«47»

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— ¿Qué hora es? —preguntó Roger.

— Como las una de la mañana —respondió Brian.

— Vaya... ha pasado volando el tiempo... —dijo Roger—. Y mañana tengo clases.

— Yo también —respondió—. Pero prefiero hablar contigo y poder solucionar la discusión del otro día...

— ¿En serio?

— Por supuesto.

— Gracias —sonrió mirando su regazo.

— Lamento tanto haberte hecho sentir así... —suspiró Brian.

— No importa —respondió.

— De verdad —dijo—. Nos volveremos tóxicos y eso es lo que menos quiero.

— No vamos a ser tóxicos —aseguró y lo miró a los ojos para sonreírle levemente—. Podemos salir de cualquier situación así.

— Sí, lo sé —sonrió—. Rog... perdóname por favor.

— Está bien —accedió—. Solo no me culpes por todo y por favor no me obligues a hacerlo...

— Por supuesto que no, mi amor —dijo.

— Gracias —le sonrió y besó su mejilla.

— No es nada, bebé —respondió Brian y lo tomó por la cintura acercándolo a él. Cuando iba a besarlo, Roger puso una mano en su boca y levantó el dedo índice de la mano disponible.

— Espera —dijo, Brian logró sonrojarse y aquello hizo que el más pequeño soltase una sonrisa—. Déjame hacer algo primero.

Brian lo miró confuso, él se separó y salió de la habitación. Volvió al poco rato con el uniforme de rugby puesto. El mayor sonrió y dio una pequeña risa.

— ¿Qué se supone que estás haciendo? —preguntó.

— Arreglarme —respondió naturalmente.

— A veces estás loco, Roggie —dijo volviendo a tomarlo por la cintura.

— ¿Y eso te molesta? —arqueó una ceja y puso las manos tras su cuello.

— Al contrario, me encanta —respondió.

— Entonces por mí bien.

— Ya calla y bésame —dijo y lo besó en los labios apasionadamente. Fue correspondido y sonrieron, logrando sentir varias mariposas y cosquilleos en el acto.

Sabían que ya habían llegado a un acuerdo, el cual sería respetado, puesto que ambos cambiarían sus defectos por el bien de su relación.

Y tras separarse, volvieron a besarse, varias veces más, logrando que sus labios se hincharan y sus cosquilleos aumentaran.

Puesto que era más importante su amor que cualquier pelea y que cualquier obligación impuesta. Tenían su ritmo lento y con eso les bastaba.

Con besos Inocentes y abrazos de amor.

(...)

En aquel momento estaban en la sala de espera de una consulta psicológica. Roger había aceptado ir al psicólogo para superar sus traumas, o el hecho que a veces le costara confiar en los demás —cosa que no le sucedía con Brian—. Sabía que todo el proceso le ayudaría a salir adelante y sepultar totalmente los fantasmas de su pasado. O al menos no sentirse afectado por estos.

— ¿Sabes? —le dijo Roger mientras mantenía la cabeza apoyada en su hombro—. Creo que con lo que tengo ahorrado, podría pagar el alquiler de un departamento para el próximo año.

Grown Up [Maylor]Where stories live. Discover now