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La espalda de Jungkook golpeó el suelo y su vista se encontró con el cielo azulado de aquella mañana, en la cual había invertido su tiempo en ser tratado como el muñeco de trapo de Yoongi, quien lo tiraba de un lado para otro.

El aire dejó sus pulmones por unos cortos segundos, pero hasta el momento no se había quejado. A su vez, soltó un resoplido molesto y alzó parte de su cuerpo con ayuda de un codo.

—No te estás conteniendo, hyung... —murmuró, casi gruñendo, sin embargo, no había enojo en su voz, el dulce tono salió con un deje de diversión. Aunque claro, Jungkook sabía que a su cuerpo no le parecía nada divertido el dolor de la fuerza de un alfa.

Yoongi enarcó una ceja, mirándole desde arriba y caminó hasta su lado, ofreciéndole su mano para ayudarlo a ponerse de pie.

Se alejó cuando el menor estuvo listo, completamente recuperado para otra ronda de combate.

—No sabía que tenía que contenerme contigo.

Jungkook rodó los ojos en respuesta y ladeó una comisura de su labio en una media sonrisa. Yoongi frunció el ceño, siempre había odiado esa actitud juguetona del menor. Como si no se tomara nada en serio.

Pero la diversión de Jungkook se centraba sólo en el hecho de hacerlo frustrar.

—Estás de mal humor —le dijo, la voz socarrona y esa postura de saberlo todo, así era Jungkook—, por eso estás tan intenso para pelear, y ese mal humor tiene nombre y apellido —su sonrisa se hizo más grande, a tal punto que Yoongi se sintió perturbado al adivinar hacia dónde iban los pensamientos del menor—. Park Ji-

Jungkook calló abruptamente casi por obligación cuando lo vio correr hacia su dirección, sus músculos tensándose en cuestión de segundos y la adrenalina recorriendo cada espacio de su sangre cuando lo tuvo frente a sus narices. No alcanzó ni a pestañear cuando volvió a tener su espalda contra el suelo de tierra y pasto.

Gruñó frustrado.

Yoongi se separó, alejándose hacia el perímetro opuesto que delimitaba el área de combate al aire libre.

—Mantén los brazos rectos, no los dejes caer y controla tu respiración. Piensa en cómo te he atacado, mira la constante y ataca a esa constante. Siempre hay una.

Esta vez no dijo nada. Su lobo comenzaba a tener sed y un sentimiento de furia se pareció soltar en un ladrido profundo.

En la misma posición en el suelo, Jungkook en tres tiempos llevó sus rodillas al pecho y las manos sobre su cabeza para impulsarse con ayuda de estas y así levantarse en un perfecto movimiento de kip-up.

Se miraron a esos metros de distancia, analizándose en silencio por un tiempo que pareció una eternidad, la intensidad rellenando sus ojos cuando la tensión ascendió en su musculatura hasta su punto más alto.

La presencia de sus lobos se acercó tanto que se sentía como si fueran a explotar todo a su alrededor.

Los dos esperaron, pero cuando Jungkook se impulsó hacia adelante, Yoongi hizo lo mismo, corriendo directo hacia él con la intención de interceptar un puño en la fina mandíbula del menor, sin embargo, cuando estuvo a centímetros de lograrlo, el chico desapareció.

ÓNICE #1; yoonminWhere stories live. Discover now