Capítulo 27

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-Entonces le dije que la cena estaba deliciosa y que él era increíble..
Hubo un pequeño grito de emoción, las doncellas y yo estábamos sentadas en mi habitación. Yo contándole sobre Evan y ellas escuchándome atentamente.
Salté en mi lugar al oír un carraspeo cerca de la puerta.
Las doncellas al instante se levantaron del suelo y se pusieron en una esquina de la habitación con la cabeza gacha y las manos en la espalda.
-¿Quién es increíble?. - al levantar la vista lo vi, él vestido de camisa blanca remangada hasta los codos y corbata, le daba un aire de filósofo elegante y ya que estaba con los ojos cerrados, la cabeza inclinada hacia abajo y uno de los pies descansando por la pared, era la viva imagen de la arrogancia.
Puse la espalda recta y la cama se movió con mi nueva posición.
-Es de mala educación escuchar conversaciones ajenas, Evan.
Evan abrió los ojos y desde dónde estaba podía ver claramente el brillo travieso y alegre de su mirada. Los mechones oscuros de su cabello caían desordenadamente sobre su frente, como si no le importara en lo más mínimo. Y eso era bastante sexy.. Ejem digo, lindo.
Se acomodó en una nueva posición, colocó las manos en sus bolsillos delanteros y levantó la barbilla con una pequeña sonrisa ladeada. Uuff, para ventaja mía, esa sonrisa ya la conozco. Él planea algo.
-En realidad es de mucha más mala educación hablar de alguien a sus espaldas, pequeña. - se acercó a paso relajado y rezumando confianza, eso en verdad no suele importarme pero cuando lo usa en contra de mí, me pone de los nervios. Apreté los dientes. - Y son las.. - sacó una de sus manos y miró su muñeca, en el había un reloj chapado en oro. ¿Desde cuando que lo tiene?. - Son las 2 P.M.
Se quedó frente a mí y como estaba sentada, él tenía que mirarme desde arriba. Una perspectiva muy diferente del día a día.
Abrí la boca para contestar pero él me interrumpió.
-Señoritas. - por un momento pensé que me estaba hablando a mí, pero luego dio media vuelta la cabeza. - ¿Cómo están, Jaida, Jane?
Jane dio un gritito de sorpresa y júbilo mientras alzaba la cabeza y Jaida sonrojada lo bajó más.
-Mi señor, mi ama, nosotras nos retiramos. Con vuestro permiso. - Jaida rápidamente asió la muñeca de una Jane con protestas en la boca, pero antes de que Jane pueda decir nada, Jaida ya la estaba llevando a rastras.
Parpadee tratando de entender que acaba de pasar. ¿Evan acaba de hablar a mis doncellas con coqueteo?
Entorné los ojos en sospecha.
Él me vio y me guiño un ojo.
-En realidad Jaida, Jane. - las dos se quedaron inmóviles en el umbral de la puerta. - Necesito pedirles un favor.
Seguí parpadeando tratando de entender éste interesante pero diferente intercambio de palabras. ¿Desde cuando Evan se convirtió en alguien tan... Así?
-Mi señor. - Jaida se giró aún con la muñeca de Jane entre sus dedos. - Usted sólo pida y será hecho.
-Tengo una reunión en 20 minutos. ¿Creen que podrán tenerla preparada para antes de eso?
-¿Quiere llevarla a la reunión?. - preguntó Jane sacándose del agarre de su hermana.
Miré a Evan con pavor.
¿Yo en una reunión, que requiere silencio y atención? Mi trastorno de hiperactividad por déficit de atención (THDA) va a hacer pedazos esa reunión.
-Digamos que ni ella ni yo estaremos allí para ese momento. - me miró por encima del hombro y me sonrió completamente.
Jane soltó un gritito y brinco en su lugar.
-Estará lista en 10 minutos mi señor.
Antes de que pueda abrir la boca, ésta vez fue Jane quien tiraba de una sorprendida Jaida y la llevaba al closet para prepararme.
Cuando ambas desaparecieron de la vista, Evan se agachó y me robó un pequeño beso.
Retrocedí sonrojada y él sólo rió mientras colocaba una mano y me acariciaba con lentitud la mejilla.
-Eres tan hermosa pequeña ángel
En sus ojos me veía reflejada. Una muchacha colorada en las mejillas, con las pupilas dilatadas y el cabello claro cayendo en ondas por mis hombros.
“Él te quiere” susurró una pequeña voz en la parte trasera de mi cabeza. Y por primera vez, me alegré de escuchar esa vocecita.

(...)

Quince minutos después estábamos en un automóvil, rumbo a quien sabe donde.
-¿Porqué no estamos con chófer?. - pregunté curiosa, es la primera vez que veo a Evan manejar, y ni siquiera sabía que tenía permiso de conducir.
Él contestó sin dejar de mirar la carretera.
-No se supone que el acompañante del piloto sea tan quejica. - suspiró resignado. - Esa reunión está molestándome desde hace días,y sé que se quedarán en la mansión hasta que regrese o por lo menos dormirán allí. Entonces otorgue el día libre a Robert y aprovecharé para mostrarte un lugar hermoso y donde pasaremos la noche.
-¿Y el instituto?
-Arreglado. - me miró por un segundo y me guiño el ojo.
Miré en el asiento de atrás y vi todas mis cosas, mi mochilas y mis ropas, incluidos los de Evan.
-Que eficiente. - murmure
-¿Disculpa?. - Evan preguntó con falsa indignación. - Vamos a casarnos.
El cambio de tema de conversación me dejó aturdida un segundo.
-Pues claro. -afirmo mirándolo desde mi asiento del copiloto.
-No lo entiendes. - coloca una media sonrisa en su rostro y apareció un hoyuelo. ¡Un bendito hoyuelo! Jamás lo había visto antes, pero ahora estaba mostrándose en su mejilla derecha. Es apenas reconocible, pero ahí está. - Ahora nos estamos yendo para casarnos de una vez.
Mi cara debió reflejar mi horror porque Evan empezó a desternillarse de la risa, golpeando el volante con fuerza, como si se estuviera ahogando. Lo miré fulminante mientras trataba de calmarse.
-Sólo jugaba pequeña. - se quita rastro de lágrimas de risa debajo de sus ojos. - te preocupas demasiado, sólo relájate y diviértete, que lo tengo todo bajo control.
Suprimí una sonrisa y miré por la ventanilla, los árboles pasaban y pasaban a un ritmo constante. ¿Evan el controlador, serio, frío y apático, me estaba diciendo que me relaje y que me divierta? Vaya cambio de roles.
Pasó un buen tiempo hasta que me di cuenta que empezaba a tararear y que mi tarareo se unía a otro que ya estaba antes.
La música se me hacía muy familiar, demasiado a decir verdad. ¿Porqué estoy tarareandola? Dejé de hacerlo al instante y escuché como Evan seguía haciéndolo.
Dos cosas: La primera, ¿Cómo es que conozco la música? y la última y más importante, ¿¡Desde cuando Evan tararea!?
Me pone muy contenta saber que Evan está a gusto conmigo y estoy segura que soy la única que conoce su lado relajado y feliz. De un Evan que tararea, tiene ojos traviesos y brillantes, ya no hace comentarios hirientes y a pesar de que tiene mucho peso en sus hombros, se lo ve muy bien.
Ahora que está disfrutando de la canción, me permito admirarlo mejor.
Cabello hacia atrás, con algunos mechones oscuros cayéndose a los lados, ojos fijos en la carretera pero que si volteara a verme, sabría que son de un verde luminoso, como un prado en primavera. Nariz empinada y perfectamente simétrica con sus facciones, labios carnosos, el inferior ligeramente mayor que el superior. Pómulos duros, como si fuera tallado en piedra, bien definidos.
Camisa todavía doblada hasta sus codos, y manos que cada vez más se van haciendo grandes. Sus dedos largos están dando pequeños golpecitos al volante, al son de la canción.
Que envidia, él es mucho más hermoso que yo.
-Si me sigues mirando así voy a tener que darte una fotografía. - una mirada de soslayo de su parte y sus dos orbes verdes reflejaban algo que no entendía.
-Idiota. - aparté la mirada hacia la ventanilla sonrojada.
Escuché su risa, y sus manos estuvieron en mi barbilla automáticamente. Me hizo girar la cabeza y al hacerlo vi su sonrisa, puramente orgullo masculino.
-Me encanta que me mires. - su voz bajó unas notas. - Hazlo cuando quieras y donde quieras.
Sentí que todo mi cuerpo se sonrojo y entré en combustión espontánea.
Me dio un pequeño beso en la frente apagando el motor.
-Llegamos. - anunció mirando hacia el exterior.
Seguí la línea de su visión y el aire quedó atascado en mi garganta.
¡Es otra mansión! Pero esta vez muy diferente a la anterior. Es totalmente de madera, como esas antiguas casas, lámparas como del siglo anterior adornaban cada ventana y puerta. El cristal de sus ventanas era totalmente oscuro. Y suponía que desde dentro sí se puede ver el exterior. Tiene un porche también antiguo pero con pilares macizos y al mirar alrededor no hay más casas. Sólo un camino para automóviles y aunque está muy transitado no creo que suponga un problema.
Si no hubiera estado despierta, pensaría que retrocedimos unos siglos o que estamos en una película de terror. ¡Que miedo!
Bajamos y cuando ingresamos, quedé aún más sorprendida. Es increíble, es enorme. Tiene candelabros por el techo, lámparas antiguas, muebles macizos y con tallados extraños, una escalera también de madera que sube a quién sabe donde. Cuadros abstractos y algunos famosos.
-Son todos originales. - susurra Evan y me agarra de la cintura también mirando los cuadros. - Son de mi padre.. - carraspea. - Eran de mi padre.
Hago una mueca, Evan todavía no asume que su padre ya no está.
-¿Porqué vinimos aquí?. - pregunto dando una vuelta sobre mi eje, admirando mejor la sala.
-¿Hambre?. - pregunta en cambio Evan ignorandome y se dirije hacia la cocina.
Aunque toda la casa se vea antigua y todo lo demás, pues la cocina está muy bien abastecida y tiene todo lo necesario hasta para hacer un buffet.
-¿Un sándwich estaría bien?. - pregunta sacando cosas de la alacena inferior.
-Por favor. - contesto mientras lo veo trabajar y me siento en el taburete frente a la mesa.
-Mi padre tenía una fijación bastante fuerte sobre las cosas antiguas, compró esta casa y lo remodeló como si fuesen siglos atrás. Y todas esas piezas de madera y jarrones son antigüedades, hay mucho dinero invertido aquí.
-Entonces.. - empiezo a pensar. - Esta casa valdría más que la mansión?
Evan ignora mí pregunta y termina de hacer los sándwiches, uno para mí y otro para él.
-Vamos, te mostraré el resto de la casa.
Probablemente pasamos la siguiente hora revisando los dormitorios, los sanitarios (que eran espaciosos y hermosos por cierto) y me hizo sentar en el balcón. Había una vista impresionante que me otorgaba una paz embriagante.
-No me has respondido. - susurro mientras escucho a los automóviles ir y venir por el camino.
Evan quien me está abrazando, mientras estoy sentada en sus piernas, se mueve acomodándose.
-Es el último lugar en el cual mi padre ha estado. - dice mirando hacia abajo y viendo lo que sea que haya en la autopista.
-¿Vivía aquí?. - pregunto sorprendida.
Evan niega con la cabeza mientras sus ojos se desenfocan. No me gusta para nada que haga eso, como si se estuviera retirando a un lugar muy lejos en su interior.
-Mi madre es una mujer muy... Ehmm.. Especial. - encuentra la palabra después de un segundo. - Mi padre solía escapar de ella viniendo aquí y una vez me trajo a conocer, alegando que la mansión quedaría para Ean y que ésto sería para mí.
-Evan.. Eso es.. - me rebano los sesos tratando de buscar la palabra correcta.
Él niega con la cabeza lentamente, todavía con los ojos opacos, antes de que pueda responder.
-Sólo quería sentirlo cerca de mí de nuevo.
Una cuerda invisible se cierra en mi garganta impidiéndome hablar. ¡Dios! ¿Cómo se recompone a una persona tan lastimada?. Millones de palabras se agolpan en la punta de mi lengua para consolarlo pero él rápidamente cambia mi posición, quedando una parte de mí fuera de su vista.
-¿Qué..?
Me silencia con un sonido brusco. Abro los ojos sorprendida. ¿Cuándo fue la última vez que lo hizo? Quizá cuando nos conocimos recién.
Lo veo y está con el ceño fruncido, sus ojos tan claros, observan lo que sea en la calle, pero con recelo y a la vez voraz, como un águila a punto de cazar.
Sigo la línea de su mirada y también arrugo el ceño.
Hay una furgoneta negra aparcada frente a la casa, humo sale de la parte delantera del automóvil y una muy bonita señora sale con el móvil en la oreja. Por sus gestos y su rostro no se ve muy contenta.
-¿Deberíamos bajar a ayudarla..?
Muchos otros coches pasan a su lado sin hacerle el más mínimo caso, y por lo menos pudo aparcar antes de que su coche se estropease.
Evan sigue tenso a mis espaldas. Aún con la mirada aguda. ¿Qué está viendo que yo no?
Un niño pequeño baja de la parte de atrás berreando. La mujer lo mira un instante con violencia y luego su mirada se suaviza al darse cuenta de que es su hijo. Sigue hablando con gestos brutales pero abre la puerta del acompañante y saca una pelota colorida. Creo que jamás vi tantos colores juntos.
El niño al instante deja de llorar y juega botando la pelota de plástico.
Pareciera que los coches cada vez pasan con mayor rapidez y frecuencia. Me da muy mala espina.
El niño se coloca en el lateral del camino riéndose de la pelota. Yo también me tenso notablemente.
Un segundo después fue como si todo el mundo se ralentizara.
