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Brian lo abrazó devuelta e hizo que lo mirara. Se horrorizó al verlo golpeado, sangrando y con lágrimas en los ojos, obteniendo una mirada llena de desesperación por su parte.

— ¡D-Dios mío! —exclamó y le acunó el rostro con una mano, mientras Roger se dejaba reposar en esta aún asustado y con lágrimas en los ojos. Se las secó con el pulgar suavemente—. ¿Quién fue el imbécil que te hizo esto?

— ¡N-No sé, no me acuerdo! —exclamó—. B-Bri, por favor vámonos, quiero irme a casa... p-por favor...

— Solo dime quien fue —pidió intentando calmarse—. Dime quién fue para matarlo aquí mismo.

— N-No me acuerdo cómo se lla-llama... —se limpió el ojo.

— Bueno... —suspiró—. Yo lo voy a averiguar, pero ahora voy a llevarte a casa. Necesitas descansar.

— ¡Q-Quiero a mi mamá! —sollozó y lo volvió a abrazar fuertemente.

— La llamaré cuando lleguemos, Roggie —dijo al borde de las lágrimas—. ¿Puedes caminar? Yo te llevo.

— S-Sí, sí puedo —aseguró. Brian asintió, lo tomó con cuidado del brazo para llevárselo al auto.

Roger miró el lugar donde ocurrió todo y se mordió el labio, lo que le dolió más de lo normal, puesto que este estaba partido por los golpes.

Brian vio algunos rastros de sangre en el asfalto y se estremeció. Lo rodeó con un brazo y lo ayudó a subirse al auto.

— ¿Quieres escuchar música?

— Bueno... —musitó.

Brian partió el auto tras un suspiro y transitaron por las pobladas calles londinenses.

Cuando llegaron al departamento de Roger, Brian lo ayudó a bajar y a pasar hasta el ascensor. El rubio abrió la puerta al llegar con su llave. No había nadie.

— ¿Estás más tranquilo?

— Creo...

— Roggie —le tomó ambas manos y lo miró a los ojos, Roger rehusó su mirada—. Necesito que me digas quién te hizo esto y por qué. Por favor, mi amor.

— N-No me acuerdo —musitó.

— Está bien —dijo y le acarició la mejilla, Roger emitió un quejido leve al sentir el ardor del roce contra la herida—. Voy a sanarte, ¿sí?

Asintió y se quedó en su sitio mientras Brian buscaba un botiquín. Cuando lo encontró, volvió.

— Bien, bebé... ¿bebé? —preguntó y se extrañó al no verlo allí—. ¿Roggie, dónde estás?

Buscó en la casa, hasta que lo encontró en su habitación, frente al espejo, mirándose con el semblante triste. Brian suspiró y se puso con él para luego abrazarlo por la espalda. A Roger le dolió, puesto que aún estaba adolorido, pero no dijo nada. Solo tomó una de las manos de Brian que se entrelazaban frente a su estómago y la sujetó débilmente.

— Me dijeron cosas feas, Bri —murmuró.

— Yo voy a encargarme de ellos —dijo Brian al instante y besó su cuello de forma suave. Roger sintió el acostumbrado cosquilleo.

— No sé si puedas —dijo en el mismo tono—. Me tiraron al suelo y me golpeé en la cabeza. Estoy algo mareado y no recuerdo quiénes eran.

— Ven, entonces —lo tomó suavemente de la mano y lo sentó en la cama. Él se sentó a su lado y sacó el botiquín para comenzar a curarle las heridas. Roger emitía ciertos quejidos de dolor cuando Brian palpaba el algodón sobre su pálido y herido rostro—. Tranquilo, mi amor, ya casi termino.

Grown Up [Maylor]Where stories live. Discover now