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Planearlo era mucho más fácil que llevarlo a cabo, pero Jimin creía fielmente que, si pudo tratar con hombres lobos a lo largo de su adolescencia, en donde fue entrenado como un soldado más de la manada, entonces lidiar con humanos sería incluso más sencillo.

Aún no comprendía del todo las intenciones de su padre y la clase de pensamientos radicales que llevaba. Aquel odio innato y aborrecido que parecía tener contra los lobos era algo inexplicable para él, pues, en todo el tiempo que llevaba en la guarida nunca vio un intento de ataque por parte de estos hacia las otras razas.

Así que, a pesar de que un montón de dudas lo atacan en ese momento y su mente se plaga de sentimientos de culpa y traición, intenta dejar todo en un rincón apartado de su cabeza porque nada de eso es lo que realmente importa ahora mismo.

Jimin es serio, frío y meticuloso cuando sabe que lo único en lo que debe pensar ahora es planear como diablos salir de ahí.

Con Yoongi.

Bueno, si es que realmente el líder de su manada se encontraba ahí.

Honestamente, no sabía por dónde empezar. Ser un invitado de su padre en aquel edificio presidencial, lo cual, le permitía vagar libremente por la gran mansión, era lo único que parecía mantener a su favor.

Nadie se preocupaba realmente por lo que hacía o hacia dónde iba, pero tenía estrictamente prohibido salir de ahí.

Se mordió las uñas, como había estado haciendo desde que despertó con la idea en su cabeza, recordando la conversación que tuvo con su padre el día de ayer, sabiendo que ya no podría confiar en el hombre que alguna vez significó todo. De tan solo recordarlo, un escalofrío le estremece el cuerpo y el dolor aprieta su garganta.

Jimin agita su cabeza, negándose a pensar en eso y a su vez aprieta los labios, tensos al igual que todo su cuerpo cuando se pone de pie y se queda quieto en el mismo lugar, cerca de su cama en aquella elegante habitación en la que había sido hospedado, sin saber realmente cómo hacer que su cuerpo se mueva por si solo porque sabía que una sospecha, un paso en falso, y sería hombre muerto. No podía simplemente darse el lujo de perder esta clase de libertad.

De alguna forma, necesitaba usarla a su favor.

A la mierda.

Tomó aire y rápidamente cruzó toda su habitación hasta llegar a la puerta, la cual abrió con sumo cuidado, con una pequeña sonrisa tranquila en sus labios, muy al contrario de la adrenalina que parecía querer consumir todo su cuerpo por dentro.

Lo primero que hizo cuando estuvo fuera de su despacho, fue buscar algún guardia que luciera como alguien fácil de persuadir.

Agradecía que por lo menos los humanos eran pésimos leyendo el lenguaje corporal, o mejor aún, sintiéndolo, porque de seguro que, si ahora mismo se paraba frente a un lobo, sus fuertes latidos y el sudor que se acumulaba tras su nuca, ya le hubiesen delatado todas sus intenciones.

—Hola, disculpa... —Jimin sonrió pequeño cuando uno de los guardias se giró hacia él, el chico era alto y lucía excesivamente joven, como ningún otro guardia, demasiado inusual, quizá aparentaba la edad de Jungkook. De todas formas, intentó no distraerse escaneando su rostro y le miró fijamente a los ojos, ocupando todo ese potencial que Jin le dijo que tenía y el por qué la gente parecía querer hacerse cargo de él por esa "carita de niño bueno" que cargaba—. ¿Sabes dónde puedo conseguir artículos de aseo? —hizo una mueca de disculpa cuando el guardia le observó confundido—, derramé algo en el suelo y quiero limpiarlo.

ÓNICE #1; yoonminWhere stories live. Discover now