La pelota salió botando de sus manos, un convertible rojo viniendo a toda velocidad de uno de los sentidos. El niño mirando a su mamá haciendo de nuevo el berreo, su mamá todavía discutiéndose por celular y dándole la espalda a la carretera y al niño.
Cuando me di cuenta de sus intenciones( que fue solo un microsegundo después) salí disparada de las piernas de Evan. No recuerdo como habré llegado a la primera planta, si use las escaleras o si directamente salté desde el balcón. Dada la situación no me hubiera extrañado la segunda opción.
Sólo recuerdo ver al convertible mucho más cerca, su conductor mirando algo debajo del asiento y el niño casi agarrando la pelota. Sin pensar muy bien en mis actos (cosa que hago constantemente) me lancé frente al convertible en dirección al niño. En ese instante pensé en millones de cosas a la vez, tantos pensamientos se arremolinaban en mi cabeza que no lograba captar ni un segmento por más de un segundo.
Cuando alcancé al niño, pensé: Ya está, se acabó, perdón mamá, perdón papá y perdón Evan.
Cerré los ojos esperando el impacto demoledor y directo del coche rojo, mientras el niño lloraba y se retorcía en mis brazos. Una fuerza desconocida impactó en mi dorsal y nos lanzó dando vueltas por el aire hasta seguir el mismo patrón en el suelo, traté de que los golpes me dieran a mí en la mayoría y no al pequeño niño. Escuché un sonido muy fuerte, ruedas chirriando, gruñidos, metal desgarrandose, un impacto y gritos. Me extrañó que fuera la voz de una mujer, hasta que me di cuenta que era yo la que gritaba. O tal vez fuera la madre del niño.
Hubo un silencio abismal, después de todo el desastre. Podía escuchar la sangre corriendo por venas, el sonido de mi corazón latiendo el doble por minuto, sentía el cuerpo en carne viva y palpitante. Mis músculos quedaron agarrotados y la cabeza me pesaba una tonelada.
El niño estaba debajo de mí, protegido por mi cuerpo. Poco a poco levanté la cabeza para ver que había pasado. Levantar la cabeza era todo un desafío pero creo que a la tercera vez lo pude lograr.
A pesar de tener la vista medio borrosa, pude observar que la madre del niño estaba a unos metros de nosotros tumbada boca arriba inconsciente. ¿Porqué ella estaba inconsciente?
Trate de girar la cabeza hacia la derecha para mirar a la carretera pero un dolor sordo en mi cuello me lo impidió. Gemí de dolor.
Hice caso omiso a las protestas de mi cuerpo y me levanté sobre mis rodillas, fijándome en la respiración acompasada del niño, estaba inconsciente, menos mal, no tenía ningún corte profundo y rezaba para que no tenga conmoción cerebral o algo así.
La carretera estaba hecha un desastre, parpadee varias veces tratando de aclarar mi vista. No sé si era mi imaginación o no, pero creía que la vista me estaba empeorando cada vez más.
El convertible rojo estaba empotrado en medio de la furgoneta negra, el conductor salió disparado por la ventanilla y terminó con la mitad del cuerpo en la furgoneta y la otra mitad en su coche, había mucha mucha sangre. La escena me dio arcadas.
De soslayo capte un bulto más lejos, cerca del árbol macizo de la entrada de la casa. Hubo murmullos y mucho ruido a mi alrededor. La gente de la carretera bajaba de sus coches a mirar o a ayudar, lo que sea que quieran hacer.
Pero yo seguí mirando el bulto a lo lejos. ¿Porqué no puedo apartar la vista?
Entorne los ojos y sin mediar palabra a trompicones fui hacia ese bulto. Prácticamente cada respiración me dolía. Un hombre vino hacia mí.
-Señorita por favor quédese, ya está viniendo la ambulancia, puede tener conmoción cerebral..
Y siguió hablando pero yo lo dejé atrás mientras me acercaba de a poco.
Cuando ya estaba lo suficientemente cerca casi se me doblan las rodillas.
-Evan!. - grité y corrí hacia él. - Evan, Evan despierta.
Estaba tirado a lado del árbol macizo, su ropa desgarrada y en una posición antinatural. Traté de moverlo pero mis manos se empaparon de sangre. ¿Porqué hay tanta sangre? Me fije mejor y debajo de Evan se estaba formando un gran charco de sangre. Mis manos temblaban a medida que me daba cuenta de la situación. Tenía un feo corte en la frente y su cabeza estaba empapada de ese líquido rojo.
Me fije en su respiración y empecé a llorar.
-Por favor Evan despierta, por favor.
Empecé a gritar desgarradoramente hasta que escuché que las enfermeras bajaban del coche para auxiliarnos.
Todo se volvió negro en mi visión y perdí la conciencia, pero no sin antes darme cuenta de algo que cambiaría mi vida por siempre: Evan no estaba respirando

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