Capítulo 54

1K 82 9
                                    

—Deberías ir al hospital.— Evan niega con la cabeza y sin soltarme la mano, nos colocamos a un lado de la acera.

Muchos policías todavía están aquí, atraparon a dos matones, sin embargo el líder logró escapar y están haciendo un rastreo por todo el lugar.

Me tenían secuestrada en algo así como una fábrica abandonada. Eso explica el olor a moho y a animal muerto.

Desde que salimos de allí, Evan no me ha soltado la mano ni un segundo y yo estoy más que feliz con ello. Me hace sentir segura y feliz. Ni siquiera me soltó cuando tuvimos que dar declaraciones a los policías sobre mi secuestro y demás detalles. Y por alguna extraña razón que ni yo misma entiendo, no les conté a los policías que Darleen fue quien contrató a los matones a sueldo y que ella también estuvo aquí.

—Evan, de verdad creo que deberías ir al hospital.—me preocupo.—Puedes tener alguna costilla fracturada…

Niega de nuevo con la cabeza y revisa su reloj. Viéndolo me pregunto ¿como será que me encontró?

—Evan.—lo llamo y deja de textear en su celular para mirarme. —¿Como sabías donde estaba?

Él me sonríe abiertamente y me muestra su celular. Yo hago una mueca sin entender. Baja de nuevo la cabeza teclea algo y aparece un punto rojo en el mapa.

Abro la boca incrédula. —¿Me pusiste un rastreador? ¿Cuándo? o mejor dicho, en qué me pusiste?

Empiezo a pensar, ¿cuando me podría haber puesto un rastreador?

—En tu celular. —Sonríe más abiertamente que cualquier otro día, pero hace una mueca por las heridas de su rostro. —El día del bar cuando te pedí tu celular y me hice una foto, lo que hice fue instalar una apk ya fabricada en tu celular y ya desde allí te puedes imaginar el resto.

La sorpresa no cabe en mí. Pasa la lengua por sus magullados labios y arruga el semblante con dolor.

Abro la boca pero él levanta un dedo para callarme. —No insistas porque no iré.

Un automóvil que reconocería en cualquier parte se estaciona frente a nosotros.

—Quiero que me acompañes al hotel, pequeña ángel.

—Pero…

—Porfavor, voy a arreglar todo éste asunto de una vez por todas.

Su mirada, su voz y su tacto. No me negaría ante él, ya no.

Asiento y le regalo una sonrisa reconfortante, nos subimos a la limusina, saludo a Robert con efusividad y nos dirigimos de nuevo hacia ese hotel, mejor conocido como hotel Rosé Mitchell.

(...)

—¿Dónde se supone que está ése impertinente muchacho? ¡Si no lo encuentran los despediré a todos!

El rugido de la señora R fue lo primero que escuchamos al entrar en el hotel, por la puerta trasera.

Los sirvientes y guardaespaldas se movían de un lado a otro buscando una manera de encontrar a Evan.

—Madam, porfavor debe calmarse. —stephen trata de calmarla. —La gente puede estar mirando...

La mirada furibunda que le dedica la señora R lo hace callar de inmediato. —Ya ha pasado la hora de la conferencia ¡no puedo estar calmada! El apellido de la familia va a quedar por el suelo, después de dejar plantadas a tantas personas…

Nosotros nos manteníamos en silencio, cuando ella se dió la vuelta y nos observó.

La señora R quedó pasmada un segundo al verme junto a Evan, y vio mi cabello confundida, ¿miedo fue lo que vi en sus ojos?, pero se recuperó rápidamente. —¿Cameron? ¿Qué haces con ésta… con ésta…?

El ContratoWhere stories live. Discover now