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2020 - Actualidad



La densa obscuridad de la noche en el bosque bloqueaba toda la visión que un ser humano podría tener. Sin embargo, había recorrido esos caminos tantas veces que la dirección a donde deseaba llegar, parecía proyectarse como un claro mapa en su cabeza.

A Jimin no le importó la pobreza de su visión. Con agilidad y ayuda de su memoria, se hizo paso entre los árboles, saltando las ramificaciones levantadas de las raíces sobre la tierra. Cerró sus ojos, haciendo que de inmediato sus demás sentidos se agudizaran. En cuestión de segundos, supo cuántos, dónde y qué decisión tomar.

Siguió corriendo tanto como sus músculos se lo permitían, hasta que llegó a zona segura, en donde se posó al lado de un gran roble y tomó una calada de aire para hablar sobre el intercomunicador pegado en el cuello de su chaqueta táctica.

—Son cinco —dijo—, una manada.

—Entendido.

Cortó la transmisión y apenas iba a girarse para retomar el camino, algo alcanzó a golpear sus costillas desde atrás. 

La fuerza fue tanta que lo tiró hacia adelante, sin embargó, logró evitar una horrible caída con toda su cara estampada al suelo, zafándose gracias a la agilidad y rapidez de sus movimientos anticipados. Aquellos suaves saltos y poses equilibradas que tanto lo caracterizaban le ayudaron ahora para protegerse de la fuerza que había atentado contra él.

Giró la cabeza, buscando al culpable del ataque, y pudo verlo, divisó a unos metros de él a una hiena agitarse mientras le escaneaba con su mirada audaz. Los ruidos que emanaba el animal mostraban la sed con la cual lo habían seguido para cazarlo. El estruendo que salió de su nariz casi lo hizo temblar.

Mas Jimin no dio su brazo a torcer.

El animal no estaba tranquilo, la hiena gruñó de rabia y saltó con el hocico abierto con toda la intención de morder su cuello. Pero Jimin fue más rápido, logrando interceptar el ataque con su rodilla; flexionando su pierna y estirándola con fuerza para darle una patada en todo el morro del animal.

La hiena chilló, y él no intentó iniciar una pelea para contrarrestar sus desenfrenados ataques, a su vez, aprovechó la conmoción del animal y se dio media vuelta para seguir corriendo hasta el final de la ruta planeada.

—Una de ellas se separó —dijo medio jadeando—, me atacó.

Por el otro lado, se escuchó algo parecido a una maldición y luego un carraspeo.

—Bien. Quédate donde estás.

—Entendido.

Claramente, no se detuvo, tenía una mejor idea y era consciente que su nivel era lo suficientemente tolerable para no ser considerado un estorbo. Podía idear un plan y ejecutarlo.

Así que siguió corriendo, y solo se detuvo cuando llegó al final del trazo, saliendo de la bruma del bosque y llegando a una llanura de pastizal verde y plano. Era hermoso, lo suficiente como para tomarse unos segundos y contemplarlo. El viento y las estrellas nocturnas parecían bailar juntas mientras la brisa agitaba el pasto largo del campo.

ÓNICE #1; yoonminWhere stories live. Discover now