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— Eso es todo, la clase ha terminado.

Tras las palabras del maestro, los alumnos comenzaron a guardar sus cosas y a salir uno a uno del salón. Brian fue el último en salir y caminó con la vista gacha hacia los dormitorios para dejar sus cosas.

— ¿Sabes? Creo que tus zapatillas son muy lindas, lo noté cuando vi que mirabas tus pies —le tomaron la mano y elevó la vista para encontrarse con los ojos azules de Roger—. ¿No has sabido nada más?

— Nada —respondió Brian entrelazando sus dedos—. Solo lo que hablé en la mañana con mi mamá.

— Tranquilo, todo va a estar bien —aseguró el rubio para intentar tranquilizarlo.

— ¿Y cómo estás tan seguro? —musitó.

— Bueno... honestamente no puedo estarlo —admitió—. Pero sí puedo apoyarte y darte fuerzas para salir adelante.

— Gracias —respondió aún cabizbajo.

— Sabes que me tienes a mí para lo que sea, ¿no es así? —preguntó. Brian asintió.

— Gracias, de verdad.

— No tienes que agradecérmelo, Bri —sonrió Roger—. Es lo menos que puedo hacer por ti. Solo estoy devolviéndote la mano.

— No es tu obligación.

— No, pero quiero hacerlo.

Brian lo abrazó por los hombros mientras seguían caminando y besó fugazmente su cabeza. Decidió cambiar el tema y Roger no pudo oponerse, así que el resto del camino hablaron de temas coloquiales. Las clases ya habían terminado y aún no tenían exámenes, así que no tenían nada que hacer y no se dieron prisa.

Luego llegaron, entraron esta vez a la habitación de Roger y se sentaron sobre la cama de este mientras seguían hablando de lo que fuese. Pronto el celular de Brian sonó. Ay madre. Nervioso, atendió.

— ¿Mamá? —habló—. Ya veo... ¿ya le entregaron entonces el examen? ¿Y qué decía? —abrió la boca un momento—. ¿Q-Qué?

Roger lo miró preocupado.

— C-Comprendo, voy para allá, nos vemos —cortó.

— ¿Qué te dijo? —preguntó Roger nervioso.

— Le encontraron un tumor —dijo atontado, como si no fuese capaz de creérselo.

— ¿¡Qué!? —preguntó Roger exaltado—. ¡Diablos, hay que ir para allá!

Rápidamente se levantó y sacó una chaqueta del armario, para luego correr a la habitación de al frente y sacar una para Brian, quien seguía sentado en la cama estupefacto y sin lograr reaccionar.

Se dejó guiar por Roger hacia la parada de autobuses, donde tomaron uno en dirección al hospital. No pensaba, mi reaccionaba, solo se repetían una y otra vez las palabras «el doctor encontró un tumor» en su mente. Sin detenerse.

Cuando llegaron, Ruth May estaba en una silla al lado de su esposo con el rostro afligido. Brian solo en ese instante logró reaccionar y soltó el agarre de la mano de Roger para acercarse a su progenitor, que yacía sobre una camilla.

— Hila, hijo —le sonrió. Se notaba menos débil que el día anterior, pero el tumor le preocupaba.

— Hola, papá... —saludó devuelta—. ¿Cómo te sientes?

— Mejor —respondió—. Tu madre ya te dijo... ¿no es así?

Él asintió.

— Bueno, Brian, quiero que sepas que... fuiste el mejor hijo que pude tener —dijo—. No lo olvides nunca, estoy orgulloso de ti.

Grown Up [Maylor]Where stories live. Discover now