19

1.1K 153 64
                                    

— Hola —dijo entrando a la habitación.

— Viniste a verme —sonrió Brian.

— Claro que sí —admitió con las mejillas rojas—. Dije que no te dejaría solo, ¿no?

— Sí, lo dijiste —dijo Brian aún sonriendo. Roger se sentó a su lado en una silla.

— ¿Jugamos uno?

— ¿El de las cartas? —preguntó.

— No, el del Twister —bromeó Roger y Brian rió con ganas—. Claro que sí, bobo, el de las cartas —sacó en mazo de su mochila y comenzó a repartir para luego dejar una carta sobre una parte de la camilla estable.

Así que comenzaron a jugar al uno.

— ¡Hey, eso es trampa! —reclamó Roger.

— ¡Claro que no! —exclamó Brian—. Si tengo varias amarillas se pueden tirar todas juntas, uno.

— Eres un tramposo.

— ¡Son las normas del juego!

— ¿De cuál? ¿De la versión "beneficio para Brian"? —preguntó divertido.

— Siempre que jugamos al uno termina así, ¿no? —rió Brian.

— Terminó distinto la primera vez —dijo Roger colorado.

— Sí, terminó en que te caíste al suelo.

— ¡Perdí el equilibrio! —reclamó rojo.

— Igual lo siguiente fue bueno —recordó.

— Sí —admitió con una sonrisa boba y tras reaccionar agitó la cabeza.

— ¿Aún recuerdas cómo fue?

— B-Bueno, sí —dijo—. No voy a mentir, tampoco mentiré en decir que me gustó mucho en aquel momento, y...

— A mí también me gustó —interrumpió.

— Eran otros tiempos —murmuró Roger—. Bien, lo admito, ganaste, voy a repartir de nuevo...

— Rog —llamó y tomó su muñeca de forma suave—. ¿De verdad recuerdas esa vez?

— Sí —lo miró a los ojos—. La recuerdo.

— ¿Me lo contarías por favor? —pidió.

— T-Tú estabas ahí —tartamudeó.

— Sí, pero quiero oírlo —se justificó—. De ti.

— Bien —accedió—. Esa vez fuimos al parque. Llevábamos como... ¿dos meses? Por ahí, llevábamos como dos meses saliendo y... nos sentamos en una banca a jugar. Yo estaba muy a la orilla y por molestar al ir ganando, me caí.

— Tenías puestas tus zapatillas rosadas. Las con brillitos.

— Sí —sonrió al pensar que Brian recordaba eso—. Y... cuando me caí, me puse a reír en el pasto. Tú... tú reíste también y te acostaste a mi lado.

Brian sonrió mientras lo escuchaba. Roger intentaba a veces rehusar su mirada, con las mejillas rojas como dos tomates, que para Brian hacían juego con el color de cabello que llevaba. Pensó que se veía adorable, tenía ganas de besarlo, pero no podía.

— Y... b-bueno, me tomaste la mano, la besaste y...

— Te puse flores en el cabello.

— Me pusiste flores en el cabello —hablaron al mismo tiempo y sonrieron al recordarlo—. Luego... me dijiste que me veía muy bonito, y...

— Precioso —corrigió—. Te veías precioso.

— G-Gracias... y... luego recuerdo que te besé. Correspondiste y... luego nos abrazamos y estuvimos así hasta que oscureció. No nos soltamos, incluso cuando comenzó a llover. Y... solo cuando empezaron a salir truenos tuvimos que irnos, porque a mí me daban miedo...

— Fue perfecto... —dijo Brian pensando en voz alta.

— Sí, creo que lo fue —sonrió mirando al suelo.

— Rog, me preguntaba si quizás, algún día puedas...

— ¡Hola, Bri! —saludó una tía de Brian entrando.

— Hola, tía —saludó, Roger se hizo a un lado mientras la mujer saludaba al de rizos.

— ¡No te veía de hacía seis años, querido! ¡Cómo has crecido!

— La ultima vez que me viste era un puberto de trece cuya voz parecía una trompeta descompuesta.

Roger escondió su risa por aquel comentario.

— ¡Y ahora mírate! ¡Tan alto y tan apuesto! —exclamó encantada—. ¿Y la novia donde esta,

Ahí Roger casi escupe el agua que estaba bebiendo en aquel momento.

— De hecho, tía, es novio —dijo y la mujer lo miró asombrada—. Pero... no importa, no estamos saliendo.

— Bueno, si eres feliz con eso... ¿quién soy yo para juzgar?

— Vaya... gracias —dijo Brian más asombrado que su misma tía.

— Hm... yo... voy a esperar afuera —dijo Roger y salió.

— ¿Es él? —preguntó ella.

— Era él —respondió Brian algo triste.

— ¿Terminaron? ¿Y por qué vino a verte entonces?

— Porque es el mejor —dijo simplemente.

— Si es así quizás deberías intentar recuperarlo, ¿no es así?

— Sí... creo que tiene razón —dijo—. Eso intento.

— Te diré lo siguiente, de que te ama, lo hace, sino no hubiera venido a verte. Yo digo que luches por él.

— Gracias, tía.

— Es lo mínimo, cariño.

(...)

Roger estaba sobre su cama, ya había vuelto de la universidad por el término del año académico.

Era tarde y seguía despierto mirando al techo, pensando en todo lo que había pasado en ese poco tiempo.

Brian había intentado quitarse la vida, ¿cómo podía estar tranquilo?

Seguía amándolo y aquello era lo que provocaba su nerviosismo. Fue lindo haber recordado aquel día en el parque. Lindo y triste.

Aún tenía la imagen de Brian en ese momento. Claro, se veía más joven, habían pasado tres años, pero su expresión radiante y sus ojos avellana que lo miraban con amor aún lo hacían sonreír. Aún podía sentirse abrazado de él, oliendo su aroma y disfrutando del calor y amor proporcionado.

Aquel era un tiempo en el que todo parecía extremadamente fácil. Su relación con Brian había empezado de forma fugaz. Tan solo tres meses de amistad y habían comenzado a ser novios. Para haber sido todo tan rápido, había también sido muy verdadero. Muy real. ¿Y entonces por qué terminó todo tan mal?

Claro, lo había perdonado, por supuesto que lo había hecho. El pensar que Brian pudo haber muerto estando ellos aún peleados lo estremecía. ¿Qué hubiera hecho en ese caso? Nada lo traería devuelta.

Agradeció a todo quien le escuchase porque su ex novio estaba vivo. Porque no estaba muerto. Lo amaba demasiado aún como para no preocuparse. 

De a poco fue comprendiendo la razón de que su corazón fue incapaz de dejar de amar a Brian. Quizás su destino era acompañarlo, independiente de si fueran novios o no. Quizás debía estar con él en los momentos difíciles y no dejarlo solo.

Siendo honesto, Roger no tenía idea de la razón, solo hacía suposiciones. Pero algo sí sabía, y eso era que no lo abandonaría.

Por nada del mundo.


Grown Up [Maylor]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang