Capítulo 4

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Poché llevaba más de 15 minutos en el baño de la facultad de ingeniería sin poder parar de llorar. Los ataques de ansiedad se habían vuelto casi cotidianos y lo peor de todo era que la mayoría ocurrían durante el día, lo cual significaba que siempre la sorprendían en un lugar público como la universidad o alguna cafetería. No estaba en sus planes contarle a alguien sobre sus episodios, pero al ver que cada vez eran más debilitantes decidió recurrir a la única persona que se le vino a la mente. Tomó su celular con las manos invadidas por temblores, respiró hondo y empezó a escribir sin importar qué tan mal lo hiciera.

J: Juli, nrcesito que me ayufes. No me llames porqie no pyedo hablar, y no quiero hscerlo. Estoy en nedio de un ataquw de ansiegad y no sé qué haver para que se detrnga.

Mientras esperaba que su cuñada respondiera escuchaba cómo gente entraba y salía del baño sin parar. Agradecía estar en el primer cubículo porque generalmente era el que la gente ignoraba.

- Joder, ¿has visto a la chica colombiana de arte? - una voz masculina hizo eco y Poché recordó que en la universidad los baños no tenían género.

- ¿La tía de pelo azul? - otro hombre preguntó - creo que es amiga de Jean.

- ¿En serio, macho? - sonaba molesto - pa' como es ese tío seguro ya se la ha echado.

- Ernesto, no llevamos ni dos meses de clases - el chico se carcajeó - el tío no es tan guay.

- Ojalá Luis, que de verdad esa chica me encanta. Le voy a preguntar a Jean cómo se llama, a lo mejor la encuentro en Facebook.

- Vale tío, después le preguntas - se escuchó como si levantaran algo del piso - vámonos que ya no podemos llegar tarde con Rojo.

Se escuchó la puerta y reinó el silencio. Escuchar la conversación entre los chicos había calmado un poco a la peliazulada, ahora lo que predominaba era la curiosidad de saber quién era el tal Ernesto.
La vibración de su celular la aterrizó.

J: A ver midget, ¿dónde estás?

P: Encerrada en el baño de la uni ... estoy un poco mejor

J: Me doy cuenta, ya puedes escribir. ¿Qué pasó? ¿Qué detonó que te sintieras así?

Poché empezó a pensar y se dio cuenta de que no había algo específico que provocara esa reacción. Suponía que era una mezcla de todas las cosas que estaban pasando.

P: Por favor no le digas nada a Calle. Llevo un par de semanas así, a veces con más de un ataque al día ... no sé qué hacer y no estoy segura de saber qué factor los provoca.

J: A ver, hagamos algo. ¿Tienes clase ahora?

P: No, ya salí

J: Vete a tu casa y hacemos videollamada. ¿Te parece bien?

P: Sí. Te aviso cuando esté ahí. Gracias.

María José salió del cubículo y se enjuagó la cara con agua helada. Tenía el rostro hinchado y las mejillas negras por el rimel. Se miró detenidamente en el espejo y se preguntó cómo pudo llegar a ese punto.

- Calle tiene razón, necesito hablar de esto con un profesional - suspiró un poco angustiada y se limpió.

Salió del baño y caminó directo hacia la salida de la facultad, necesitaba llegar al departamento. Hablar con Juliana era el primer paso para reconocer que realmente necesitaba ayuda.

Del otro lado del atlántico Daniela compartía un rico desayuno con Íñigo, su fisioterapeuta. Los dos se habían convertido en muy buenos amigos y Calle agradecía tener a alguien cercano en un lugar donde, a veces, la soledad le dejaba un mal sabor de boca.

VAS A QUEDARTE || CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora