Capítulo 43

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- ¿De verdad tu papá te dijo que ese era el presupuesto para el piano? - Poché miró a Daniela con la boca abierta al escuchar la cantidad.

- Dijo que si ya iba a hacer una inversión, que fuera una buena - Calle se rio y encogió los hombros - ya sabes que está loco.

- No sí, me queda clarísimo. 

Las chicas continuaron caminando por las calles del centro en búsqueda de la tienda que google había calificado como "la mejor tienda para los pianistas europeos". Dani había tenido que llamar para hacer una reservación por teléfono que le iba a permitir probar los pianos que tenían potencial para convertirse en parte de la familia. Cuando llegaron a la fachada con el número 10 Poché la miró confundida y le preguntó si estaba segura de que ese es el lugar.

- Sí, mira - la morena le mostró el mail que le habían enviado de confirmación - ¿Toco el timbre o qué hago?

- Supongo - María José hizo una mueca de "no sé".

Calle caminó hacia la puerta y presionó el botón del citófono. Se escuchó un tono de espera y luego la voz grave de un hombre.

- ¿Sí?

- Hola, tengo una reservación a nombre de Daniela Calle - Dani dijo sin estar segura de que estaba en el lugar indicado.

- ¿Folio?

- Un segundo - Calle buscó el número en el mail - es 83649.

- Señorita Daniela Calle, cita a las 4:15 - el hombre dijo con un acento español muy marcado - en seguida enviamos a alguien para recibirla.

- Gorda, esto se ve todavía más ilegal que la discoteque de Paula - Poché comentó entre risas - ¿Te acuerdas de lo difícil que fue encontrar el azulejo para poder abrir la maldita puerta después de que nos dieron el código?

- ¡No me acordaba de eso! - Dani soltó una carcajada - Pero sí, creo que esto se ve más ilegal.

Después de unos minutos la puerta de madera que parecía llevar siglos ahí se abrió dejando a la vista un pasillo de mármol negro con un candelabro que parecía costar más que todo el edificio.

- Bienvenidas señoritas, adelante por favor - el hombre en traje gris y zapatos perfectamente lustrados las invitó a pasar - me comentaban mis compañeros que vienen a una sesión de prueba, ¿Cuál de las dos está pensando llevarse un Steinway a casa?

- Yo - Calle dijo de inmediato con una sonrisa - no estoy segura de cuál me gusta más, por eso quiero probarlos y ver cómo se sienten al tocarlos.

- Es una decisión muy inteligente - el hombre abrió una puerta y les pidió que pasaran - esperen aquí unos minutos mientras uno de mis compañeros viene por ustedes. ¿Queréis algo de tomar? ¿Una copa de vino blanco? ¿Agua?

- Agua está bien para mí - Poché dijo de forma tímida.

- Igual para mí, gracias - Dani sonrió.

El hombre salió de la sala y las chicas pudieron examinar el lugar en el que se encontraban. Era una habitación - si es que se le podía llamar así - de más de 300 metros cuadrados con piso de mármol blanco, estatuas del mismo material y un par de sillones color crema con mesas de cristal a los lados y las orquídeas más hermosas que las dos habían visto en sus vidas. El espacio, que se asimilaba a un penthouse, estaba iluminado por la luz que entraba de los grandes ventanales en dos de las paredes y por candelabros de cristal que le daban al espacio un aire de realeza.

- ¿Daniela Calle? - un hombre bastante más joven que el anterior entró con una tablet en las manos y se dirigió hacia donde estaban paradas.

- Mucho gusto - Calle estiró la mano para estrechar la de él.

VAS A QUEDARTE || CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora