«37»

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Cuando la ambulancia llegó al hospital, Roger bajó casi al instante del auto de Michael y corrió hacia donde se llevaban la camilla de Brian.

Tuvo que esperar en la sala. Aquello se le hacía desesperante y quería gritar. William caminaba nervioso con las manos en los bolsillos, mientras que Michael estaba sentado al lado de Roger con la cabeza hacia atrás. Ruth, la madre de Brian, iba en camino desde Liverpool, donde había ido a ver a una amiga.

Al rato llegaron Vincent y Prudence, que saludaron a Roger con un abrazo. El rubio no había dejado de llorar en ningún momento y ya tenía los ojos notoriamente hinchados. Agradeció que hubieran ido a verlo.

La espera comenzaba a hacerse cada vez más eterna. Le propusieron que durmiera un poco, puesto que ya era tarde. Se negó. Quería estar cuando llamaran a algún pariente de Brian.

Sin embargo, aquello nunca pasó.

Roger se acercó asustado a preguntar por el estado de su novio. La secretaría siquiera lo miró. Vincent notó aquello y se acercó.

— Señora, mi hermano le está hablando —dijo.

— Sí, lo oí —respondió ella—. Y dime señorita, que no soy vieja.

— Uy, lo lamento, pensé que tenía sesenta —se disculpó en tono irónico y la mujer lo miró mal—. Mi hermano le estaba preguntando algo. Dígnese a responder que para eso está.

— Habla.

— Podrías ser más educada —siguió Vincent—. Por algo es secretaria y no la doctora.

La mujer soltó un bufido molesto.

— Mi... mi novio... ¿sabe algo...?

— No tengo idea quién es tu novio —interrumpió ella.

— Brian May...

— Ah —dijo—. No, no tengo idea, siéntate.

Roger suspiró y le hizo un gesto a Vincent para que fueran a sentarse. Él negó.

— No nos iremos hasta que me responda del estado de mi cuñado —dijo.

— Tú no vienes a imponer nada aquí —reclamó la secretaria.

— No, pero puedo dejar una linda queja en el libro de reclamos, ¿Qué le parece?

— Haga lo que quiera, nadie ve ese libro —dijo.

— ¿Y sí hablo con tu supervisor? —intervino ahora Roger—. Porque le diré algo, mi pareja está grave, no sé nada de él de hace seis horas y una secretaria está mirándonos en menos y siendo una maleducada. Disculpe, pero si quiere trabajar o aunque sea convivir con el resto, debería dejar de actuar como si tuviera un palo en el trasero y comenzar a comportarse con modales.

La mujer lo miró con la boca abierta sin saber qué decir.

— Habitación quinientos doce —dijo simplemente, Roger agradeció y corrió a la habitación.

Cuando llegó —bastante cansado—, notó que el doctor estaba allí anotando algunas cosas. Al entrar más, vio a Brian entubado y con varias máquinas conectadas a él. Una presión se hizo presente en su pecho y una lágrima resbaló por su mejilla.

— Oh, buenas noches —saludó el médico al verlo entrar—. Ahora iba a ir a hablar con usted...

El médico se dedicó a explicarle lo que le había sucedido a Brian. Varios términos fueron entendidos por el rubio, gracias a sus estudios, pero otros lo dejaron algo perplejo y solo atinó en tomar la mano de su novio que para su suerte, seguía tibia.

Grown Up [Maylor]Where stories live. Discover now