Vestidor

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POV Milluki

La situación estaba en sus manos perfectamente controlada, algo que era más que natural conociéndose a sí mismo y al testarudo camarero que por fin estaba reaccionando a sus encantos, y es que, puede que fuera un poco retrasado en actuar el pobre, pero se le perdonaba por ser tan perfectamente sexy y varonil; de hecho su actitud incluso terca lo hacía más deseable, sobre todo para ese momento donde ya lo tenía comiendo de su mano, o mejor dicho, de su cuerpo, porque para ese momento el camarero prácticamente deseaba devorárselo tanto como lo hacía él, besando sus labios con lujuria y malicia. 

Lograr llevar a Leorio a ese nivel de respuesta lo tenía totalmente complacido, era obvio que le gustaba tanto como a él, aunque sería realmente un retrasado mental si no lo hiciera porque, ¿quién no se enamoraría del perfecto y escultural Milluki? Si es que su cuerpo no había sido esculpido por los dioses o los ángeles entonces tenía que ser alguna especie de regalo para el mundo. El caso es que conseguir lo que seseaba con ese delicioso camarero tenía a Milluki saltando internamente, totalmente feliz y satisfecho con sus logros y con unas ganas enormes de que Leorio se rindiera completamente ante él, ya se lo podía imaginar cómo su esclavo o una especie de sirviente desnudo solo para su servicio... Ese sueño le mareaba la cabeza desde hacía varios días y no podía negar que recrear la situación le hacía relamerse los labios y también lamer los de Leorio, que en ese momento respondía cada contacto gustoso de la vida. 

Milluki siempre había deseado entrar en esa tozuda cabeza y en esos momentos que devoraba los labios y el pecho del menor en su mente seguía preguntándose, ¿qué rayos estaría pensando Leorio ante sus actos? Probablemente tendría su terca cabeza muy confundida o se estaría pateando moralmente por sucumbir ante él, pero eso lo hacía mucho más divertido, si ese que no era un juego le estaba pareciendo mejor que muchas relaciones obtusas y monótonas que había tenido, sin duda el camarero valía la pena. Pensando en ello se alejó de los labios de Leorio, provocando que el menor gruñera, haciendo que él mismo alzara una ceja curioso ante tal muestra de reclamo que le pareció deliciosa, definitivamente él se dejaría hacer lo que fuera por semejante espécimen, aunque primero se divertiría, por supuesto, así que bajó al cuello del menor, mordiéndolo y besándolo traviesamente por toda la extensión, sobre todo en el lugar donde sobresalía su manzana de Adán.

Sus manos recorriendo esa piel levemente tostada y esos jadeos deliciosos encendían más los sentidos de Milluki, provocando una sonrisa maliciosa y traviesa en su rostro... Por supuesto, que Leorio empezara a jugar en su cuello fue una sorpresa agradable y grata, tanto que no pudo controlar sus propios jadeos, él no tenía porqué negarlo, siempre le había gustado el menor y ahora que lo tenía ahí disfrutarlo y gemir no le molestaba para nada, de hecho jadear era lo que menos le importaba. –Mmm... Sigue... Leorio... Tócame más.- Le susurraba con deseo, sintiendo como se apoderaba de su cuello y su piel blanca y suave con sus manos y boca. 

No pudo evitar la sonrisa y morder su labio inferior al sentir las caricias en su cintura, espalda, muslos, llenando el ambiente con esos roncos y deliciosos jadeos, provocando que rápidamente llevara sus manos a ese cabello que jaló un poco para mirar los ojos del menor y sonreír casi con deleite por la imagen. –Sin duda majestuoso, el mejor de todos.– Agregó mordiendo el labio inferior de Leorio para lamérselo tentadoramente.

Se sentía totalmente en el paraíso, bueno, el lugar desentonaba un poco, pero ese no era problema ya que esa era solo una probadita, una deliciosa probadita de un manjar exquisito que se dejaba hacer bajo sus garras felinas, y que también hacía por su lado con esa fuerza, y mostrándole con cada nueva caricia o beso que también lo deseaba. –Mmmm... Sigue tocándome precioso, eres realmente maravilloso.– Decía Milluki sonriendo y disfrutando de las caricias en su cuerpo, sobre todo las que eran dadas en su cadera y muslos, el camarero estaba bajando a terrenos peligrosos, obvia señal de deseo, y eso ponía a Milluki en las nubes, aunque también le indicaba que pronto debían finalizar eso... La razón, una obvia... Nadie se mete con el orgullo de Milluki Zoldyck, incluso el camarero hermoso también era castigado, no había privilegios para los que osaban retarlo, y eso lo descubriría en ese momento... Muy pronto...

Escuchar ese también me gustas fue la señal de su triunfo, y no pudo sentirse más feliz consigo mismo. –Ya lo sabía amor... Solo te faltaba admitirlo...- Agregó mordiendo suavemente el lóbulo de la oreja derecha del menor, contestando su beso, dejándole paso dentro de su boca para que la violara todo lo que quisiera por unos cuantos segundos.

Las caricias en su trasero le sorprendieron un poco, pero no le molestaron para nada, el cuerpo de Leorio pedía mucho más que unas cuantas caricias de él y eso lo complacía sobremanera, entonces sintió la mirada que lo devoraba, una mirada intensa y que le decía "quiero metértelo" al cien por ciento, algo que le hacía sonreír con malicia cada vez más, encantado con las reacciones de Leorio. –Mmm... Alguien tiene un amigo en el pantalón que está por escaparse.– Agregó, pues había sentido bajo su cuerpo la dureza evidente en el pantalón del menor, otra señal que incrementaba su ya de por si abultado ego.

[KilluGon/GonKillu] Amor EngañosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora