Capítulo 35: Culpa y desespero.

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Capítulo 35: Culpa y desespero.

Ignoró el hecho de que una apresurada ambulancia le había adelantado por un costado, continúo conduciendo con tranquilidad, mientras el vehículo de asistencia se perdía unas calles más a delante. La impaciencia surgió, cuando, por más que avanzaba, el sonido de la sirena no paraba de oírse.

—Es muy cerca, —pronunció, al tiempo que pisaba el acelerador con marcado nerviosismo.

Sin poder evitarlo repasaba sus actos aquella mañana. Cuando dejo a Castiel todo estaba bien. Theo dormía en su habitación, y en poco tiempo llegaría Daniel para ayudar con el cuidado del bebé. Él, por su parte, procuró realizar la reunión en el menor tiempo posible, y tan pronto esta hubo terminado, tomó las llaves de su auto y condujo de regreso a casa.

A pocos metros pudo divisar nuevamente a la ambulancia, justo cuando el blanco vehículo doblaba en la calle de su hogar. Alterado apreso el volante, podía sentir la tensión en sus hombros, y el pie en el acelerador, conduciendo a una velocidad poco prudente.

—Theo, —susurró aterrado. Quizás a su hijo había vuelto a subirle la fiebre, quizás esas dos horas fueron suficientes para que su niño empeorara. Castiel le necesitaba, ¡su familia le necesitaba!

Ya no había mucho más que discutir. El vehículo que había seguido con la vista desde, ya varias, calles atrás, ahora se encontraba ingresando a su propiedad. Observo desde la esquina como los paramédicos bajaban de la ambulancia con una camilla e implementos de inmovilización. Él, por supuesto, no tuvo tiempo de analizar nada, solo paso por la entrada de su hogar, dejando su auto aparcado a un costado de la ambulancia, y bajando de su propio vehículo tan rápido como sus temblorosas piernas se lo permitían.

—¡Christopher! —

Sus ojos siguieron la voz del llamado, encontrando rápidamente a Daniel parado en el pasillo del segundo piso con su hijo en brazos. Allí comprendió que no era Theo quien se había puesto mal.

—¿Qué sucedió? Daniel, por el amor del cielo, ¿qué está pasando? —Los dorados ojos del doncel se posaron su figura. Nunca nadie antes había visto a Christopher Owen tan fuera de sí. A Daniel le temblaron los labios y una lagrima se deslizo por su mejilla. No quería confesarle a Chris lo que había sucedido.

—Fue un accidente, —musito completamente acongojado. —Él estaba... —

—Abran paso, por favor despejen el camino. —Las palabras de los profesionales, impidieron a Daniel continuar su relato.

El rubio tiro de una de sus mangas, acomodándolos a ambos a una orilla del pasillo. Ellos aprovecharon de avanzar, permitiéndole a Christopher comprender la gravedad del asunto.

Castiel iba recostado sobre una tabla, llevaba un collarín, y otros implementos que le ayudaban a proteger su cabeza, tenía las extremidades a los costados, aseguradas por unas correas. Sus ojos azules se posaron temerosos sobre la figura de Christopher, un torrente de lágrimas se deslizaban por sus mejillas, respiraba acelerada y dolorosamente.

Apenas si pudieron seguir a los paramédicos, cuando estos cambiaron a Castiel desde la que parecía una incómoda tabla a la camilla.

—Solo puede acompañarnos una persona, —indicó una paramédico un tanto mayor, al observar a dos adultos y un niño parados frente a su ambulancia.

—Perdóname Daniel ¿Puedes encárgate de Theo? Yo debo... —

—Ve, y mantenme informado. —De pronto calló sus palabras tras un acto que nunca había esperado venir del empresario. Christopher le envolvió entre sus temblorosos brazos, con tanta fuerza que pensó que no le soltaría.

Torre de MarfilWhere stories live. Discover now