Capítulo 34

923 80 1
                                    

Bien, ya quedó decorado completamente el despacho de Evan. Quise hacerlo en su dormitorio pero ni jamás me atrevería a tocar algo de allí sin que esté presente. Me parece muy íntimo.

Su despacho huele a masculinidad y a él mismo.
Del techo cuelgan lazos verdes, azules y blancos, pero en mayor proporción azules, que es su color favorito.

Mis doncellas están colocando los regalos (todos hechos o comprados por mí) como deben de estar, mientras yo arreglo lo demás.

-Chicas. - me giro hacia ellas. - Estoy muy nerviosa, ¿y si no viene? O peor aún, ¿y si viene y rechaza todo?

Las gemelas se miran entre ellas y comienzan esa conversación tácita que me pone de los nervios.

-No se preocupe ama. - dice Jane con una hermosa sonrisa. - nos encargaremos de que pase todo correcto.
-Exactamente, todo saldrá bien, lo llamaremos y cerraremos la puerta para que ningún otro sirviente ande de chivato.- apoya la mayor de las gemelas.
-Os amo chicas. - digo y nos fundimos en un abrazo. - os siento en mi corazón, ¿Qué haría sin vosotras? Sois mis mejores amigas.
-No perdamos más tiempo. - dice Jane parpadeando repetidas veces. - Iré a buscarlo, de seguro anda durmiendo.

Asiento y ella sale del despacho dando saltitos y tarareando una alegre melodía.
Quince minutos después, Jane todavía no ha regresado.

-¿Porqué crees que no ha regresado?. - pregunto nerviosa y empiezo a morder mis uñas
-¡Ama arruinará su manicura!. -. Jaida me hace bajar la mano, y la miro disculpándome - No lo sé, iré a ver, quizá sólo Stephen la mandó a hacer algún recado.

Sale también del despacho y está vez me quedo sola admirando todo el lugar.
Ojalá, ojalá que sí le guste.

Cinco minutos después llegan las dos, mortalmente serias.
-¿Dónde está...?
-Ama, se solicita su presencia en la sala principal. - Dice Jaida y Jane baja la cabeza.
Mis cejas se hunden en interrogativa. La sala principal sólo se utiliza para eventos importantes.
-Vale, pero ¿Qué..?
-Tenemos cosas que hacer ama, con su permiso. - Me corta Jaida y las dos haciendo una reverencia salen disparadas del despacho, dejándome completamente confundida.

Suspiro y empiezo a caminar para bajar los escalones hacia la sala principal. Vale supongo que el festejo será más tarde.

Se me ocurre la idea de pasar por el dormitorio de Evan, pero está muy alejado de su despacho, además no querrá que se le moleste.

Escucho mucho revuelo y susurros para nada disimulados en la sala. Bajo por completo las escaleras y veo que todo el personal está en formación como en esos programas de la milicia que dan en televisión, e incluso los guardias de la mansión también.

-¿Pero qué les está pasando a todos?. - Stephen llega y se coloca correctamente sus gafas, mientras me hace una reverencia como salido. - El amo Evan está todavía durmiendo...

Veo a mis doncellas también formadas en esa fila y me desconcierta.

-¿Dónde está la chiquilla?. - Una voz extrañamente melodiosa pero firme me paraliza, estoy justo de espaldas a esa voz y un escalofrío pasa desde mi nuca hasta la terminación de mi espina dorsal. - EXIJO que..
-¡Señora!. - Stephen se vuelve blanco al ver a la persona que está a mis espaldas. - No me han dicho que ya estaba aquí..
-Como siempre el personal es una basura. - dice ésta vez y ya la siento completamente cerca. Una sensación extraña me inunda por completo - ¿Y tú niña? ¿Qué esperas para formarte con las demás sirvientas allí?

Doy media vuelta en cámara lenta y lo que vi me impactó.

Una mujer baja, quizá de mi altura, de piel bronceada, pero es de ese bronceo que sólo se consigue con mucha paciencia y dedicación. Sus cabellos oscuros, negros, caen de forma uniforme y pulcra hasta la cima de su trasero. Sus labios rojos, gruesos pero naturales me dieron envidia, su nariz perfecta, como si se hubiera hecho la rinoplastia, y sus ojos. ¡Madre mía! Sus ojos cautivan, cautivan como una fiera fingiendo ser pacífica para tragar a su presa.

El atuendo que lleva es un uniforme bordó que acentúa su cintura de quizá sesenta centímetros. Sus tacones negros del mismo color que su camisa.
Cuando vuelvo a levantar la vista ella me está observando con una sonrisa en el rostro.

Automáticamente un mal presentimiento se instala en mi pecho. Su sonrisa no es amigable.

Como si hubiese estado observando por muchos años como las demás personas lo hacían y lo tratara de imitar pero aun así, siguiera sin entender del todo el concepto.

Lo que hizo que los escalofríos se vuelvan erráticos fue una cosa completamente distinta, sus ojos eran de color verde.
Un verde que yo conocía muy bien.

Caí en cuenta de que todo este tiempo estuve en silencio y observándola, pero que también ella lo había hecho, con la diferencia de que lo hizo con ojo crítico.

Carraspeé para sacarme el estupor.

-No soy una sirviente. - contesto cuando recuerdo lo que dijo. - Soy..
-Ya sé quien eres. - habló interrumpiendo mi oración. - Una sirviente no vestiría la seda que tiene todo tu vestido.
Automáticamente mi cabeza quiere bajar y mirar el vestido bonito que traigo pero mi orgullo es más fuerte y levanto la cabeza para enfrentarla.
-Así que tú eres Abbeville Howland, eh?. - pregunta.
-Sí, encantada señora. - le tiendo la mano pero al instante sus ojos se entornan casi imperceptiblemente hacia mí, por lo que solo la bajo e nuevo. - ¿Usted es?
-Soy la dueña y señora de toda esta casa, como también de todos los bienes Jones . - comenta y su sonrisa se ensancha, cuando abro mis ojos de par en par. - Pero para las personas soy Rebeca Abramson, mejor conocida como la Señora R.

Yo creo que si una persona muere de paro cardíaco sería porque su cuerpo no ha podido soportar tanta información de sopetón. Y doy gracias de que mi corazón sí siga latiendo aunque creo que se ha saltado un latido en esa confirmación.

Esos ojos verdes me analizan completamente, cada respiración que doy, cada gesto. Pero es tan diferente a los ojos de Evan, en él se ve indiferencia, mientras que en la señora R se nota la ambición y crueldad.

Ahora entiendo perfectamente porqué Jaida y Jane actuaron de esa manera.

-Mi Señora. - Stephen cree que es el momento oportuno para conseguir que su lengua funcione. - Pase por favor, ha hecho un viaje muy largo, ya debe estar listo su alcoba para pasar a refrescarse.

Y con un gesto de cabeza dos de las sirvientes rompen la formación y suben corriendo las escaleras para preparar su habitación.

-Primero lo primero. - aclara y se gira hacia mí de nuevo, poniendo todo el peso de su mirada espeluznante sobre mi rostro. - Llamad a mi hijo, que hay asuntos que zanjar.
-Mi señora, ¿puedo preguntar de qué se trata?. - Stephen suena mucho más preocupado y a mi la ansiedad me corroe el interior.
-Claro mi fiel mayordomo. - su voz, todavía melodiosa pero con un toque que todavía no sé diferenciar, se vuelve dos niveles más suave, lo que hace que a mí, mi sexto sentido se active y empiece a estar totalmente alerta. Tiene una belleza particularmente cruel y tengo razón, su sonrisa es todo menos amable, lo confirmo, con la afirmación que hace un segundo después.

-He venido para cancelar el compromiso entre ésta señorita y mi único heredero.

Solamente tengo una cosa que decir: Mi corazón ha dejado de latir.







Vale, vale no me maten, es mejor tarde que nunca no?. Espero que este capítulo les haya gustado Creaciones y les deseo una Feliz Navidad atrasada y un muy muy muy próspero y genial año nuevo.
Estrellita o comentario para que suba más capítulos y sepa que les gustó.
Nos vemos en el siguiente capítulo Creaciones ♥️♥️♥️😍😍😍

El ContratoWhere stories live. Discover now