Capítulo 31

942 65 0
                                    

Abbey

Prácticamente estoy saltando en mi lugar por la ansiedad.
Stephen me da una mirada entre apacible y cansada, no lo culpo, durante un hora he estado haciendo lo mismo. Preguntarán ¿Porqué? La respuesta es simple, Evan está llegando a casa.
Ayer mismo lo vi, pero aún así lo extraño de nuevo sabiendo que no me recuerda.
Pero me puse una meta y mis doncellas prometieron ayudarme, Le pusimos de nombre: Recuperar la memoria de Evan.
Comenzamos con ponerle más color y aroma a la mansión, recuerdo cuando Evan me había dado el permiso en unas de nuestras numerosas citas y al terminar la decoración, me había halagado por el dulce aroma y el toque de originalidad que le daba a la casa.

Flashback

-Sólo dilo y ya pequeña, siento que vas a salir de tu piel.
Estaba tan concentrada rompiendo en pequeños trozos la servilleta que di una pequeña sacudida al escuchar su voz.
-Lo siento. - me disculpo y veo como las demás personas en el restaurante nos miran con interés. Como había dicho Evan en un pasado "Siempre hay alguien observándote". - Es que..
-Es que?.-Evan dejó de comer y me prestó toda su atención, lo cual hizo que me pusiera mucho más nerviosa.
-Evan... Yo.. Sabes? Color..-las palabras salían sin sentido de mi boca, y solo eran balbuceos.
Evan arqueó una ceja al escuchar mi nerviosismo.
-Pequeña, llevamos meses saliendo, estas prometida a mi y serás mi esposa dentro de poco tiempo, ¿aun así te cuesta hablarme?
Inhale y exhale.
-Puedo?..
-Puedes?. - abrí y cerré la boca. Evan suspiró y me tomó de las manos. -pequeña, pídeme lo que quieras, haré lo imposible para que sea tuyo. Tus deseos son órdenes para mí.
Me sonroje muchísimo, mi corazón se hinchó hasta casi salirse de mi pecho. Carraspeé para sacarme el balbuceo.
-La mansión se ve muy sombría con todos esos colores oscuros, puedo redecorarla?
Evan pareció sorprendido por un segundo por mi petición pero luego sonrió y toda su expresión se suavizó, demostrando ternura.
-Tú puedes hacer lo que quieras Abbey, eres la dueña de mi corazón y por ende toda la mansión también te pertenece. Daré ya mismo la orden de que todo lo que necesites se te entregue y empiecen con la decoración.
-Gracias Evan..
-No des las gracias, porque no es un favor, es un placer.

Fin Flasback

Escucho como el auto llega y prácticamente bajo las escaleras corriendo, mientras mis doncellas tratan de seguirme el paso y decirme que no corra.
Cuando estoy por llegar al último escalón desacelero y veo a Evan entrar, Robert lo trae prácticamente cargando y puedo ver en su cara que tiene dolor. Sin embargo su rostro se arruga en molestia y empieza a mirar a toda la sala con unos ojos gélidos y totalmente mordaces. Instintivamente me escondo detrás de una puerta que está en el pasillo.
-¡Stephen!. - grita y me encojo en mi lugar, jamás lo había escuchado tan enojado. - ¿Qué carajos?
Se desprende bruscamente del agarre de Robert y por más que siente dolor no lo muestra, sin embargo si muestra su total descontento.
Amo. - Stephen trata de mantener su voz neutral, y hace una reverencia. - ¿hay algún problema..?
-¿¡Un problema dices?! Hay más de un maldito problema. -Evan señala las paredes y las flores gesticulando de forma brusca. - ¿Quién mierda ha cambiado mis cosas?
Stephen carraspea y mira de soslayo hacia mí, Evan sigue la línea de su mirada y me apresuro a esconderme tras la puerta del pasillo. No sé si logró verme o no, pero éste Evan me da miedo, no es igual a cuando lo conocí.
-Amo Evan. - Stephen habla. - Los colores y las flores fueron idea de su prometida y usted mismo ordenó que se haga lo que la señorita Howland dijera al pie de la letra.
-¿Señorita Howland?. - su voz suena completamente molesta, como si no fuera una persona sino un estorbo, una basura. No me quedé a escuchar lo que habrá contestado, estoy muy dolida para eso. Las lágrimas amenazan con salir, nublandome la vista.
Al llegar a mi dormitorio encuentro a mis doncellas en mi cama, hablando en susurros.
-¿Cuando llegaron hasta aquí?. - sé que mi voz no suena normal, pero es porque casi empiezo a llorar. Las dos al instante dejan de hablar y me observan. Jaida tiene una mirada de preocupación y para hacerlo más extraño, increíblemente Jane también está sería, no me dedicó ninguna sonrisa ni está tarareando nada.
-Debemos avisarle. - dice Jane bajito mientras mira a su hermana mayor.
-No está confirmado. - contesta Jaida tratando de poner esperanzas en esa frase. - no tienes porque alterarla o preocuparla por algo que todavía no pasa.
-¿Qué es lo que no me están contando?. - Arrugo el entrecejo y miro de Jaida y Jane muchas veces.
-Mi señora. - Jaida hace una reverencia. - no es nada, necesitamos marcharnos para prepararle su baño. Con su permiso.
Jaida se lleva consigo a una muy sería y silenciosa Jane, lo cual me hace preguntarme. ¿Qué está pasando?
Me acuesto en la cama y miro al techo. Instintivamente toco la gargantilla que Evan me había regalado, se siente cálida al tacto, pero el recuerdo me duele.
Sin querer me voy durmiendo, tratando de entender, qué voy a hacer para solucionar toda mi vida.

(...)

Unos murmullos me despiertan súbitamente, y miro a mi alrededor.
Jaida y Jane están gesticulando rápidamente y hablando por lo bajo, cerca de la puerta cerrada de mi habitación.
-¿Porqué me están ocultando cosas?. - pregunto somnolienta. - ¿Qué hora se supone que es?.
Mis doncellas dan un pequeño brinco por el susto y las dos me miran sorprendidas.
-Mi ama. - se acerca Jaida. - Nos ha dado un gran susto.
-Lo siento. - murmuro y bostezo.
-¿De qué están hablando?. - Jane abre la boca para contestar pero Jaida se le adelanta.
-Cuando vinimos a buscarla la encontramos durmiendo ama, y no quisimos despertarla, pero ya son las 10 PM y al amo Evan no le gustaría verla con el mismo vestido para la hora de la cena.
Abro los ojos sorprendida, ¿Evan va a cenar conmigo?
-Bien, a darse un baño!. - hablo y salto de la cama para poder estar presentable para Evan, de seguro si me ve con uno de mis vestidos habituales, recuerde algo. Me siento extrañamente motivada, quiero que me recuerde, o por lo menos, algo de lo que pasamos juntos.
Jaida me dedica una pequeña sonrisa y Jane aparta la mirada. ¿Qué les pasa a estas dos?
Llevo más de media hora sentada sola en esta mesa larga, golpeo con un pequeño ritmo rápido debajo de la mesa con mis tacones. ¿Dónde está Evan?
-Stephen. - llamo al mayordomo, que se acerca y se coloca bien los lentes. - ¿Dónde está Evan?
-Ya hace tiempo que lo llamé ama, pero de seguro se volvió a dormir, subiré a ver..
Miro el reloj gigante del comedor.
11:30 PM
Suspiro y niego con la cabeza.
-Déjalo Stephen, ha salido recién del hospital, no puedo presionarlo así. - Stephen me mira compasivo. -Ya me voy a dormir.
-¿No comerá ama?
Me levanto y miro los manjares frente a mi.
-Lo siento Stephen, se me fue el apetito. Haz llegar mis disculpas a la cocinera por favor.
Con aire cabizbajo voy a mi dormitorio, con mis doncellas, siguiéndome rezagadas.
Esto está poniéndose difícil, ¿no es así?
Ni siquiera dejo que mis doncellas me cambien, las mando directamente a dormir ya que es tarde y ellas se levantan más temprano que yo.
Tampoco me cambio yo misma, ni siquiera tengo voluntad para ello. ¿Para qué? Si Evan no se va a despertar temprano.
En los brazos de morfeo, no hay ningún problema.

(....)

El estómago me empieza a gruñir y me cambio de posición para poder dormir de nuevo. Quizá deje de molestarme.
Ésta vez me gruñe tan fuerte que siento como si hormigas me estuvieran agujereando el vientre.
Abro los ojos y miro al techo, no veo absolutamente nada. Todo está en la oscuridad.
¿Porqué tengo tanta hambre?
Me doy una palmada mental cuando recuerdo la causa. No cené.
Miro en mi mesita de noche.
3:45 AM.
Mierda, a esta hora todavía nadie está despierto. No importa, tengo hambre y no voy a poder seguir durmiendo si es que sigo así.
Bostezando me levanto casi a rastras y me dirijo a la cocina, a decir verdad, es como una de las pocas veces que he estado aquí y eso que ya he pasado bastante tiempo viviendo en esta mansión.
Empiezo a sacar cosas de la alacena al azar, en realidad no tengo ni idea de qué voy a preparar, pero con el tiempo se me va a ocurrir algo.
Después de un tiempo empiezo a familiarizarme con los ingredientes y donde se encuentran, creo que podré arreglar todo de nuevo cuando termine sin que sepan que estuve aquí.
No me he dado cuenta de la hora hasta que vi los primeros destellos del sol, entrar por la ventana de la cocina.
Miro el mesón, bueno la verdad que lo que preparé no se compara en nada a lo que Evan sabe hacer pero por lo menos será comestible.
Me siento y comienzo a comer tranquilamente, a decir verdad ya no tengo tanta hambre como hace horas, pero de igual manera como lo que hice.
Unas muy apuradas y hermosas doncellas entran en la cocina, discutiendo algo.
-Ya está aquí, ya está aquí, debemos decirle.. - Jane miraba a su hermana mayor pánico.
-Tranquila Jane, vamos a..
-¿Quién ya está aquí?. - interrumpo su conversación y ellas en cámara lenta se fijan en mí. - Y no se atrevan a decirme que nadie porque os juro que..
-Darleen. - dice Jane con temor en los ojos. - Darleen está aquí.
Levanto ambas cejas. - ¿Quién es Darleen?
Jane abre la boca pero Jaida niega con a cabeza y toma la palabra.
-Darleen no es importante, debemos cambiarte y arreglarte antes de que ella llegue...
Abro la boca pero el timbre suena en la sala de espera.
Mis doncellas, al instante se tornaron pálidas.
-Ella sí que ya ha llegado. - susurra Jane y mira hacia la puerta.
El ambiente se ha tornado de repente gélido y tenso, hasta el sol se ha escondido, tengo miedo esta vez de preguntar quien es ella, pero Jaida contesta a mi pregunta tácita.
-La señora R.
Y allí, sentada frente a un mesón de cocina, con mi vestido mugriento y el rostro lleno de harina, un viernes, a las 6 AM, mi vida se ponía de mal en peor.

El ContratoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon