interesa saber quién es - Poché la miró sin mucha expresión mientras el chico de la barra le entregaba su café.

- ¡Joder tía! - la chica de pelo negro parecía estresada - ¡cómo coño no te va a interesar saber quién es! ¿¡Estás literalmente al otro lado del mundo y no te interesa saber quién te ha estado observando!?

- Marica, relájate - la peliazulada se sorprendió al ver la reacción de su amiga - no es nada del otro mundo.

- ¿Y si te cambio un poco el panorama? - alzó una ceja y se sentó muy molesta - ¿y si fuera Calle quien estuviera recibiendo los mensajes? Querrías saber de inmediato de quién se trata ¿o me equivoco?

- Obviamente me gustaría saber - giró los ojos ante la pregunta.

- Ese es tu gran problema, todavía no entiendes que tienes que preocuparte por ti antes de preocuparte por ella. Mira Poché, algo que he aprendido con Aida es que mientras tú no estés del todo bien, la otra persona tampoco lo va a estar ... y perdón que te lo diga tan duro pero ese tío de los mensajes es un puto acosador. Que tú no quieras darte cuenta es muy distinto. Y ya me voy - se puso de pie y agarró su mochila - esta conversación me está poniendo de mal humor. Piensa en lo que te dije, yo no digo las cosas en vano y no gasto mis palabras con gente que no lo vale.

Alba tomó su café, dio la media vuelta y comenzó a alejarse. En ese momento Poché se dio cuenta de que jamás en la vida había tenido una amiga que le dijera las cosas de forma tan cruda, no sabía si esa era la forma de ser de Alba o si así eran todas las españolas.

- ¿Estás bien? - una voz vagamente familiar llamó la atención de la peliazulada - no pude evitar escuchar. Alba es un poco dura a veces.

María José miró al chico sin reconocerlo por completo.

- Jean - el muchacho estiró la mano - tenemos clase de historia juntos.

- ¡Claro! - Poché rió un momento - estás adelante de mí.

- Exactamente - esbozó una sonrisa - ¿puedo sentarme?

La chica de pelo azul asintió y Jean tomó asiento a su lado.

- No es por ser metiche, pero no deberías dejar que Alba te hable así - le aconsejó.

- Tiene motivos para hacerlo, a veces soy un poco idiota - la chica le dio un sorbo a su vaso - no quiero hablar de eso. ¿Tú cómo la conoces?

- A veces nos toca trabajar juntos en sesiones y así - alzó los hombros - puede llegar a ser un poco temperamental.

Antes de que Poché continuara con la conversación su celular empezó a sonar. Era Calle.

- Hola amor - la peliazulada respondió con una sonrisa - ¿cómo estás? ¿Cómo dormiste?

- Hola gorda - Dani se estiró y bostezó - todo bien. Voy a ir a almorzar con Íñigo después de fisioterapia. ¿Tú cómo estás? ¿Cómo va tu día?

VAS A QUEDARTE || CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora