Capítulo 20

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Abbey

Ya han pasado unas cinco horas desde que me acosté para supuestamente dormir pero no tengo ni la más mínima posibilidad de hacerlo.
El recuerdo de lo que le hice y dije a Evan me carcome desde dentro hacia fuera.
Me odio, me odio con el alma, porque yo fui la causa de todo el dolor en el rostro de Evan, de todo el sufrimiento y la tristeza que se encontraba allí. Aún así me seguía reflejando en sus ojos brillosos, como si su amor por mí no hubiera disminuido ni aunque le contara que era asesina.
Yo misma me reflejaba en esos ojos torturados, pero él aún así me miraba con cariño y ternura, aunque destroce su corazón.
Jesús, él no podría odiarme más de lo que yo lo hago.
Volteo y volteo en la cama, incapaz de dormir. ¿Alguna vez podrá perdonarme?
En la oscuridad de la noche moviendo mis ojos de una pared a otra me siento desnuda. Me froto la muñeca en donde debería estar la pulsera pero dudo mucho que Ean lo aprecie
Gimo derrotada.
Maldito gusano insensible, hacerle esto a Evan? A su propio hermano? El solo hecho de compartir el mismo aire que él, hace que se revuelva mi estómago. No quiero ni imaginar que será cuando me espere en el altar.
No, no, no. No puedo hacerlo, no quiero hacerlo. Pero una vez más el rostro determinado y serio de Evan vuelve a mi cabeza al hablar de como manejaría la empresa y su herencia.
Le había preguntado a Ean que significaba lo de "entregarle su corona" y él solo me había respondido distraído mientras hacía los arreglos de como seria la boda en unos meses, que era solo un decir, porque su familia era tratada como la realeza.
Pero luego de un latido afirmó que eran algo así como la realeza moderna del siglo XXI.
Eso explicaba del porqué tenía hasta doncellas, y ellas siempre me preparaban con vestidos específicos por orden de Evan.
Maldita sea y mis pensamientos siempre vuelven a él.
Es ahora, en la madrugada que todo me golpea a fondo. Yo rechazando a Evan, el chantaje de Ean para que me case y sus planes de llevarme a Francia a vivir donde a estado viviendo él los últimos dos años.
Ni siquiera he hablado con mi madre en estos meses, ella también estará decepcionada de mi? Cristo, que clase de hija soy que ni siquiera envía un mensaje de texto a su propia madre? A decir verdad debería hablarle, a decir verdad la extraño y la necesito. Necesito tanto ese abrazo y el apoyo que ofrece silenciosamente cuando sabe que debe callar, cuando mi cabeza está tan desordenada como mis cabellos. Esa sonrisa sabia que podría conquistar mundos. Necesito contarle toda mi vida y el infierno que pase y estoy pasando desde que llegué aquí. Ella tendría una solución para esto. Yo lo sé. Tendría una solución para esta jodida familia Jones.
Mi garganta se oprime y doy media vuelta de nuevo solo para mirar la hora, que se ve borrosa a causa de las lágrimas que empañan mis ojos. Las tres de la mañana.
Pero una vez que coloco mi cabeza en la almohada su olor desapareciendo me descoloca. Huele a menta y a masculinidad. Imaginar que Evan ya no despertará a mi lado o ya no me pinchara con su mal humor o siquiera ya no podré contarle mis chistes mientras él aprieta los labios para evitar reírse y aparentar ser serio, me rompe.
Dios, no quiero perderlo, no quiero hacerlo. Se metió dentro de mi piel mucho más rápido y sin yo siquiera saberlo.
Las lágrimas resbalan por mi rostro fácilmente y ahogo los sollozos que tratan de salir con urgencia. Me hundo en la almohada con el sabor de la sal de mis lágrimas y me quedo ahí, ahí en ese espacio de entre arruinar mi vida y no saber absolutamente que hacer con ella.
Aun en la penumbra de la noche puedo ver una de las esquinas de la caja de madera sobre salir de debajo de la mesa de noche. Sigo llorando por todo el asco que es mi vida y apunto mentalmente para que mañana cuando me levante lo revise aunque sea solo por masoquismo o para recordarme a mi misma lo estúpida que soy.
Poco a poco las lágrimas van acabando más no este sentimiento feo de culpa por el daño que hice y voy quedando en la negrura del sueño.
(...)
El despertador suena y me sobresalto lo suficientemente rápido como para que mis dos doncellas estén a mi lado en segundos. Me enderezo en la cama con dificultad y miro la hora : 6 AM
Pfff, ni siquiera tengo fuerzas para discutir que dormí solamente 3 horas.
-Ama?. - pregunta Jaida con su característico rostro serio
-Si si, lo que sea. - respondo a su pregunta tácita.
Me levanto a duras penas y siento como si todo el peso del mundo estuviera en mis hombros, me siento totalmente cansada y miserable.
Entro al baño mientas me voy desvistiendo y ni siquiera me molesto en cerrar la puerta porque ellas la abrirán de todos modos.
Aunque hablan muy bajo, escucho sus susurros
-Yo iré con ella. - decía Jaida.
-No, debes preparar su vestimenta. - Jane habló más bajo. - el señorito Ean quiere que esté vestida especialmente para el desayuno de hoy.
-Bien. - cedió la mayor. - entonces ve, pero ten cuidado con tu lengua, hoy no se ve muy bien vale?
Como que no me veo bien? No es para tanto.
Me fijo en el espejo y las ojeras asquerosas que tengo debajo de los ojos me estremece. Tengo labios blancos y agrietados, piel más pálida de lo normal y mis ojos están opacos. Hago una mueca, bien, te mereces todo lo mal que te ves Abbey.
Unos segundos más tarde la puerta se abre y cierra silenciosamente para dejar ver a una Jane todavía sonriente pero con una mirada cautelosa.
Le doy la espalda y ella me ayuda a quitarme la última prenda. Me meto a la tina, automáticamente bajo hasta casi meter toda mi cabeza y cierro los ojos.
-Ama. - dice dubitativa. - prefiere la de azucena o la de rosas?
Abro los ojos confundida.
En las manos tiene los frascos con las esencias para todo tipo y según lo que eligió se dio cuenta que estoy tensa, porque es para el estrés.
-La de azucena estaría bien. - digo y veo como asiente. - por favor
Casi echa el frasco al escuchar mi amabilidad
Ahí mismo quería golpear mi cabeza contra la pared. ¿Qué tan mal persona fui en estos seis meses que una palabra amable hace que ella se sorprenda tanto? ¿Qué tanto me he convertido en las personas que odie, esas que trataban a los criados como nada?
Jane se recupera rápidamente y me muestra su sonrisa habitual al terminar de agregar la esencia. El aroma inunda el lugar rápidamente. Inhalo y exhalo
Empieza a tararear una relajante canción, mientras masajea mi cuero cabelludo con esas manos suaves y tersas. Me coloca el shampoo y sigue con su actitud ligera.
-Jane. - la llamo, ella simplemente me dedica un ¿hmmm? Sin dejar de tararear. -Yo..
-No es necesario que hable si no lo desea ama. - me contesta con simpleza.
-Perdóname Jane. - Le digo disculpandome. - las dos deben perdonarme. Desde que nos conocimos solamente les he dado órdenes o les he hecho pasar malos ratos con mis berrinches y demás. Ni siquiera recuerdo haberles dicho en ningún momento las palabras que tan bien mi madre me enseñó.
-No se preocupe...
-Yo he cambiado tanto desde que llegué aquí que hasta casi yo misma no me reconozco. ¿Quién es esta niña malcriada y estúpida que tan solo sabe dañar a los demás?
-Ama..
-Lo siento. - digo de corazón. - desde ahora ya no más palabras bruscas. Desde hoy las trataré como personas normales e iguales a mí. Ya no quiero hacer daño a la gente, mucho menos a los que amo. Y lo peor de todo es que no sé como hacerlo, hace meses que no hablo con mi madre. Me siento tan sola...
Jane quien se había mantenido en silencio comenzó de nuevo a masajear mi cabello que hasta ahora no me había dado cuenta que dejó de hacerlo.
-No tiene amigas en el colegio verdad?.- en realidad no era una pregunta sino más bien una afirmación. Pero aún así negué con la cabeza.
Empezó a enjuagar el shampoo de mi cabello y cuando pensé que no hablaría, suspiró y lo hizo.
-Sabe porqué Jaida es tan seria y yo totalmente lo contrario?. - preguntó colocándome ahora el acondicionador
Hago un sonido de negación. La verdad es que nunca me lo había planteado, yo solo supuse que era por la diferencia de minutos al nacer.
-Nacimos en una familia de extrema pobreza. - comenzó y abrí los ojos como platos. -tanto que no nos podíamos permitir dos veces la comida en una día, entonces nuestros padres no tuvieron otra opción que ofrecernos cuando teníamos más o menos siete años a esta familia a cambio de que nos dieran techo, vestimenta, comida a nosotras y un poco de dinero y comida a nuestros padres.
No puedo creer lo que estoy escuchando. Estas chicas tan refinadas y dulces pasaron hasta hambre con tan poca edad?
-Cuando llegamos aquí la señora de la casa..
-La mamá de Evan?. - pregunto inevitablemente
Hace un sonido de confirmación mientras sigue con mi cabello
-La señora de la casa no estaba muy contenta con el señor. Ella odia a los de la clase baja y que dos niñas sucias y sin saber hacer nada pisaran su inmaculada mansión era una calamidad.
Muerdo el interior de mi mejilla recordando la historia de Ean y sus padres. De cómo lo obligaban hasta el punto de quiebre y él se desmayaba
-El señor Jones fue quien nos acogió y nos mandó a tomar clases de comportamientos, etiqueta y modales para ser doncellas. Él ya sabía que algún día el heredero tendría que traerla a usted aquí.
Me pregunto en donde fue la Jane divertida y lengua suelta de siempre. Parece que estuviera escuchando a alguien muy sabia o vieja hablar.
-El problema estuvo en que siempre fui lenta para el aprendizaje. - sigue mientras me pasa el chorro de agua por el cabello. - y torpe...y despistada
Ríe entre dientes. Pero es una risa amarga.
-El señor casi no estaba en la mansión por los papeleos o viajes de negocios o cualquier otra cosa que la empresa necesitase y esos días la señora aprovechaba para darnos clases un tanto.-vacila un segundo. - intensas
Arrugo el ceño instantáneamente. ¿intensas? Que rayos significa eso?
Me mueve para poder frotarme la espalda y sigue.
-Nos tomaba las lecciones ya sea teóricas o prácticas y yo siempre olvidaba las palabras o se me caía algo o lo rompía y era Jaida quien pagaba por mi torpeza. La señora se ponía de pie frente a nosotras y por cada error o despiste mío hacia que Jaida se arrodillase en medio de nosotras y le daba tres latigazos en la espalda desnuda.
Casi me ahogo con mi propia saliva y empiezo a toser descontroladamente. Ella me da pequeños golpecitos en la espalda para que pueda volver a respirar con normalidad.
-Pero ustedes... - no puedo evitar mi tono angustiado y preocupado.
-No se preocupe ama, ya han pasado años. - dice ahora lavandome el cuerpo. - eso ya no me afecta.
Giro un poco la cabeza para poder apreciarla y puedo ver que es medio verdad y medio mentira.
Solamente me callo para que pueda seguir con su historia
-Una semana entera yo no pude dormir por estar cuidando de Jaida, de sus heridas. Ella hervía de fiebre todas las noches y apenas se levantaba por las mañanas a hacer las tareas de la mansión. Ella recibía al menos 45 latigazos al día, y lo hacía sin quejarse. Yo misma me exigía las cosas y a los pocos años pude ser casi tan eficiente como mi hermana, ya no quería que sufriera así por mi culpa. Pero me di cuenta con el tiempo que ella ya no era la misma, estaba más seria y casi no hablaba, había madurado a la fuerza, entonces me prometí a mi misma hablar por las dos, sonreír por las dos, ser inmadura por las dos. Me prometí a mi misma hacerla reír todos los días de mi vida, hasta que la muerte me lo permita.
Lágrimas incontrolables salen de mis ojos y solamente cuando Jane me las limpia me doy cuenta de que estoy llorando.
Carraspea un poco.
-El punto aquí es que nosotras pudimos superar todo eso juntas, nos apoyábamos entre las dos, como amigas, mejores amigas. Si es que hubiéramos estado solas, jamás hubiéramos saludo adelante.
Me ayuda a salir de la tina ya completamente limpia, me coloca la toalla y salimos al dormitorio.
-Por eso le ofrezco mi amistad
-Y la mía. - interviene Jaida parada frente a la cama con una pequeña sonrisa que jamás había visto en su rostro. -Nadie tiene que pasar por todo sola, y si usted quiere puede desahogarse con nosotras, nada va a salir de esta habitación y de nuestras bocas.
Lloro, lloro con todas mis fuerzas, los sollozos que había guardado la noche anterior salen a flor de piel y las dos vienen y me abrazan. La calidez de todo esto me reconforta, me da seguridad.
-Serán mis mejores amigas.- digo tratando de normalizar mi respiración. - si ustedes pueden perdonarme. - sigo con vergüenza.
-No hay nada que perdonar. - dice Jaida separándose del abrazo. Jane la imita y asiente enérgicamente con la cabeza
-Y ahora que todo está mejor. - continúa la mayor. - Tenemos menos de una hora para ponerte hermosa así que.. A trabajar!. - dice con su característico rostro serio y da una palmada en el aire para apurar el paso.
Jane y yo nos reímos entre dientes y muy alegre dejo que ellas me arreglen y me mimen mientras estoy feliz de tener unas nuevas mejores amigas tan geniales.

