Capítulo 55

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—Es una vista hermosa.

No evito el tono maravillado y alucinante de mi voz. Estamos en el piso más alto del hotel y puedo ver prácticamente toda la ciudad, desde el gran ventanal del dormitorio. Las luces encendidas de los otros edificios y las grandes casas dan un espléndido color a la noche oscura.

—¿De verdad está bien que estemos en un lugar así?.—volteo a ver a Evan quien se está quitando el saco despacio cerca de la puerta. Creo que no debe ser bueno quedarnos porque de seguro es mucho dinero.

—Es muy tarde. —se empieza a aflojar la corbata mientras me mira. Me remuevo nerviosa ante su atenta mirada. Tal parece que puede ver en mi interior y yo quedo expuesta ante él. —Y no quiero que tus padres te vean con todos esos moretones y cortes antes de que yo te las pueda curar. Así que está bien.

Abro la boca preocupada por mis padres, ahora que él lo menciona, los recordé. (sí, soy una pésima hija) pero él me corta, leyéndome el pensamiento. —Ya avisé a tus padres.

—¿No te dijeron algo?.—Creo que si fue mi padre quien le atendió la llamada pues le habrá dicho unas palabras muy coloridas. Niega con la cabeza. Me sorprendo. —¿De verdad?

Ignora mi comentario y desaparece tras la puerta del baño, para luego traer consigo una pequeña caja blanca.

—Sientate. —ordena y yo arrugo el entrecejo. —Vamos ángel, siéntate en el sofá porfavor.

Apunta al sofá que está a un paso de mí. Bien, me lo ha pedido porfavor y hasta suavizó su voz. Llega hasta mí, se arrodilla y me sonríe desde lo bajo sacando las cosas útiles para desinfectar heridas.

Empieza despacio, pasa con suavidad por mis rodillas, el algodón bañado en alcohol. Siseo por las raspaduras ( que ni siquiera sabía que tenía) y él se detiene, se disculpa con los ojos y sigue pero con mucha más suavidad.

—¿Porqué tienes cortadas en el muslo?.—Evan muerde con fuerza su mandíbula, inhala y exhala con rapidez. Pasa el alcohol también por allí, sube hasta mis brazos y hombros y está más tenso que una cuerda de arco de tiro. —¿Qué exactamente te hicieron allí, ángel?

Tardamos un buen rato haciéndolo. Empecé contándole como llegué al hotel, lo del falso reportero hasta terminar cuando él llegó al rescate. Tuve que hacer varias pausas, porque Evan se ponía iracundo al escuchar todo lo que tuve que pasar, antes de que él llegara.

Terminó de curar mis heridas y hasta puso bandas con colores y flores, en donde había las cortadas más largas. Guardó con rapidez la caja en el mismo lugar y volvió, para quedarse un poco más cerca esta vez.

Siguió mirándome con profundidad, sus ojos verdes parecen transmitir algo con fuerza que no logro comprender. Miro a todas partes tratando de ubicar algo con lo cual hacer que desvíe su mirada de mi ser.

—¡Aquí hay muchas golosinas!.—Empiezo a quitar las golosinas del pequeño estante y metiendo unos cuantos en mi boca. Me mira divertido entre sorprendido así que empiezo a recorrer la estancia hasta dar con el baño. —¡Mira esto, Evan!.—grito desde el baño pero vuelvo cuando me doy cuenta que me siento tonta gritando estando tan cerca. —¡Hay una tina con un dragón que expulsa agua caliente! Como en la televisión!

No puedo parar de hablar. —¿Sabes? la televisión engaña y mucho, pensé que sólo hacían leones en las tinas, porque todo el tiempo pasaban en los infomerciales leones de todo tipo, pero ahora encuentro a una cabeza de dragón que expulsa agua caliente para una relajante y exquisita ducha, no encuentro el sentido en…

Me mantenía mirando hacia el baño bastante elegante y costoso, hablando a toda velocidad que estaría segura que Evan no me entendía ni una sola palabra, sino fuera porque sentí su pecho en mi espalda y sus brazos rodeandome en un abrazo cálido, haciendo que mi patético balbuceo se detuviera.

El ContratoWhere stories live. Discover now