Capítulo 40: Nacido para amar.

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Capítulo 40: Nacido para amar.

—¡Qué asco, esto esta frío! —Exclamó su hermana con la humeante taza entre sus manos. —¿No puedes hacer nada bien? —No quiso responder nada, solo suspiro y extendió la bandeja resignado.

—Traeré otra de inmediato. —La vista contraria se clavó en la bandeja extendida y tras unos tensos segundos dejo la tasa de té sobre la misma. Emilio suspiro nuevamente, tenía suerte porque esta vez el berrinche no había sido tan largo.

Camino hasta la cocina y luego de limpiar la tasa comenzó a servir de nuevo, era claro que su hermana lo hacía solo por molestarle, por eso decidió no darle en el gusto y simplemente volver a hacerlo.

—Puedo con esto, —se animó a pensar.

Siempre era así, si no era una cosa, era la otra. Vivía en una casa grande y tenía tres hermanos, Helena la mayor, luego estaban Sofia y Fernando el príncipe mimado, no se llevaba bien con ninguno de ellos, tampoco con sus padres, en realidad no era el favorito de esa, se lo habían dejado muy en claro cuando apenas cumplió catorce años y le dijeron que debía ganar la comida que llevaba a su boca con trabajo, siendo que ninguno de sus tres hermanos eran capaces siquiera de hacer sus camas por la mañana, "ellos estudian", habían sido la excusa de su madre cuando inocentemente había preguntado porque no era igual al resto de sus hermanos. Ya habían pasado 4 años desde eso.

No era muy difícil para él, en realidad se sentía útil al poder cooperar con algo, y de todos modos estaba acostumbrado a tener quehaceres, un día libre no figuraba para nada en su cabeza, no sabría qué hacer con tanto tiempo para él mismo. En la casa se ocupaba del orden y la limpieza, de vez en cuando debía servir a sus hermanos, y otra pequeña porción de tiempo le tocaba ayudar con las reuniones sociales de sus padres, a decir verdad, esa era su labor menos preciada.

—Puedes con esto, —se dijo en un susurro personal.

Era sábado y sus padres habían invitado algunos de sus socios más cercanos para celebrar la alianza de sus compañías. Eso era lo peor para él, sus padres se codeaban con personas aparatosas y arribistas, gente con mucha clase y poca humanidad, odiaba esas situaciones porque era observado como un paria, alguien que sin duda no pertenecía a ese lugar. A veces incluso sentía que sus padres solo hacían eso para humillarlo, para mostrar frente a sus invitados que sin importar si era su hijo o no, ellos le pondrían en el lugar que correspondía, allí sirviendo la comida con la que ellos llenaban sus bocas.

Dispuesto a no demostrar lo humillado que se sentía, reunió todas sus fuerzas para salir con la frente en alto y bandeja en mano. Limpio los restos de comida de las pesas y puso bocadillos nuevos en los espacios vacíos, conteniendo el aire en sus pulmones tanto tiempo como le era posible.

—Oh, Emilio recoge esto también, —esta vez era Sofia, extendiendo una servilleta usada. Él se preparó para lo que venía y tan pronto como extendió su mano para recibir el objeto, ella soltó el papel y este cayo lentamente al suelo, contuvo el nudo en su garganta y se agacho para recoger lo que su hermanan intencionalmente había tirado, procurando no demostrar ninguna expresión en su rostro. Regreso a la cocina repitiendo su mantra; "puedes con esto", decía tratando de darse ánimos.

—No te llevas muy bien con tu hermana. —El suave susurro había llegado a él mientras terminaba de limpiar otra mesa.

—¿Qué le hace pensar eso? — susurro de igual manera. No se ponía que debiera estar charlando con los invitados.

—No veo fraternidad en sus acciones, —aseveró el hombre. Emilio solo encogió los hombros, no estaba dispuesto a continuar hablando, pero ese varón parecía querer lo contrario. —Llevamos un rato observándome. Mi esposa y yo acabamos de mudarnos a una casa más grande, tenemos una niña pequeña y no mucho tiempo, necesitamos ayuda, pensé que tu tal vez querrías cambiar de empleo, no es como que aquí te traten muy bien tampoco. —

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