«Heaven's Night: El concierto»

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Desde hace un par de mese que comenzamos una gira por todo el país. Habíamos publicado un álbum y ahora nos tocaba promocionarlo. Estaba feliz, pero no todo era perfecto. Por ejemplo, desde que había comenzado la gira, no había visto a Abril ni a las niñas, además de que ciertas cosas de nuestro debut artístico no eran tan glamorosas como había pensado.

Habíamos estado viajando a bordo de una vieja camioneta que no le funcionaba el aire acondicionado y tocando en pequeños bares, pero, poco a poco, notábamos que las personas reconocían más nuestras canciones, además de que Miguel, Gabriel y yo nos habíamos hecho muy buenos amigos en el trayecto.

Pero ese día iba a ser diferente. Aquel hombre del que me había contado Miguel nos había armado toda la gira y esa tarde íbamos a cerrar tocando en el festival más importante de música de la ciudad de México. ¡Esa noche tocaríamos frente a un público inmenso en uno de los escenarios principales!

—¡Aún no puedo creer que estaremos tocando ahí en un par de minutos! —gritó Gabriel mientras se asomaba desde el borde derecho del escenario hacia el público de la banda que estaba tocando.

—¿Vieron toda la gente que estaba formada para entrar cuando pasamos por afuera? —Miguel expresó nervioso mientras exhalaba el humo de su cigarro.

—¡¿Todavía va a llegar más gente?! —pregunté sintiendo una mezcla de emoción y terror.

—Tranquilo hombre, lo vamos a hacer chingón, estoy seguro de ello—Gabriel lo tranquilizaba.

—¿Ya afinaron? —preguntó Gabriel.

—Revisé diez veces mi guitarra. Todo está listo para que subamos en un rato.

—Bajemos, ya deben de haber llegado —dijo Miguel y nosotros asentimos.

Esquivamos a los técnicos, el equipo de las bandas y bajamos a las carpas que tenían para los músicos. Apenas nos acercamos hacia allá cuando vi a Alba salir de una de ellas y correr hacia mí para abrazarme, la tomé entre mis brazos con fuerza. Abril y Alicia salieron detrás de ella.

—¿Me extrañaste? —le pregunté a Alba.

—¡Mucho!

La bajé y abracé a Alicia.

—¿Qué te parece?

—¡Está increíble! —pronunció mientras admiraba la parte trasera del escenario y a todo el personal que se movía ahí.

Al fin saludé a Abril, la tomé de la cintura, la abracé y le di un largo beso en los labios. Al separarnos, tomó mi rostro y lo analizó con detenimiento.

—Estoy muy orgullosa de ti —me dijo con los ojos húmedos—. Sé todo lo que te has esforzado, y esto... te lo mereces.

De nuevo la abracé con fuerza.

—Te extrañé muchísimo.

Detrás de mí, Miguel y Gabriel también se estaban reuniendo con sus parejas.

—¿Están listos? —se acercó el productor; un hombre viejo de barba—. Ustedes suben en cinco minutos. Ya conectamos todos sus instrumentos.

Tragué saliva con dificultad. Abril tomó mi mano.

—¡Por supuesto, hagámoslo!

—¡Síganme! —nos indicó.

Dejamos el suave césped y comenzamos a subir la estructura del escenario, pasando de nuevo por donde estaba todo el equipo de sonido, los instrumentos y el equipo de audio. Llegamos por el lado derecho del escenario. La banda todavía estaba tocando la última canción de set. De nuevo, me asomé y el corazón se me encogió al ver que ahora había más gente que antes. Me estaba muriendo de los nervios.

El staff se acercó a nosotros y nos entregaron nuestros instrumentos, tomé mi guitarra y me la acomodé. Cerré los ojos y respiré profundamente, esperando que dejara de tocar la banda.

—Diviértete —Abril me susurró al oído y me besó la mejilla, haciendo que abriera los ojos.

—Tanto tiempo que viví en mi pueblo. Tanto que mis padres sacrificaron para que estudiara música, todo vale la pena por este momento —comenzó a decir Miguel.

Nos reunimos los tres en un círculo.

—¡Salgamos a patear culos! —Gabriel gritó.

—¡Vamos a dar el mejor puto concierto de la noche! —grité.

Escuchamos que la banda había dejado de tocar, nos separamos y los vimos despedirse del público, tomarse fotos y acercarse hacia nosotros. Nos saludaron y nos desearon suerte. ¡Ya no había vuelta atrás!

De inmediato, el silencio fue sustituido por nuestra canción de intro y la pantalla del escenario mostró el logo de nuestra banda. Nos acercamos al inicio del escenario y nos asustamos al oír a tanta gente gritar emocionada al ver nuestro nombre ahí. Todos esos gritos me dieron la energía que necesitaba y alejaron cualquier rastro de miedo que quedaba en mi cuerpo.

Se hizo silencio y aún sin salir del escenario comencé a tocar los primeros acordes de nuestra canción abridora. Gabriel comenzó a darle ritmo con la batería y salí corriendo hacia el centro del escenario, frente al micrófono.

Las luces rojas del escenario se encendieron y los reflectores apuntaron a nosotros. Con un golpe de acordes constantes en mi guitarra, un bajo profundo y una batería energética, comencé a cantar.

Pude ver al público frente a frente por primera vez, todos estaban mirándome, algunos estaban cantando, pero todos estaban escuchándonos. Era un océano de gente vestida de negro y era lo más aterrador y excitante que había visto jamás.

La plumilla de mi guitarra rasgaba insistentemente las cuerdas, la canción comenzaba a tener un ritmo más constante. Sentía cada golpe de la batería en mi cuerpo. La multitud saltaba al ritmo de la canción. Comencé a cantar, me dejé llevar por completo, dejé salir mis emociones, todas y cada una de ellas las deje sobre el escenario y canción por canción el público se entusiasmaba más.

Entonces llegó el momento de que tocáramos nuestra última canción. Sudoroso y con la sonrisa más grande de mi vida, los miré a todos ellos, estábamos conectados y su energía fluía hacía mí. El cielo se había oscurecido, pero estaba lleno de nubes grises. Se apagaron las luces y se tiñó de rojo el escenario. Con una guitarra limpia y un arpegio melancólico di inicio a la canción. Detrás de nosotros se mostró una nueva imagen, una mujer besando un cráneo con la leyenda «i'm in love with death».

Comencé a cantar aquella canción inspirada en el sentimiento que había tenido el día que iba a atentar con mi vida y el de aquella noche en la que me había encontrado con Abril en la azotea. Buscaba transmitir la desesperación, la perdición que había sentido, como había anhelado la muerte más que nada en el mundo.

Please, take my breath.

Don't listen to him

Understand,

I'm in love with death.

Vi a una joven en el público cantar mientras lloraba y entonces recordé a mi padre. Rememoré aquellas noches en las que fingía no escucharlo llorar al no poder tocar su guitarra, las tardes en las que practicaba con mi guitarra, su mirada cuando me escuchó tocar en un recital por primera vez. Todo eso me había llevado a este momento.

Al terminar la canción, fuimos recibidos por una oleada de gritos y aplausos. Nos despedimos del público y bajamos del escenario. No podía dejar de pensar que ese era el momento por el cual había nacido, que ese era el pico de mi carrera y que jamás iba a volver a experimentar algo parecido.

—¡Eso fue increíble! —Alicia me felicitó.

Abril me besó y no me dejó respirar por un rato.

—Te amaron, te dije que todo iba a salir bien.

Sabía que este era un punto de inflexión en la historia de la banda, que de ahora en adelante las cosas cambiarían para nosotros.

—¡Estaban grabando para la televisión! —gritó Alba emocionada.

El viento que trajo AbrilWhere stories live. Discover now