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Aquel día Roger iría a su primera práctica como biólogo. Quedaban algunos meses más de clases, y en vez de ir a la universidad, debería ir a aquel laboratorio, donde gracias a algunos contactos, pudieron contratarlo. La paga no era tanta, al menos no como le pagarían en un futuro, pero si ahorraba, y si encontraba un trabajo estable tras la graduación, podría pagar el alquiler del departamento que querían por más de seis meses, que era lo que le alcanzaba.

Algo nervioso y emocionado a la vez, ingresó al recinto junto con su mochila, para luego caminar por la recepción. Grandes ventanales se apoderaban de las paredes exteriores, mientras que las demás poseían bonitos cuadros o fotos de algunos de los miembros más importantes del equipo científico que componían los trabajadores. Al fondo de la sala, delante de una pared que separaba dos pasillos, se encontraba un mostrador moderno de madera en forma de ce, y una recepcionista tras un ordenador que amarraba su castaño cabello en un tomate hacia arriba. Las baldosas eran negras con detalles blancos que emulaban el mármol, y hacían un leve sonido al ser pisadas, además de estar decorado con algunos sillones blancos y azules, mesas pequeñas de vidrio, y algunos floreros.

— ¿En qué puedo ayudarle? —preguntó la recepcionista al verlo acercarse.

— Ahm... vengo por la práctica —respondió—. Roger Taylor.

— Oh, sí, está en los registros —dijo ella tras buscar su nombre en el ordenador—. Piso siete.

— ¿Dónde está el ascensor? —preguntó.

— En el pasillo de allá —lo señaló.

— Muchas gracias —sonrió y se dirigió al lugar.

Miraba los alrededores, el edificio era realmente moderno y estéticamente hermoso. Roger lo había notado desde afuera, cuando se bajó del autobús, todo por la gran arquitectura del lugar. Había supuesto desde un inicio que sería igual de moderno por dentro.

Al entrar al ascensor, apretó el botón que decía "siete" escrito en números romanos y se dedicó a esperar mientras subía. Claro, aprovechó de mirar por la ventana que lograba verse desde el ascensor. Una larga hilera de vidrio que se hacía presente por toda la altura del edificio y que concordaba con el aparato.

Una vez detenido este, se emitió un pequeño ruidoso y las puertas se abrieron. Roger salió aún mirando a su alrededor, dándose cuenta que los pasillos eran similares a la recepción. Decidió caminar para buscar algún letrero en alguna puerta, encontró varios, hasta el que buscaba. Tocó la puerta, y un hombre de mediana edad le abrió.

— ¿Qué desea?

— Vengo como alumno en práctica... —explicó—. Trabajaré seis meses aquí.

— Oh, sí, tenemos algunos alumnos en práctica —concordó el hombre—. ¿Su nombre?

— Roger Taylor.

— Un gusto, Roger, soy Phil Lawrence y trabajo aquí como zoólogo.

— Igualmente, señor Lawrence —le estrechó la mano.

— Oh, solo llámame Phil —le dijo—. Vamos a ser colegas, ¿no?

— Eh... está bien.

— Bueno, pasa —le sonrió—, hay mucho que mostrarte.

(...)

Brian caminaba nervioso por su habitación de universidad. De un lado para otro y mirando la hora de vez en cuando.

Pese a sus planes iniciales, que habían resultado fallidos, el rizado tenía como objetivo proponerle matrimonio a Roger. Esa misma noche.

Grown Up [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora