Brian seguía enfermo.
Roger cada vez se había preocupado más por él. Las fiebres no bajaban, seguía durmiendo casi todo el día y seguía sintiéndose igual de mal, así que llamó a la enfermera de la universidad para que fuese a verlo.
— ¿Cuánto tiempo lleva enfermo? —preguntó a medida que lo examinaba.
— Una semana y media —respondió Roger. Brian se dejaba examinar mientras sudaba por la fiebre.
— ¿Y la fiebre no le ha bajado?
— No, al contrario, ha subido —suspiró.
— Primero tenía treinta y nueve... después... cuarenta y dos... —respondió Brian decaído.
— ¿Algún otro síntoma además de los que ya dijo? —preguntó.
— Eh... el martes se desmayó —dijo.
— ¿Le duele la cabeza?
— Sí —dijo Brian.
— Bueno... no puedo dar diagnósticos, así que le recomiendo que lo lleve a un médico lo más pro ro posible —dijo—. Puede ser peligroso.
— Está bien —dijo Roger—. ¿Conoce a alguno?
— Sí, el doctor Andrews —convino la enfermera—. Deberías llamar, a veces cuesta conseguir hora.
— Está bien —dijo Roger—. Muchas gracias...
— No es nada —respondió y tras despedirse, se fue.
— ¿Cómo sigues, mi ovejita? —preguntó Roger sentándose a su lado en una silla.
— Horrible —respondió con la voz ronca—. Pobre Will... tiene que dormir en tu habitación con Mike...
— No es malo dormir en la misma habitación con Mike —rió Roger.
— Una vez peleamos y estuvo todo el rato durmiendo ahí —dijo Brian—. Y ni cuenta se dió.
Roger rió al recordar eso.
— Sí, recuerdo —dijo entre risas—. ¿Necesitas algo?
— Quiero estar contigo...
— Estoy aquí contigo —tomó su mano y le dio un ligero apretón—. Y no me iré.
— Lo sé... —sonrió y tosió un poco. Roger le dio el vaso con agua y él bebió.
— ¿Quieres hacer algo?
— No puedo hacer nada —rió levemente.
— Yo te lo hago —dijo, Brian lo miró extrañado y con las mejillas rojas—. ¡No eso, cochino! —rió—. Me refiero a que si quieres leer, puedo leerte yo, o que si... no sé, algo así.
— Ah... —dice—. Claro, léeme.
— Bien —dijo—. ¿Qué quieres leer? ¿El quinto libro de la saga que me diste? Porque está buenísimo y de verdad quiero saber qué pasó con los padres de Seth y Kendra.
— ¡Has estado leyéndolos! —exclamó sonriendo.
— Quizás. Un poco —dijo—. ¿Por qué crees que cada cierto tiempo te falta un libro?
— ¡Sabía que eras tú! —exclamó y tosió.
— Te va a hacer mal —sonrió—. Y si sabías, ¿por qué nunca me dijiste nada?
— Porque te amo y te prestaré todos los libros que quieras —respondió.
— Aw... yo también te amo, pero no presto libros —besó su frente—. Sigues con fiebre... voy a pedirte una hora.
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Grown Up [Maylor]
FanfictionPorque la rosa negra que clavaba sus espinas sobre el trigo que flotaba en el agua se fue, siendo reemplazada por lo que su corazón merecía. [Iniciada 16 de septiembre de 2019] [Segunda parte de Childish] [Portada por @NoahIsntReal]