(....)

Estoy caminando rumbo al lugar de desayuno pero a mitad de camino encuentro a mi pesadilla
-Lista para tu primer desayuno con tu nuevo prometido?. - su falsa efusividad me da náuseas
Lo miro fulminante y él arruga su perfecto rostro
-Si te vas a comportar así todo el día, no vas a convencer a mi hermanito de que estas enamorada de mí.
-Vale. - siseo
Caminamos juntos, y justo cuando doblamos la esquina para ingresar al salón Ean me toma de la mano y me apoya por él.
Gruño por la cercanía pero él me aprieta en advertencia, estoy a punto de sacármelo de encima, cuando me aprieta esta vez más fuerte y veo a Evan sentado en el lugar de siempre con una taza de té, mirando hacia el jardín donde se encuentra el estanque y frente a él un libro abierto, que obviamente no tengo idea de qué sea.
Sin siquiera mirarnos de da cuenta de nuestra cercanía, se levanta, agarra el libro y pasa por mi lado.
-No te preocupes hermanito, puedes quedarte con nuestra compañía, no tenemos lepra. - dice Ean totalmente distinto al que conocí la semana pasada.
Obviamente él está disfrutando hacer daño a su hermano, lo cual no tiene sentido. ¿Quién en su sano juicio querría hacer daño a su familia?
Un escalofrío errático me recorre la espina dorsal al recordar la historia de mis doncellas, y si eso es correcto, todo esto de hacer daño viene de herencia.
Mi corazón se rompe una vez más, al recordar como Evan me trataba al principio, todo frío e indiferente y que volvemos a ese mismo momento.
Estoy por sentarme cuando Evan se detiene justo en mi dirección y sin tocarme ni un pelo me susurra al oído:
-Si de verdad lo quieres, te dejo el camino libre.
Una daga me apuñala el corazón y como si Evan no se hubiera dado cuenta del daño que me hizo, siguió caminando hasta quien sabe donde, llevándose toda mi esperanza con él.
No me di cuenta de que lágrimas bañaban mis ojos hasta que Ean bufa irritado.
-Ridícula. - me dice y saca un pañuelo desechable de su costosa chaqueta.
Lo acepto solo porque mi maquillaje ya se está corriendo e imagino que se lo tiro al rostro con todo y mocos.
-Idiota. - susurro entre dientes y él sólo me muestra una sonrisa ladeada maliciosa que no está acorde con su aspecto.
Inhalo y exhalo temblorosamente. Ojalá jamás lo hubiera conocido.
Me siento en otro lugar esta vez y veo que donde estaba Evan hay un listón que se me hace muy conocido. Entrecierro los ojos para ver mejor y es la cinta que Ean me prohibió coger cuando se cayó en el escenario.
Estudio su reacción de reojo para cerciorarme de que no lo ha visto, pero está demasiado ocupado con su celular para notarlo.
Vienen los sirvientes y nos colocan todo el desayuno enfrente como debe ser.
Aprovecho todo el ruido y los movimientos que hacen y rápidamente lo recojo y lo meto entre mi sostén fingiendo que estoy arreglando mi vestido.
Suspiro con alivio cuando estoy segura de que no ha notado nada.
Repito una vez más: Ojalá jamás lo hubiera conocido.

(...)

Entro y cierro la puerta lo más suave que puedo, me recuesto en ella y me deslizo hasta el suelo.
-Ama!. - un gritito alegre hace que alce de golpe la cabeza. - se va a resfriar.
Jane está frente a mi con su típica sonrisa
-Venga. - Jaida me ofrece una mano para que pueda levantarme
Entre las dos me acuestan y les sonrío en agradecimiento.
-Reconozco una sonrisa herida cuando la veo. - dice Jaida severa en uno de los costados de la cama.
Contengo las ganas de mirar a Jane. Es obvio que lo dice por ella.
-Lo siento. - me disculpo. - es que ya no puedo más.
Las dos se sientan a cada extremo de la cama sin decir nada, se miran un segundo y pagaría lo que sea por saber qué se están diciendo con la mirada
-Hable ama, todo lo que quiera. - dice Jane
-La escucharemos toda la noche si es necesario. - Jaida sigue severa, pero hay un matiz dulce en sus facciones
-Está bien. - cedo. - cuando iba de camino al desayuno...
Al terminar el relato de lo que me ha pasado en todo el mísero día, ellas se vuelven a mirar pero esta vez por más tiempo. Abro la boca para protestar pero como si tuvieran un resorte en el trasero saltan de la cama al mismo tiempo.
-Es tarde ama. - Jaida me arropa con más cuidado. - necesita descansar, mañana será un gran día, muy ajetreado.
-Mañana será otro día. - coincide Jane con optimismo y va tarareando una alegre canción, mientras que las dos se despiden de mi, trato de que el optimismo de Jane me recorra el cuerpo y cierro los ojos.
Ojalá, ojalá mañana sea mejor

El ContratoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang