태 35. Felicidad 국

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Desperté solo en mi cama, el lado derecho seguía cálido, me decía que Taehyung se ha levantado recientemente

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Desperté solo en mi cama, el lado derecho seguía cálido, me decía que Taehyung se ha levantado recientemente. Cerré los ojos sintiendo su perfume en las sábanas y hundiendo mi rostro en éstas, su aroma seguía a mi lado, su persona, él en toda su complejidad y dulzura, es en este momento en el que todo me cierra, donde entiendo que siempre fue así solo que eviataba aceptarlo, o no quería y es muy probable que ni siquiera lo sabía.

Me gusta él.

Me gusta su manera de ser, la forma linda que toma cuando está nervioso, como sus mejillas se encienden en un color rojizo y su sonrisa aparece mientras mueve sus dedos nervioso; me gusta él por la forma peculiar de su sonrisa, por como sus orejas se mueven apenas cuando se concentra y por como me mira, de esa forma dulce cuando sus ojos brillan y el color café de sus orbes tiene pequeños rayos miel a la luz del sol; me gusta como me hace sentir a su lado, querido y valorado como pocas veces me he sentido, pero con él es constante, es; me gusta Taehyung por su voz, por sus manos, por su ternura, por sus enojos y sus risas, por su simpleza y su comprensión. Me gusta él porque es diferente, porque me hace sentir especial.

Abrí los ojos al escuchar la puerta de la habitación, Tae traía consigo una bandeja muy prolija con nuestros desayunos y una flor hermosa de jazmín, al parecer robada del jardín de la vecina de al lado.

—¿Y esto?.

—Nuestro desayuno. —dijo con una hermosa sonrisa en el rostro.

Colocó la bandeja en el medio de nosotros sobre la cama y comenzamos a desayunar en un silencio un tanto incómodo. Cuando vio que no comía nada me hizo la primera tostada con mermelada, no mucha ni poca, la cantidad justa, no en el centro únicamente, también en los bordes. Hace tiempo que no había más mermelada de arándano, solo de frutilla, ¿habrá ido a comprar?. Bien podría haber comprado la de durazno, la que todo el mundo compra.

—¿Fuiste a comprar?.

—Si, no había de tu mermelada favorita, tampoco teníamos más tostadas. —observé la tostada que llevaba a mi boca y la reconocí, solo esa marca de tostadas me gustaba, porque eran muy blancas y no tan duras— Por suerte el super de la otra cuadra abre temprano y yo sé que no comes otras que no sean estas.

—¿Y cómo sabes eso? Desde que vinimos de Daegu jamás lo mencioné ni compramos nada al llegar a Seúl. —comenzó a jugar con sus manos mientras su mirada se perdía en la bandeja.

—E-es que… nosotros, nos conocemos desde niños y lo recondé.

—Vi la foto en tu habitación, ¿qué edades teníamos?.

—Tenías ocho años, yo apenas cumplía los diez —trató de restarle importancia llevándose una tostada a la boca— Solo tengo esa foto nuestra.

—Entonces saquémonos más. —levantó la mirada con una hermosa sonrisa cuadrada bordeada por la mermelada en la comisura de los labios.

—Quiero conocer Seúl. —mencionó mientras tomaba de su taza— Pero con vos y pronto.

—Cuando quieras. —sonreí y él solo se quedó observandome, el silencio se hizo incómodo, supongo que tanto él como yo recordamos la noche anterior— Sobre… lo de ayer…

—Podes decirme que lo que dijiste fue porque estabas mal o que solo lo imaginé, también podes negarlo o hacer que nunca dijiste esas palabras y voy a entenderlo. —levantó la mirada y terminó pronunciando lo inevitable— Solo decime como seguimos esto, Jungkook, porque siento que me estoy volviendo loco.

Su mirada esperaba una respuesta, la misma que mi mente debatía entre mantenerme firme con mis sentimientos y correr el riesgo de que no funcione o acobardarme y perder esa oportunidad.

—Debemos seguir como hasta ahora, es decir, como eras conmigo, no quiero que el haber pronunciado esas palabras cree momentos incómodos entre nosotros. —su vista bajó a sus manos dejando la tostada que había untado y reflejando algo de tristeza en la taza frente a él—  Lo que quiero decir es que…

—Lo entiendo. —una lágrima dejó humeda la sábana— Prometo q-que nada va a cambiar entre nosotros.

Lo miré atónito, presenciando el llanto que lo hacía tartamudear mientras se incorporaba de la cama.

—Yo en ningún momento dije que no me gustas Taehyung, solo no quiero que las cosas cambien porque me gustes —dejó de darme la espalda para mirarme a los ojos, con aquellos color miel dorados que me traían completamente rendido a sus pies— Me gustas mucho, demasiado para lo que me gustaría aceptar.

—Re-repetilo por favor. —pidió aún con la boca entre abierta.

—Me gustas mucho, Kim Taehyung.

Corrió a mi rodeandome en sus brazos mientras caiamos sobre la dura madera de mi habitación, mencionaba palabras que apenas pude escuchar debido a la caída. Siempre había odiado esta escena cliché de las películas pero me causaba mucha gracia la situación y sus brazos en mi cintura me daban pequeñas cosquillas. Se sentía bien, me sentía bien, nos sentíamos bien. Y eso era todo lo que importaba. Luego de sentarnos tomo mi rostro entre sus manos, acariciando mis mejillas, juntó la punta de nuestras narices para confirmar lo que tanto he deseado.

—Vos también me gustas mucho, Jeon Jungkook.

Mi pecho se llenó de calidez, mi alma y cuerpo estaban en calma. En este instante es que entendí que siempre fue él, siempre lo necesité, siempre fue su lugar y su ausencia me había sentenciado a la tristeza. El impulso de querer sentir sus labios nuevamente me animó a intentarlo, solo unos milímetros nos separaban, pasó su lengua humedeciendo sus labios muy lentamente, la misma acción que me había vuelto loco esa noche en la que el alcohol lo inundaba,  pero él retrocedió antes de concretarlo.

—P-Perdón… no puedo. —admitió mordiendo su labio inferior y revolviendo su cabello fastidiado— Tenes novio, Jungkook.

—Voy a hablar con Jimin. Él va a entender.

—¡No le digas que nos gustamos!. —se sobresaltó— No se lo digas a nadie por favor, Kook.

Apretó mis brazos de forma brusca casi clavando sus uñas en mi piel y con los ojos llorosos, muerto de miedo, soltó algunas lágrimas.

—Tranquilo, Tae. —acaricié su cabello, abrazandolo mientras enterraba su rostro en mi cuello— No voy a decirle nada a nadie.

—No voy a volver a verte, ellos… ellos me lo dijeron, no quiero que algo así te pase. —lloraba desconsolado soltando frases sueltas que no tenían sentido para mi, su mirada perdida en la pared que estaba en mi espalda— No quiero eso, no quiero que vuelvan a separarte de mi. ¡Te vas a ir, te van a llevar, no vas a volver, ellos van a separarnos!.

—Tae no entiendo lo que decis, pero nadie va a separarnos. Estamos en mi habitación, calmate, no me voy a ir a ningun lado. ¿Entendiste que voy a quedarme con vos?.

—¿N-no vas a i-irte? —negué y sonrió— ¿Vas a hablar con Minnie? —asentí.

—Pero Tae… ¿por qué dijiste todo eso recién? ¿Quiénes son “ellos”?

Taehyung se perdió en un punto en la pared y aunque pasé mis manos frente a su rostro él no las seguía. Se había perdido, como si hubiera tocado un punto débil dentro de su mente, algo que solo me llevaba a creer que lo que había dicho tenía mucho más sentido y peso en su vida que yo o que cualquiera. No reaccionó a ningún estímulo visual o físico, ni siquiera disimuló las gotas que surcaban sus ojos hasta llegar a sus labios y me asustaba, me asustaba descubrir quienes eran “ellos” y que le habían hecho a Taehyung.


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Amo leer sus teorías sobre lo que va a suceder en la historia.


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~Nic

𝑷𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒐 𝑬𝒏 𝑬𝒍 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 || 𝐓𝐚𝐞𝐤𝐨𝐨𝐤Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin