Capítulo 56

1.1K 83 8
                                    

Estoy decidida, así que subo mis brazos y me aferro a su espalda. Es ahí en donde empieza mi preocupación.

Gime de dolor y yo me aparto al instante. —¿Te hicieron mucho daño?

Evan levanta de nuevo mis brazos y hace que lo rodee. —No dejes de abrazarme.

Aprieto los labios y asiento, él se inclina de nuevo y hace maravillas en mi oreja. El gemido que salió de mi boca no lo pude detener y hasta me dió vergüenza.

Me muerde el lóbulo de la oreja y lo lame. Una oleada indescriptible me recorre la espina dorsal. Nunca en mi vida había sentido tanto placer, no de éste tipo de placer por lo menos.

Baja besando suavemente todo el camino de mi cuello hasta terminar en mi clavícula.

Mordisquea esa parte de mí anatomía y me retuerzo debajo de él, inquieta sin entender
qué busca mi cuerpo.

Ataca de nuevo con ferocidad mis labios y trato de darle lo que tanto anhela. Está impaciente y con ganas de más, mucho más.

Siento como algo duro, contento y mucho más impaciente de atención golpea una parte de mí anatomía que no sabía que también necesitaba atención. Porque con esa pequeña fricción siento mis bragas mojadas. ¿Qué..?

Las manos de Evan serpentean por mi cuerpo, por mi torso, palpa con gusto y con convicción. Empieza a trazar caricias circulares en mi cintura y siento como puedo tocar con las manos el cielo, el paraíso.

Sus manos bajan un poco más, levanto el trasero por inercia, ayudándolo a quitar por completo el vestido azul por hacia abajo. En una mano sostiene su peso para no aplastarme y la otra ya está cerrandose por mi cadera. Un poco más y va a tocar mis bragas..

Evan se aparta un poco y me sonríe orgulloso, porque sabe lo que causa en mí y en mi cuerpo. Estoy jadeante y con sudor perlando mi frente. —Preciosa.

Me sube una vergüenza estúpida justo ahora. Empiezo a rodar por la cama y quedar hasta el otro extremo.

—¿Abbey?. —Evan no entiende si hizo algo mal o no.

—Es vergonzoso. —Susurro boca abajo y cubriéndome con su camisa. —Soy la única que está tan nerviosa, tú solamente eres tú y tienes toda la seguridad, despreocupado...

Suelta una risa ronca pero no tiene ni rastro de diversión. —¿Estás bromeando verdad?

Me atrapa bajo sus brazos y su pecho está pegado a mi espalda.

—No bromees en una situación así.— susurra mortalmente serio.—¿No te das cuenta? Mi corazón late desbocado, quiere salir de mi pecho, y solo es por ti, pequeña ángel. No, ya no eres una pequeña ángel.

Eso sí llama mi atención por lo que giro la cabeza para mirarlo a la cara. —¿Porqué?

Creo que mi tono y mi rostro habrán denotado mi decepción porque rápidamente sigue la oración. —No eres una pequeña ángel, porque hoy demostraste ser una guerrera, fuerte, poderosa al igual que...al igual que..Una Diosa.

Completa la frase y me da un beso en la mejilla. Él no mentía, siento su corazón en la espalda y prácticamente lo puedo escuchar. Me encanta tanto afectarlo como él me afecta.

—¿Crees que estoy despreocupado? Es imposible estar despreocupado cuando tengo a la mujer que es mi tesoro, entres mis brazos. A una Diosa, incluso...

Doy media vuelta, totalmente sorprendida ante sus palabras y quedamos frente a frente.

Mariposas en el estómago, capacidad de flotar y pisar el cielo, sentir que eres invencible y que podrías gobernar el planeta con solamente esa persona a tu lado. Tu cuerpo con fuerza suficiente y necesaria como para soportar el peso del mundo si es necesario por esa persona especial. Mirar a sus ojos y poder ver constelaciones, estrellas, cuerpo azules. Esas son algunas sensaciones que te produce el amor. ¿Y quien creen que va a explotar de sensaciones justo ahora?

El ContratoWhere stories live. Discover now