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Jimin pierde el aliento y cae de rodillas al suelo.

Tose, y jadea ahogado cuando inspira, sus costillas magulladas ardiendo, los músculos doliéndole en cada respiración.

Se aguanta cada mueca de dolor y a su vez, se mueve para quedar sentado con la espalda reposada en aquel árbol en el cual su cuerpo había rebotado segundos atrás. Apoya la cabeza sobre la corteza del cedro y aguanta unos minutos; su pecho agitado, subiendo y bajando mientras su mirada cansada no quita la vista de la persona frente a él.

—C-creo que es suficiente... —Hoseok murmura, desde su lugar alejado de aquel encuentro, las facciones del cazador volviéndose preocupadas mientras sus ojos van de Jimin hacia Namjoon, el otro contrincante ubicado en la otra esquina en aquel perímetro de combate a campo abierto.

Jimin suelta una risa al ver a Hoseok así.

—Esto no es nada. —Murmura, moviéndose hasta colocarse nuevamente de pie, en posición de ataque, imitando la postura del lobo frente a él, quien estaba listo para el combate.

—Cuando nos debilitamos, sacamos parte de nuestro instinto para continuar —Jin se movió cerca de Hoseok, llevado más por el instinto de "cuidar" de su lobo cuando notó que el humano parecía expeler un aroma preocupado, el cual se entremezclaba con las demás fragancias del bosque, en aquel campo de entrenamiento—, no sabemos lo que Jimin es, y empujarlo al borde puede hacer relucir su parte sobrenatural.

Hoseok entonces, observó a Namjoon, en silencio, su cuerpo tenso mientras veía al chico adoptar una postura hostil. El estómago se le apretó.

—Lo va a matar si sigue así.

Pero contrario a preocupación, Jin sonrío. Y ¿¡Qué rayos!? Hoseok pensó, ¿Cómo es que todos tenían la misma reacción mientras él parecía estar a punto de presenciar una masacre?

—¿Desconfías de las capacidades de Jimin? —Jin dijo, alzando una ceja y una media sonrisa en sus labios—, que no se te olvide que desde su adolescencia fue entrenado por lobos.

Y todo lo que pudo agregar fue muerto en sus labios porque la voz de Namjoon rugió desde el fondo, segundos antes de ver al chico inclinarse hacia adelante, en un salto, al mismo tiempo que Jimin gritó, como si quisiera simular el rugido de un lobo, y corrió a su encuentro.

Para su sorpresa, eran demasiado rápidos. Ambos. Jimin parecía tener más ventaja porque era ágil y flexible, podía escabullirse de todos los golpes que Namjoon intentaba propinarle, una y otra vez, repitiendo el mismo escenario, como si ambos se supieran las técnicas contrarias de memoria.

Y quizá Namjoon no lo aparentaba, porque sanaba más rápido, pero sus músculos se estaban fatigando: su buena resistencia agotándose más pronto de lo que normalmente lo haría porque Jimin lo hacía ocupar casi todo su potencial.

El humano era serio, analítico y fuerte, como si hubiese dedicado su vida a entrenar la fuerza en los músculos exactos para saber cómo llegar y golpear.

Era simplemente perfecto, y Namjoon se odia por no hacer caso a todas las clases de combates porque el chico incluso sabía cómo colocar los ángulos precisos, la toma de manos exactas para hacer que cada punto que golpeara en él, doliera fuerte, adormeciendo su musculatura.

ÓNICE #1; yoonminWhere stories live. Discover now