태 28. Dependencia 국

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Tanteé la cama porque el calor humano  se había esfumado en cuanto el sol comenzó a molestar mi rostro

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Tanteé la cama porque el calor humano  se había esfumado en cuanto el sol comenzó a molestar mi rostro. ¿Lo había soñado todo?.

—Buen día dormilón. —entró por la puerta llegando con el desayuno y se sentó frente a mi— En serio que dormis profundo, ni siquiera notaste cuando me levanté. Sos un hermoso desastre Jeon —me dijo sonriendo mientras estiraba su mano para acomodar mi cabello.

—¿Soy hermoso? —al terminar de pronunciar las palabras cubrí mi boca, no las había pensando, las había dicho.

Taehyung me observó unos segundos en silencio y luego contestó.

—Claro que lo sos.

No supe si fue la forma dulce al hablarme, su sonrisa peculiarmente rectangular, la cual había desaparecido hace días para mi y volvía a hacer presencia, o como el sol iluminaba los ojos avellana que me despertaban, Taehyung llenaba mi pecho de un sentimiento tan raro y profundo que dolía. Nunca supe si fue porque la tranquilidad de su voz me recordaba que ya no estaba solo o si el sentirlo como un deja vú lo hacía aún más especial, pero algo en él me tenía completamente perdido en escenarios tan bellos,  tan bonitos e inalcanzables. Algo dentro mío explotó en un millón de cosquillas que me ponían inquieto, una sensación extraña y agobiante pero que ridículamente se sentía bien.

—Hoy tengo T.A.L pero…

—¿Qué es tal?.

—Teoria y analisis linguistico, —respondió— una de las materias obligatorias, como te decía, después de esa materia si queres podemos ir a comprar algo que te guste para cenar, no seré el mejor chef, pero mis intenciones son buenas. —rió bajito mientras intentaba tomar de su taza de café Yo no podía dejar de observar sus ojos avellana-dorados.— ¿Jungkook? ¿Dije algo que te molestó?. Perdón.

Moví mi cabeza hacia la izquierda intentando observar mejor a Taehyung. ¿Qué era lo que me llamaba la atención de él? Era un muchacho común, con rasgos comunes, de actitudes normales y ropa de anciano. Entonces, ¿por qué algo de él me llamaba a querer acercarme?. ¿Por qué mentía tan descaradamente a mi propia persona? No hay nada más patético que auto convencerse de algo que no es real. Por ejemplo, yo en este momento intentando convencerme de que Taehyung es igual al resto.

Él es distinto, porque en cada fragmento que compone su individualidad contiene los más grandes misterios de la belleza, como la curva rosada, que ahora ha desaparecido de su rostro, de figura peculiar y rectangular, es imposible de encontrar en otro ser que no sea él; incluso la mirada suave y relajada, que acaba de perder, me hace replantearme la inexistencia de algo perfecto, ambos parpados elevados haciendo notable la pequeña evidencia de su singularidad, uno simple y otro con un pliegue que marca su distinción; los luceros que ahora me miran expectantes, parecen simples y marrones hasta que los observas detenidamente, notando el veteado miel-dorado sobre el llano avellana que los inunda.

—Jungkook me estas asustando.

Nos sorprendí a ambos cruzando mis brazos en su cuello para abrazarlo. Taehyung estaba tieso mirándome como si fuera a llorar, curioso y sorprendido.

—¿Estas bien? —me dijo una vez que nos separamos del abrazo— Quería pedirte perdón por como te traté ayer, no tendría que haber…

—No importa Tae, si ya no estas enojado conmigo el resto no importa. —la sonrisa que me dedicó me alivió el alma— Pero tenes que cantarme siempre para remediar como me gritaste.

—Sos un conejito manipulador, sabelo.

Reí bajo al escuchar como me llamó, Yugyeom siempre me molestaba con eso, pero me parecía horrible que lo dijera, en cambio de los labios de Tae se escuchaba bonito y alegre.

—Al menos yo nunca te grité. —le dije dando un golpe juguetón en su hombro.

—Si lo hiciste y en mi casa, cuando arruiné tus pastillas para dormir.

—Cierto, no volví a tomarlas desde ese día.

—Me alegro, ahora desayuná que se enfría.

—Tae, ¿puedo preguntarte algo? —tomé el jugo de naranja y continué— ¿Tu papá tenía esa sonrisa también? Porque tu madre no la tiene y… es diferente al resto.

—No lo sé. No conocí a mi padre, mi madre dice que no era una buena persona y se fue cuando yo recién había nacido.

—Lo siento.

—No te preocupes, no me molesta. —aunque sus palabras decían una cosa su rostro reflejaba una completamente distinta— ¿Y… Yeonji a que se dedica?.

—Era psiquiatra, pero luego pasó lo de papá y ella dejó de ejercer para poder hacerse cargo de la empresa, espera que yo tome su lugar como director en cuanto termine la universidad.

—¿Y vos que queres hacer?

—Quiero terminar mi carrera y ejercer de lo que estudié, no me gusta la empresa.

—Me parece bien, tenes que hacer lo que vos quieras. —asentí en silencio mientras daba otro trago al jugo— Vestite que tenemos universidad y la hora se fue rápido.

Decir que el día empezó de la forma más hermosa es una afirmación sin objeciones de ninguno de los lados. En el fondo sé muy bien que trata de que todo quede olvidado, y aunque no quiero presionarlo,  no es como que fuera a salir de mis pensamientos en el próximo tiempo. ¿Quién puede culparme de curioso? Solo quiero protegerlo, ha estado expuesto a situaciones que quizás en Daegu no lo hubiese estado y en al menos una ocasión por culpa mía.

Caminaba hacia atrás, mirándome, hablábamos de los libros que quiere comprar y de que quiere conocer todo Seúl conmigo. Me dijo que le gusta andar en bicicleta, que el caramel machiato es su favorito y que conoció a Hoseok en la escuela secundaria; que nunca se tiñó el cabello hasta que yo aparecí, jugaba con las perforaciones que le hice y me confesó que le gustó como lo vestí para aquella fiesta, desastrosa y angustiante, al menos para mi, quedamos en comprar ropa juntos en estos días. Pero también descubrí que cuando sonríe sus ojos se achican y su sonrisa es algo rectangular en la comisura de sus labios, aún así se puede notar una especie de corazón formado por su labio superior al mostrar sus dientes; cuando me hace burla o está contento apreta sus labios y se curvan haciendo soniditos de conformidad, es gracioso, parece menor de su edad.

Yo odiaba caminar hasta la escuela secundaria, Yugyeom me obligaba todas las mañanas a hacerlo, él amaba caminar, prometí que jamás lo haría por otra persona, que era un camino largo y pesado. Pero acá estoy, proponiendo ir caminando solo para pasar más tiempo juntos, para notar estas simples cosas que conforman su todo, y aunque siempre me pareció el camino más largo del mundo,  hoy se me hizo corto, tan corto que deseaba caminar otras diez cuadras solo para seguir observándolo, para seguir admirando a una de las personas más importantes de mi vida.

—Tengo clase, nos vemos en inglés.

Tomó mi mano haciendo que una energía algo incómoda me llegara, soltándolas luego para alejarse de mi saludándo desde lejos. No quería que se fuera.

—Hola, hermoso. —los brazos de Jimin pasaron por mi cintura— Ayer no me escribiste, perdón por no saludarte debidamente cuando nos fuimos.

—Descuida, no pasa nada, Jiminnie —volteé a verlo con esa sonrisa que a veces me parecía fingida o forzada— Solo, no vuelvas a irte así ¿de acuerdo?.

—Entonces… ¿hacemos el proyecto juntos?.

—Todavía no lo hablé con Tae, pero estoy seguro de que lo haremos juntos, perdón Jimin.

—No hay problema, Jennie es buena en la materia. Creo que está bien como compañera.

—En serio lo siento, pero ya sabes como es el viejo ese, lo tomó de punto a Taehyung y no quiero que pierda la beca por algo tan tonto.

—Claro, no hay problema.


El día transcurrió de una forma tranquila, cuando la primera clase terminó suspiré aliviado, era demasiado agotadora y Lisa no volvía de sus cursos en Busan por lo que apenas me escribía y las clases que compartíamos se habían vuelto aburridas

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El día transcurrió de una forma tranquila, cuando la primera clase terminó suspiré aliviado, era demasiado agotadora y Lisa no volvía de sus cursos en Busan por lo que apenas me escribía y las clases que compartíamos se habían vuelto aburridas.

Caminé hacia la cafetería como todas las mañanas, aunque no trajera buenos recuerdos a mi mente, y ahí estaba él. Parado a unos metros en la fila para pagar su café, trataba de peinar su cabello oscuro y rebelde mientras escribía en su celular quien sabe qué, se concentraba y sus orejas se movían apenas de una forma tierna, al menos para mi. Su cuerpo estaba relajado, lo pude notar por las venas verdosas de sus manos que no sobresaltaban como lo hacían siempre, sus labios se curvaban en una media sonrisa para luego reír bajito haciendo desaparecer aquellos ojos marrón claro que me encantan. Y me miró, sentí mi cara enrojecer en menos de lo que podía imaginar, levantó una mano y me saludó así que tomé la iniciativa de ir a hablarle, pero alguien tiró de mi brazo sacándome del mundo en el que estaba metido.

—Vamos juntos. Hace mucho no hablo con Tae.

—Si, vamos juntos. —Atiné a contestar no muy convencido.

Entrelazó nuestros dedos, ya se le estaba haciendo costumbre y a mi comenzaba a molestarme. A medida que nos acercábamos la mandíbula de Taehyung se tensaba, sus venas sobresalieron y esa calma que poseía anteriormente, desapareció. Jimin y él hablaron por largos  minutos, al principio algo incómodo, pero luego ya no dejaban de compartir ideas sobre un juego nuevo, materias, incluso chicas, y no, no me molestaba, en realidad solo era la insistencia de Jimin en encontrarle novia a Taehyung. Solté la mano de mi novio, de lo que no se percató por estar pendiente de lo que decía mi primo, y me senté solo en una de las mesas mirando por una pequeña ventana.

Esa pequeña ventana mostraba la parte trasera de la universidad, jamás había ido. Las hojas secas caían de un árbol cercano a la ventana, las que quedaban sobre éste se mesían por el viento que comenzaba a llegar, era relajante, casi adormecedor. Algunas se quedan, pero se van cayendo dándole paso a nuevas para la primavera, solo aquel tronco viejo mantiene vivo todas las hojas que pasen por el.

Ha habido hojas en mi vida que se fueron en la primera brisa de otoño y estuvieron aquellas que se quedaron conmigo hasta que el invierno las arrancó de mis ramas. He vivido cosas buenas y malas, Mingyu , mi novio anterior a Yugyeom fue de las hojas de otoño, que se van en la primera mecida, en los primeros problemas, con el primer viento. Yugyeom era de esas hojas que solo son arrancadas, que se quedaron conmigo en mis peores momentos, pero diferentes situaciones hicieron que al final se fuera. Jimin no sé a que pertenece, ha estado conmigo los últimos meses y aunque no parece una hoja de otoño tampoco estoy seguro de que sea una de invierno. ¿Y Taehyung?... bueno, él podría ser lo que él quiera.

—¿Qué es en lo que tanto pensas, bebé?.

Mi cuerpo se tensó en segundos, comencé a temblar mientras Jimin seguía con su mano en mi hombro. Ese apodo, ese maldito y asqueroso apodo que ahora odio, fue el inicio de toda esta historia horrible, llena de mentiras y llanto. Jimin lo había escuchado, ¿por qué ahora lo repetía?.

—¡No vuelvas a llamarme así! —me levanté de la silla para mirarlo— ¡Jamás en tu vida, Park!.

No supe en que momento fue que llegué al baño, tampoco supe como fue que arruiné ese momento tranquilo con mis gritos. Si me hubieran dicho hace un año que ese apodo me dolería tanto jamás lo hubiera creído.


𝑷𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒐 𝑬𝒏 𝑬𝒍 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 || 𝐓𝐚𝐞𝐤𝐨𝐨𝐤Where stories live. Discover now