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La mano helada contra la suya se aprieta con fuerza, y a pesar de que el tacto es gélido y le estremece el cuerpo, alertándolo para que se zafara del agarre, él tira todas las advertencias atrás y afianza sus dedos cálidos en los contrarios, como si quisiera decirle que estaba ahí, con él.

Sin embargo, eso no lo priva de quejarse audiblemente.

—¿Cuánto falta?

Taehyung bufa.

—En serio, ahora eres medio lobo, tienes sentidos desarrollados y quizá súper fuerza también, ¿Cómo es posible que estés cansado ya? —el vampiro negó con la cabeza, y chasqueó la lengua antes de si quiera dejarle hablar, mirándole con una mueca en su rostro, mostrando lo visiblemente asqueado que se encuentra de él cuando le dice—: tu resistencia es una mierda, Jimin. Apesta.

Jimin responde con un resoplido.

—Ha pasado una semana solamente, tonto —se defiende, y luego sus facciones se arrugan cuando el olor característico de una flor comienza a notarse en su nariz por el mismo sendero que caminan—, ¿por qué me trajiste hasta acá? Corrimos por dos horas y caminamos otras dos más, Taehyung...

No exageraba, su hermano realmente le hizo un tramo de cuatro horas como si fuese un día de senderismo. Y Jimin se sentía el 99.9 por ciento humano como para haber aguantado todo el trayecto completo.

¡Por supuesto que estaría cansado!

Encima, solo había pasado una semana y aún no se sentía como si hubiese recuperado su fuerza, ni mucho menos como si tuviese "súper fuerza" o alguno de esos disparates que Taehyung le decía.

—Te cargué casi todo el trayecto, no exageres.

Eso lo hizo sonrojar, pero obvio que Jimin no se dejaría ganar.

Él simplemente abultó sus mejillas, medio enojado, medio avergonzado.

—Pudiste habernos transportado y ya.

Taehyung le gruñó.

—Yo tampoco he recuperado mi fuerza ¿vale? —y no supo por qué, pero Taehyung le miraba con esa sonrisa de engreído que tenía, sin embargo, luego de eso levantó las cejas con asombro y comenzó a caminar más rápido, dejándolo atrás—, aquí es.

Jimin le siguió, saliendo del sendero cubierto de árboles por el cual se habían sumergido por alrededor de una hora, como si hubiesen atravesado todo un bosque para llegar al lugar que ahora sus ojos le mostraban y el lugar que el mismo sol de la tarde alumbraba como si fuera el escenario de algún espectáculo.

Lo dejó sin palabras. La pradera que lo recibió luego de horas bajo árboles, era un campo cubierto de flores púrpuras, por todas partes, como si sólo crecieran en ese círculo, en un determinado diámetro especifico, porque incluso parecía ser perfecta la forma en cómo dejaba de crecer para luego el campo cubrirse de pasto, como si alguien viniera todos los días arreglar cualquier imperfección de estas.

Era lavanda, y parecía ser mágica.

A Jimin se le fue el aliento, la misma hermosura de lo que su vista veía dejándolo estoico y con los ojos llenos de asombro, el mismo aroma de la flor relajando su cuerpo, haciéndolo contemplar como si fuera el cuadro de alguna pintura artística importante.

ÓNICE #1; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora