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Cuando despertó tenía el cabello en la cara y la almohada babeada. Sentía la boca pastosa y aún estaba bastante adormilado, así que se sentó y se frotó los ojos mientras miraba a su alrededor algo confundido.

Pronto todo le cuadró, estaba en la universidad y aquella era la primera mañana allí. Sonrió. Miró a su lado, pero Michael se había ido ya, posiblemente a desayunar, y solo quedaba su cama echa un revoltijo al lado.

Miró la hora en su celular, eran las siete y cuarto, aún le quedaban cuarenta y cinco minutos para entrar. ¿Dónde estaban las duchas?

Salió de la habitación a paso lento producto del sueño, sin haberse peinado y con la cara llena de baba seca. Tenía aún una expresión que lo hacía lucir un muerto viviente, pero quería encontrar las duchas. ¿Había llevado ropa?

Se abrió la puerta de al frente, dejando ver a Brian, que estaba completamente vestido con una camiseta blanca, unos jeans oscuros, zapatillas negras y con los rizos algo húmedos.

— ¿Y tú? ¿Eres extra de la Guerra Mundial Z? —le dijo riendo, Roger le devolvió una risa irónica y un ligero golpe en el brazo que fue tan lento como un caracol.

— Tengo sueño —dijo simplemente y con la voz ronca.

— ¿A qué hora te dormiste? —siguió riendo Brian.

— No sé... no me acuerdo —respondió arrugando el entrecejo—. Hace sueño.

— No puede hacer sueño, Roggie —rió ya por tercera vez.

— En mi hipotálamo hace sueño —masculló frotándose un ojo.

— Bueno, ¿y en tu hipotálamo no te dijeron que tenías que llevar ropa y toallas para ir a las duchas?

— ¿Hay duchas...?

— Sí, Roggie.

— Ah, cierto... —bostezó—. ¿Dónde diablos están esas porquerías?

Brian volvió a reír y lo condujo a la habitación para que llevara algo para vestirse, Roger seguía medio dormido, y cuando ambos se sentaron en la cama a rebuscar en la maleta del rubio, este último se dejó ser sobre el hombro de su novio, aún sintiéndose medio dormido y cerrando los ojos.

— Vamos, despierta —lo zamarreó con ligereza y Roger se enderezó para volver a frotarse los ojos y bostezar—. Te ves hermoso en las mañanas, bebé.

— Estás jodiéndome... ¿no? —preguntó sin lograr despabilarse, pero poniéndose de pie. Brian se echó a reír.

— No, siempre quise que mi novio fuera parte del elenco de The Walking Dead —siguió, esta vez Roger sonrió.

— Y yo siempre quise que mi novio fuera un poodle mojado —dijo agachándose a la maleta para buscar qué ponerse.

— ¿Ves? Soy el chico de tus sueños —apoyó la espalda contra el colchón mientras miraba a Roger que seguía rebuscando en el suelo.

— Bueno, eso no te lo niego —rió levemente, finalmente sacando una camiseta de Pink Floyd, unos jeans negros rasgados, zapatillas y un gorro de lana.

— ¿Para qué el gorro? —Brian arrugó el entrecejo.

— A veces me da frío —se encogió de hombros—. Vuelvo en un rato —besó sus labios suavemente y se dispuso a salir de la habitación, sin embargo Brian tomó su mano haciendo que cayera a su lado.

Grown Up [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora