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Taehyung ajustaba las correas del traje táctico que le había robado a Jungkook esa misma tarde, el material se adaptó de forma perfecta en él, quedándole un poco más ajustado en la cintura, y a quien no, el vampiro resopló al tan solo pensar en la estrecha cintura que el chico poseía.

No sabía que los trajes se hacían a la medida, pero al parecer los que Jungkook tenía sí.

De todas formas, no se preocupó demasiado en darse un vistazo en el espejo, revolvió las ondas castañas de su cabello, las cuales cayeron como si rebotaran contra su frente y luego se colocó las botas.

Cuando estuvo completamente listo, abrió la ventana de la habitación de Jimin y saltó por el patio trasero, el cual se perdía en un extenso bosque hacia el sur.

Apenas estuvo fuera de aquella casa, Taehyung inclinó sus piernas y sin esperar más tiempo se echó a correr, adentrándose al bosque.

Había tenido demasiado de ellos, saber de Jimin por un maldito celular satélite no era suficiente, no cuando era tan consciente de que el ataque a la manada fue obra de su padre, con simples intenciones de matar.

No podía quedarse de brazos cruzados, no confiaba en Yunho y que Jimin esté tan cerca de él, de aquel vampiro que podía detectar su aroma desde kilómetros, solamente hacía más pesada aquella piedra acentuada en el fondo de su estómago, volviéndolo ansioso, molesto.

Odiaba sentirse así, pero no se perdonaría nunca si a Jimin le llegase a pasar algo.

Era su hermano, su vida. No podía quedarse ahí.

Aumentó la velocidad, viendo cómo a lo lejos podía visibilizar la última parte de las puertas del sur, donde unos hombres se mantenían construyendo. A su alrededor, parte de bosque quemado.

Taehyung rápidamente pasó de ellos, preguntándose por un momento, cómo de muerto hubiese lucido el campo si es que él no hubiese estado allí para detener el fuego. 

De todas formas, no pudo continuar con eso, no cuando de repente, un olor intensamente dulce llegó a su nariz, en una mezcla empalagosa de flores, frutas, rosas .

Y no tenía que escarbar mucho con sus sentidos en aquella esencia, porque era completamente reconocible para él.

Jungkook lo estaba siguiendo.

Pero Taehyung nunca lo vio tras su espalda, al contrario, el chico estaba ya esperando por él, de pie, justo en la última parte del perímetro, más allá de las puertas, donde existía una zona limítrofe entre el bosque perteneciente a la manada y el bosque perteneciente a los humanos.

Jungkook estaba ahí, con las piernas abiertas y los brazos entrecruzados contra su pecho, la barbilla alzada y la postura firme, mirándole de forma penetrante, impasible.

El aroma a su alrededor se volvió más dulce, como si los diversos olores que componían el bosque, fueran nada, al lado de la esencia de este lobo que parecía querer enloquecerlo, envolverlo, ahogarlo.

Taehyung se detuvo a unos cuantos metros lejos de él, en aquella llanura de pasto plano, rodeado de margaritas.

—Quítate.

ÓNICE #1; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora