Capítulo 40

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Las maletas estaban repartidas por todas partes y Calle se dio cuenta de que su idea inicial de no viajar con tanto equipaje había fracasado. La morena no había pensado en todas las cosas que tenía que llevarse e ingenuamente había pensado que su vida cabía en 4 maletas, cuando en realidad ni siquiera comenzaba a caber en 8.

- Voy a tener que pagar como 2,000 dólares de sobrepeso - le dijo angustiada a su mamá.

- Tranquila mi vida, sabíamos que esto iba a ser así, tu papá y yo ya lo teníamos contemplado - Mafe intentó calmarla - y ya te dije que si necesitas más cosas las mandamos por correo, no te estreses.

- No me pidas que no me estrese porque te juro que me estreso más - Daniela se quejó - voy a salir un rato, necesito respirar aire fresco.

Calle tomó su bolso y las llaves de la camioneta antes de salir casi corriendo de la que, alguna vez, fue su casa. Tenía demasiadas emociones que no sabía cómo manejar y necesitaba estar sola, porque últimamente todo y todos la estresaban. Conectó el bluetooth de su celular y puso la música tan fuerte que los cristales del vehículo comenzaron a vibrar como si estuvieran a punto de estallar.

Para Dani la música era un escape y al mismo tiempo una terapia. Cada vez que necesitaba escaparse de sus propios pensamientos los silenciaba con canciones que la hacían recordar diferentes cosas. Cualquier recuerdo servía cuando el punto era dejar de pensar un rato.

A veces la realidad pesaba demasiado y, aunque Calle sabía que lo que estaba pasando era fruto de sus planes con Poché, jamás se imaginó que la situación pudiera ser tan agobiante. Tenía que encontrar la forma de guardar toda su vida y poder llevársela, pero parecía imposible. Podía llevarse los álbumes de foto que su abuela le había regalado o podía llevarse las piedras que Juliana le había comprado en Marruecos, pero ¿Podía llevarse los dos? A lo mejor podía llevarse todos los regalos que Poché le  había hecho desde que se conocieron o quizás podía llevarse la caja donde había guardado todas las cartas que sus amigos le habían hecho en el colegio, pero ¿Podía de verdad llevárselos? ¿Debía llevárselos? ¿Eran algo de vida o muerte? ¿Qué se consideraba de vida o muerte?

Daniela manejó sin rumbo, pero cuando llegó a la entrada de la fábrica de Felipe se dio cuenta de que su inconsciente tenía mucho más poder sobre ella del que creía. Estacionó la camioneta cerca de la puerta del búnker y recordó que la copia de la llave que Pipe le había dado estaba en el bolso que había usado el día anterior.

- ¡Perfecto! - gritó con ironía recibiendo su propio eco como respuesta.

Miró alrededor sin saber qué hacer y después se acordó de que Felipe le había contado que había remodelado la torre para que Juliana pudiera meditar ahí, así que comenzó a caminar en esa dirección. Subió las escaleras que llevaban al pequeño cuarto de vigilancia y se quedó sin aliento cuando vio lo que su mejor amigo había hecho con el lugar. Todo el interior del cuarto estaba revestido en madera clara, una de las esquinas tenía repisas que formaban un triángulo con diferentes minerales, inciensos, velas y otras que cosas que Calle sabía que su hermana usaba para meditar. En el piso había una alfombra circular estampada con los chakras y en el cristal de la ventana, con la letra de Juli, una frase que decía "inhale, exhale, repeat".

Dani se sentó en la mitad del espacio sin saber bien qué hacer, así que solo se dedicó a estudiar bien el lugar, todos los elementos que tenía y lo mucho que ese pequeño cuarto reflejaba la personalidad de su hermana. Recordando varias conversaciones que había tenido con ella, se le vino a la mente una frase que Juliana le había dicho hace un tiempo: todas las respuestas que necesitas están adentro de ti. Sabía que para Juli la meditación era una herramienta indispensable para poder vivir tranquila, así que decidió darle una oportunidad y cerró los ojos intentando concentrarse solo en su respiración.

VAS A QUEDARTE || CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora