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Y así pasaron los días hasta llegar al ultimo del año.

Brian terminaba de arreglarse para salir con Roger. Se había duchado con anterioridad y se había peinado, ya estaba listo.

Así que se despidió de su madre y salió de su casa rumbo al departamento de Roger en su auto.

La avenida estaba siendo muy transitada por todas las personas que saldrían. Los cotillones y las luces no faltaban, mientras que se oía música proveniente de varias casas. El típico ambiente de Año Nuevo, que la mayoría disfruta. Bueno, ni a Brian ni a Roger les volvía locos el Año Nuevo, pero supusieron que salir no estaría mal.

Decidió estacionar unas cuadras más atrás, quizás después no encontraría dónde y no estaría mal caminar un rato a través de la nieve y las estrellas. Cuando vio unos árboles conocidos, reconoció el edificio donde vivía su novio. Así que entró por el vestíbulo ya acostumbrado —pese a que no lo había visto en un largo tiempo—, y tomó el ascensor hasta el departamento correspondiente.

Roger abrió la puerta sonriente. Como siempre, llevaba un atuendo con tonos neutros y rojos, además de sus zapatillas rosadas con brillo que comenzaba a volver a frecuentar. Brian sonrió al ver su imagen y le dio un piquito en los labios a forma de saludo.

— Te ves precioso —le dijo.

— Tú igual —le sonrió.

— ¿Estás listo para irnos? De donde estaremos, se verán los fuegos artificiales.

— Claro, solo déjame despedirme de mi mamá —dijo el rubio y desapareció por unos momentos para luego volver—. Te desea buen año.

— Dile que yo también.

Tras aquello, salieron del edificio y caminaron de la mano a través de las calles Londinenses mientras a menudo miraban las estrellas. Llegaron a donde Brian había estacionado el auto y subieron. Afuera estaba helado, así que fue una especie de alivio.

Colocaron música y partieron. El mismo ambiente se repetía en todas las calles, y en la que se encontraba su destino, no fue la excepción. Bajaron del auto viendo las luces decorativas y entraron. El lugar era una especie de salón de eventos que había sido arrendado para la ocasión. Lo primero que uno veía al entrar, era una canasta con cotillón variado para colocárselo. Ambos declinaron, les daba lo mismo básicamente, así que entraron.

La música y las luces de neón inundaban todo el lugar. Habían numerosas personas bailando, y los animadores afirmaban que quedaban dos horas para la medianoche.

— ¿Qué te parece? —preguntó Brian.

— No sé —respondió Roger mirando el lugar—. Es bastante grande.

— Creo que solo hay gente de la universidad —observó el mayor—. ¿Quieres algo para beber?

— No, gracias, jamás en mi vida volveré a tomar cerveza. Aunque el sabor era bueno. Mucho. Ok, me gustó y probablemente vuelva a beberla, pero no a emborracharme —aseguró.

— Bien —rió levemente Brian—. Te traeré soda entonces.

— No... no me dejes aquí solo —pidió mirando a todos lados, logrando reconocer a algunos de los odiosos.

— Está bien, ven conmigo —sonrió y caminaron de la mano hacia las bebidas—. ¿Pepsi, Coca Cola o Fanta?

— Elige tú —se encogió de hombros y volvió a mirar a su alrededor algo abrumado por la multitud.

Brian le sirvió soda y se la entregó. Roger comenzó a beberla.

— ¿Cuál crees que será la cara de William cuando sepa que volvimos? —preguntó Roger y Brian rió levemente.

Grown Up [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora