«Un corazón cansado»

477 75 11
                                    

—Buenos días —entró una enfermera a su habitación.

—Buen día.

La escuchó acercarse a él con una silla de ruedas.

—¿A dónde me lleva? —preguntó nervioso.

—La cirugía que iba antes de usted no se va a poder hacer porque la pacientita tenía la presión muy alta, así que su operación se va a adelantar y tengo que llevármelo para prepararlo.

Sintió las manos cálidas de la enfermera tocar su brazo para ayudarlo a bajar.

—Mi esposa se quedó con la idea de que sería más tarde y quería verla antes de entrar... —explicó casi llorando—. ¿Le van a avisar?

—No se preocupe, ya están tratando de contactarse con ella —trató de darle ánimos dándole unas palmaditas en la espalda.

Mientras tanto, en su casa, Alicia miraba con nerviosismo la entrada y el reloj de la pared. Pensaba en lo poco que faltaba para su presentación y lo mucho que se estaba tardando su mamá en regresar. Cuando estaba a punto de rendirse e ir a buscar un taxi para irse, la puerta se abrió.

Su madre apareció con un semblante terrible y detrás de ella, acompañándola, venía su tía.

—¿Estás bien? —preguntó consternada, olvidándose por completo de lo tarde que estaban a punto de llegar.

—Solo es algo de nervios —trató de quitarle importancia al asunto—. Fui al doctor. Me dijo que estoy bien, solo voy a necesitar descanso.

—No lo sé, mamá... te ves muy mal.

—Eso no importa, tenemos que irnos antes de que llegues tarde —miró el reloj de la pared—. ¡Alba! ¡Vámonos!

La pequeña salió corriendo de su habitación, ella solita se había encargado de vestirse y peinarse para la audición final de su hermana.

Subieron al auto y Abril manejó como nunca, haciendo que llegaran en tiempo récord y que Alba pudiera preparase con tranquilidad detrás de bambalinas.

Mientras Alba, Mariana y ella buscaban sus asientos comenzó a diluviar afuera. Abril al escuchar las gotas golpeando el techo del auditorio se sintió intranquila, con ganas de salir corriendo. De pronto una sensación abrumadora de nauseas la llenó y sin pensarlo tuvo que salir corriendo a buscar un baño.

Apenas estuvo frente al retrete dejó salir todo el contenido de su estómago de manera violenta.

Mientras Abril huía al baño, Alicia, en los camerinos, comenzaba a afinar su guitarra y calentar sus dedos. Ninguno de los participantes hablaba, era suficiente la conversación interna que tenían antes de salir.

Apareció una de las organizadoras y hablaron a una violinista a pasar al escenario.

Detrás del escenario Alicia afinaba la guitarra y esperaba a que fuera su turno de pasar. Su compañera violinista salía a tocar en ese momento. Se asomó hacia el público esperando tontamente ver a su padre ahí sentado, se sintió como una estúpida por esperar cosas imposibles.

En el hospital, Nadia entró apresurada a la habitación en donde tenían a Martín para revisar sus signos. Se lo encontró sentado en una silla de ruedas dándole la espalda, como si estuviera viendo la ciudad desde su ventana.

—Buenos días, Martín. ¿Cómo amaneció?

Se acercó a él y le miró el rostro, sus ojos estaban inmóviles y completamente lechosos.

—Cuando desperté ya no veía nada. Esto está avanzando muy rápido —suspiró con pesar—. No puedo ver, pero por lo menos puedo escuchar la lluvia.

El viento que trajo AbrilWhere stories live. Discover now