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Los meses fueron pasando. Roger estaba sumamente contento con su empleo, sin embargo, ya era hora de graduarse, y por ende, también de irse.

Así que el rubio entraba a su último día trabajando en aquel laboratorio. Sin dudas había sido una práctica fructuosa y emocionante, y también, claramente pudo ahorrar bastante, irían a ver el departamento ese mismo día en la tarde.

— ¡Hola, Rog! —lo saludó uno de sus colegas—. Último día, ¿eh?

— Sí —respondió con una sonrisa—. Solo debo dar un último análisis a la bacteria y ordenar mis cosas. Dejé listo el tipo, los efectos y también anoté algunas cosas del animal amazónico. El primero es un protozoo, se presenta en varios colores y según el estudio provoca tifus y sarna, según lo que contagió el tejido muerto. Bueno, el animal es un reptil y es pariente de la iguana. Está todo en los archivos y ya los respaldé.

— Estupendo —le sonrió su colega, Phil—. Te diré algo, te ofrecería que te quedaras de forma permanente, pero sabes que eso solo te perjudicaría por falta de experiencia.

— No se preocupe, señor —le sonrió.

— Pero sí te recomendé a otro laboratorio —respondió—. Te harán una entrevista y te llamarán. Les di tu celular.

— ¿En serio? —preguntó emocionado.

— En serio.

— Muchísimas gracias! —exclamó contento—. De verdad... no sé cómo agradecerle...

— No tienes qué, demostraste que serás un excelente profesional y solo puedo desearte suerte. Además necesitarás trabajo para tu departamento con tu prometido y para tu boda.

Roger asintió con emoción y agradecimiento y tras decir que iría a revisar las bacterias, se dirigió a ello.

Así que se colocó los lentes especiales, se amarró el cabello, se puso una bata, guantes y una mascarilla y fue a cumplir su última labor.

Se sentó en una silla y comenzó a observar el microorganismo que llevaba estudiando los últimos seis meses, viendo su desarrollo. Roger decía que era "su hijo", puesto que había ayudado a cultivarlo y había observado su desarrollo a lo largo del periodo.

— Veamos, Bactery, hagamos un último vistazo —dijo a tiempo que acomodaba el microscopio—. Maldita sea, voy a extrañarte, estúpido protozoo.

Anotó lo que vio, los cambios y su comportamiento, y salió de la habitación para sacarse la indumentaria y lavarse las manos. Luego ordenó sus cosas. Ya era bastante tarde, el sol comenzaba a oscurecer.

Tras terminar, se despidió de sus colegas y salió contento y a la vez triste, pero emocionado por lo que el destino le depararía. Claro, no era su primera práctica, puesto que en tercero también había hecho una, pero la anterior había sido mucho menos emocionante, lo habían mandado a hacer clases de biología en una escuela, y claro a veces le costaba poner en orden a los alumnos, sin contar el hecho que Roger decía que no había estudiado biología para ser profesor.

Cuando llegó a su casa —puesto que las clases habían acabado hacía unos días atrás—, tanto su madre, como Brian lo esperaban, para poder ir con este último a ver el departamento.

Tras un rato hablando, ambos enamorados partieron a ver el lugar donde sería su nuevo hogar. Estacionaron fuera y por suerte, la asesora de ventas había llegado hacía poco. Entraron al lobby, que era pequeño, con algunos sofás y unos cuadros. Al fondo estaban los ascensores y las escaleras, así que tomaron el primero. La mujer apretó el botón que tenía un número ocho escrito, y el ascensor comenzó a subir.

Cuando este abrió las puertas, caminaron hacia la que tenía un número ocho, seguido de un guión y un dos, y la asesora abrió la puerta utilizando una llave.

— Es un lugar pequeño —dijo mientras ingresaban—, pero el tamaño hace que el precio baje considerablemente. La renta es de seiscientos euros al mes, ya que cuesta sesenta y ocho mil euros en total para comprarlo, y los dueños se fueron hace tiempo, y volverán en cuatro años ¿Quieren echar un vistazo?

— Claro —respondieron.

— Esta es la sala de estar, sirve de living comedor y tiene grandes ventanas que sirven para una linda luz diurna. Caben perfectamente un sillón, un televisor, y el comedor, incluso si acomodan mejor, también caben más sillones. Todo depende de la decoración usada. Como ven, al fondo está la cocina; consta de encimeras, un horno, lavavajillas y el refrigerador viene incluido. Bueno, sigamos.

Caminaron a un pequeño pasillo, con tres puertas.

— La de la izquierda es la habitación principal, caben dos camas, y algunos muebles. El armario viene con la casa, y como ven, tiene un balcón con vista al Thames y a la ciudad. Pueden salir a verlo, si quieren.

Así que eso hicieron, abrieron el ventanal y salieron al balcón. La vista era realmente hermosa y podían ver toda la ciudad, incluido el río. Pusieron sus manos muy juntas en el ventanal, los anillos resplandecían a la luz de las estrellas y sonrieron al ver aquel espectáculo. Luego, volvieron a entrar.

— La habitación secundaria es bastante más pequeña. Cabe una cama y unos pocos muebles. También puede ser usada de oficina o de otra cosa en caso de no ser utilizada. Al fondo está el baño, tiene una bañera que incluye una ducha, además del retrete y el lavamanos. Hay también estanterías y alacenas para guardar artículos de aseo u otra pertenencia, además tiene una pequeña ventana para la ventilación.

— ¿El barrio es seguro? —preguntó Brian.

— Muchísimo, además hay algunos guardias que cuidan de noche. Les gustará mucho.

— Vamos a hablarlo y le daremos una respuesta —dijo Brian. La mujer asintió y los dejó solos.

— ¿Qué te parece? —preguntó Roger.

— Es muy cómodo —respondió Brian—. Y no es caro.

— Para nada, nos alcanzaría bien el dinero, y en tres años podemos ahorrar para comprar una casa.

— Si adoptamos un bebé nos cabría la cuna en nuestra habitación o en la suya, y estaríamos al frente.

— La vista es muy linda y cuatro años es un buen tiempo.

— Es suficiente tiempo para poder establecernos como matrimonio y tener una buena situación económica —concordó Brian.

— Y no estás ni lejos de la universidad, ni del departamento de mi mamá, ni de la casa de la tuya. Además, el metro está casi al lado.

— No tenemos tantos muebles como para llenarlo, así que no es problema que sea pequeño.

— Mientras más pequeño más unidos estaremos.

— Eso sale en los pitufos, Roger —rió Brian.

— Déjame tranquilo —río también.

— Lo siento —rió un poco.

— Podríamos poner fotos nuestras en los muebles.

— Como una familia —sonrió Brian—. Y también tendremos que conseguir adornos para cuando sea navidad.

— ¡Sí! ¡Hay que comprar un gran árbol! Podemos ponerlo al lado de la ventana. Es un gran departamento. Bueno, no grande, pero sí acogedor.

— Me gusta, Roggie —dijo Brian y tomó con delicadeza ambos de sus hombros para luego dejar un beso casto en sus labios—. Y creo que seremos muy felices aquí.

— Yo también —sonrió y lo abrazó para luego disponerse a hacer los trámites finales con la asesora.

Grown Up [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora