Capítulo 24

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-¿Color favorito?
-Azul y ¿el tuyo?
-Rosa
Bufó divertido.
-¿Qué?. - pregunté medio molesta, medio divertida.
-Es que casi la mayor parte del tiempo estás usando ese color, así que ya me lo suponía.
Subo los hombros con inocencia.
-No es mi culpa que a ti no te gusten los buenos colores.
Él ríe entre dientes y agarra un mechón de mi cabello rubio retorciéndolo entre sus dedos.
Hoy es un día muy extraño, en el sentido de que no hemos hecho nada. Casi literalmente.
Cuando desperté temprano como de costumbre estaban allí mis dos doncellas, siempre pulcras y bonitas. Y me pregunté, si ellas me despertaban super temprano, ¿entonces qué hora ellas se despiertan para estar así de bonitas y completamente preparadas? Misterios qué no puedo resolver, cuando las vea de nuevo les voy a preguntar sobre ello.
Pero como iba diciendo, cuando desperté mis doncellas me habían arropado otra vez diciéndome que tenían órdenes directas de que hoy no salga de la cama. Yo obviamente, una bendición así no iba a rechazarla, aunque estuvo en la punta de mi lengua la pregunta. Antes de que me dé cuenta, ya estaba durmiendo otra vez.
Cuando desperté la segunda vez, fue al medio día y tenía hambre. Miré a mi derecha y encontré una bandeja de plata con comida encima del escritorio a lado del computador. Mi estómago gruñó como reconocimiento del apetito que cargaba, pero entonces recordé a Evan, ¿Dónde estaría ahora?
Había recorrido los pasillos interminables hasta que me topé con su dormitorio. Tengo la maldita costumbre de ingresar sin tocar y pues eso hice. Lo encontré desparramado boca para arriba, con un brazo doblado usándolo como almohada y aparentemente nada de ropa, la sábana estaba toda arrugada en torno a su cintura y la única tela a la vista. Me ruborice como siempre y cuando había tratado de salir volando de allí, él me lo había impedido.
-Si no entras me cabrearé. - advirtió y abrió un ojo somnoliento.
Jadeé al escuchar su ronca voz por su reciente despertar e hizo estragos en mi estómago.
Yo recuerdo vagamente haber asentido y luego haber comido con él.
Había aparecido como por arte de magia una bandeja de comida allí también, o bueno, puede que ya estuviera allí, pero no me había dado cuenta por una "distracción" en la cama y... Vale vale, debo sacar mi mente de las alcantarillas.
Después de comer y para salud de mi corazón Evan había salido con la sábana en mano y se había vestido en el baño, no sin antes haberme guiñando un ojo como sabiendo mis pensamientos impuros. Maldito.
Luego de eso nos habíamos acurrucado en su espaciosa cama, disfrutando de la vida en pereza. Desde allí nos habíamos hecho preguntas sobre nuestras vidas, porque según él, no nos conocíamos suficiente (por más que ya estaba viviendo con él varios meses).
Yo estaba descansando la cabeza en su pecho, tenía una pierna subida en su muslo y él me abrazaba para acercarme más a su costado.
-Sabes pequeña?. - Evan siguió jugando con el mechón de cabello y suspiró. - lamento que te hayas enterado sobre la historia de mi familia de esa forma.
-No importa, de todos modos no me incumbe.
-Es decir, sabía que debía contarte lo de Ean y todo pero.. - siguió como si yo no hubiera hablado. - todavía no te conté de mi padre verdad?
Negué con la cabeza disfrutando de la calidez que desprendía su cuerpo.
-Él era un padre tan leal, respetuoso y... - arrugó el ceño un segundo. - diría cariñoso pero en realidad eso no fue. Él era un ejemplo a seguir y yo lo amaba muchísimo por encima de todo. Aparecían cosas en mi dormitorio cuando despertaba y aunque él hacía lo posible para no tener el crédito, yo sabía que él era el responsable de eso. Lo amaba pequeña.
-Qué pasó?. - mi voz sonaba agarrotada, recordé que también había ayudado a mis doncellas y eso dice mucho de él.
-Un año después de que Ean se fue, la presión lo consumió. Como Ean fue preparado para ayudar y él escapó, mi padre tomó los roles él sólo. No había nadie que lo ayudase más que él. Yo no podía tomar su lugar, yo no fui preparado ni entrenado como Ean y apenas tenía un año de estudio. Me ofrecí muchas veces pero mi padre siempre alegaba de que no estaba preparado, y bueno, al final murió por estrés.
-Lo siento mucho Evan...
-Ya ha pasado un año. - negó con la cabeza y miró al techo. Tenía un aire muy melancólico.
-Hablando de Ean, ¿Dónde está?
Él se tensa un momento y luego se relaja.
-Se fue. - fue su única respuesta seca
-¿Cómo que se fue?
-Pues se fue, pequeña, partió de nuevo rumbo a dónde sea que estuvo estos dos años.
-¿No se despidió?
Subió un hombro aburrido, y di por sentado que ese tema ya finalizó.
Pasa unos momentos más en donde cada uno está sumido en sus pensamientos cuando se me ocurre algo.
-Evan, porqué estás aquí?
Evan automáticamente me mira y alza ambas cejas, dejando mi cabello en paz.
-Me estás echando de mi propio dormitorio?. - sonaba muy divertido y sus labios se crisparon.
-No no no. - niego rápidamente. - lo que quiero decir es porqué estamos aquí, hoy es viernes y teníamos instituto.
Evan suspiró y volvió a mirar al techo. El brazo que está por debajo de mí lo relaja y empieza a pasarme la mano por mis costillas, con caricias perezosas.
-Has pasado mucho en poco tiempo pequeña, necesitas por lo menos un día de descanso ya sea física como mental.
-Pero...- Arrugo el ceño y recorro con un dedo su pecho. - ahora eres el heredero de toda una empresa, se supone que debes estar en reuniones, haciendo informes y un montón de cosas aburridas.
-Un montón de cosas aburridas eh?. - me mira por el rabillo del ojo. - pues todas esas obligaciones las mandé por un tubo
-Pero...
Levanta un dedo silenciadome
-No hay peros, estoy aquí porque quiero y puedo. No hay otra explicación.
Suspiro pesadamente, había olvidado lo testarudo que es. Justo cuando estoy a punto de replicar, suena mi celular.
Es un mensaje de mi mamá. Me siento al borde de la cama y abro el mensaje.

El ContratoWhere stories live. Discover now