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◘ Este capítulo refiere a lo que pasa en la noche donde la manada fue atacada. (+7k)























A esas altas horas de la noche, cuando solo se encontraban de pie algunos capitanes, vigilantes en las entradas y uno que otro soldado custodiando la guarida de los lobos, haciendo su respectiva guardia nocturna, era de extrañar notar la luz y los silenciosos ruidos que provenían del gimnasio.

Dos personas permanecían dentro del perímetro de lucha, donde generalmente se llevaban a cabo las clases de combate cuerpo a cuerpo y lucha callejera.

Jungkook está bañado en sudor, la camiseta negra que vestía se apegaba en algunas partes de su cuerpo húmedo, contorneando los músculos que relucían en su abdomen y espalda.

Mientras que, por otro lado, Taehyung permanecía de pie en la esquina contraria. Pulcro y con un aire que emitía cierta elegancia en aquel rostro sereno, aun si vestía aquellas prendas flojas y sueltas a los costados, siendo esta, uno de los tantos conjuntos deportivos de Jungkook.

Su cabello castaño caía por su frente de forma perfecta, esponjoso y con las puntas onduladas, como si le hubiese tomado demasiado tiempo tratarlo, siendo que simplemente lo alborotó un poco con su mano.

Visualmente, eran polos opuestos, porque muy al contrario de Jungkook, no había ni una sola gota de sudor recorriendo el cuerpo de Taehyung, aire frío se expelía a su alrededor, con aquella sonrisa socarrona que mantenía en sus labios, como una pintura que ni la peor de las preocupaciones podría borrar.

Jungkook se echó el cabello hacia atrás con gracia, pero las hebras húmedas y oscuras volvieron a caer por su frente, ondulándose por encima de sus pestañas. Frunció el ceño, cejas en puro enojo cuando sin decir nada corrió y arremetió contra él.

La rodilla del lobo pegó directo en el estómago del vampiro, la patada tibial sobre las costillas de Taehyung iban con toda la fuerza posible de sus músculos contraídos. Fue bloqueado con simpleza, al igual que el puño que iba directo a su gruesa mandíbula, tapándola con su mano fría y precisa.

En cuestión de segundos, el cuerpo de Jungkook giró sobre sí mismo, con el fin de generar fuerza al levantar su pierna, extendiéndola hacia arriba, con la punta del talón directo al cuello bronceado de Taehyung, el cual expelía un aroma exquisito, siendo esa, la principal causa de toda la rabia acumulada en su propio lobo.

Saltó hacia atrás cuando un antebrazo rápido y duro lo bloqueó al instante, y luego volvió a luchar, formándose un destello entre la mezcla de ambos cuerpos, en movimientos ágiles que parecían sincronizarse con los contrarios. Volteretas, patadas y puños, uno tras otro. Zafadas precipitadas, bloqueos de cuerpo y músculos contraídos en una que otra llave.

Los reflejos del otro coincidían tan malditamente bien que lucía como si ambos estuvieran anticipando los movimientos ajenos, como si hubieran estado previamente analizando la forma en cómo se movía el cuerpo del otro.

Pero Taehyung era un tramposo, Jungkook piensa. Porque el aroma que suelta lo atrapa como una red que aturde sus sentidos, nublando su visión y tomando toda la atención de su lobo, quien salta ansioso en su pecho al sentir aquella esencia distinguida que lo llama y lo recibe, como una invitación exclusiva para que él pueda ir a darle una probada desde la fuente, desde aquel trozo de carne bronceada y suave, por la cual no deja de preguntarse cómo se sentirá si sus labios la llegaran a rozar alguna vez.

Jungkook se desconcentra cuando sus pestañas bajan y su mirada se posa en el cuello largo y tenso, y solo basta esa pequeña brecha de error para que Taehyung lograra capturar su cuerpo, volteándolo bruscamente y sujetando sus extremidades, atrayéndolo hacia él para apegar su espalda contra su pecho, tirando de toda su musculatura en una perfecta llave que hace a sus músculos tensos doler.

ÓNICE #1; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora