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Los meses habían pasado, ya tan solo quedaban unas cuantas semanas para las esperadas vacaciones, incluso ya habían acabado los exámenes, los dos habían aprobado.

— ¿No crees que quizás es tiempo de salir adelante? —preguntó Michael mientras caminaban devuelta de la clase de la célula.

— No, aún no puedo —respondió Roger.

— Vamos, Rog, han pasado más de cuatro meses, tienes que intentar volver a ser feliz.

— No puedo superar a mi ex novio, ¿bien? —dijo—. No estoy listo aún.

— Mira, estar solo en verano apesta, te lo digo por experiencia propia —dijo—. No quiero obligarte, pero al menos inténtalo, te haría bien.

— No sé...

— Rog, Brian... ya fue —dijo—. Lo que tienes que hacer ahora es velar por ti. Alguna vez en tu vida, hazlo.

— Sí he velado por mí...

— No, Rog, no lo has hecho —suspiró—. Cuando te teñiste el cabello y te vio llegaste sonriendo como idiota y luego te pusiste a llorar toda la noche.

— ¡M-Me dijo algo muy bonito y recordé cuando estábamos juntos! —se excusó.

— Sigues llorando en las noches.

— No es cierto...

— Sí, lo es —dijo—. Me doy cuenta.

— ¿Y qué más esperas que haga? ¡Fueron tres años! Tres años de mi vida que me los pasé junto a él. Y cuatro, no tres, que suspiré cada vez que lo veía, que sonreía como imbécil cada vez que me hablaba, que sentía ese... ese maldito hormigueo cuando pensaba en él, yo... no puedo superarlo así de fácil.

— Sé que es difícil, pero fue tu primer novio. ¿Quién sabe con quién terminarás?

— Yo sabía y pensaba que era con Brian —dijo.

— Lo sé... —suspiró.

— Mejor vamos a comer algo, muero de hambre —masculló y se amarró los mechones rojos en una coleta baja para intentar alejar el calor.

Caminaron hasta la cafetería, donde pidieron algo y prosiguieron a sentarse a comer.

Roger comía su hamburguesa en silencio, cuando alguien se le acercó.

— Hola, ¿cómo te llamas, hermosa?

— Me llamo Roger —se dio vuelta y el tipo se notó claramente incómodo, Michael casi escupe su refresco de la risa, sin embargo, se le escurrió un poco por la nariz.

— Oh, lo siento —dijo—. De todas formas, da igual, soy Edgar.

— Eh... ok.

— Lamento haberte confundido con una chica —rió.

— No importa, estoy acostumbrado —dijo—. Una vez me dijeron eso y estaba mi novio Bri-

Se interrumpió y guardó silencio repentinamente.

— ¿Novio?

— Ex... ex novio —se corrigió en voz baja.

— Ya veo —dijo Edgar y le pasó un brazo por los hombros, Roger lo miró molesto y se soltó.

— Con suerte sé tu nombre —dijo.

— ¿Qué tal si sabes más de mí? —preguntó—. Ven a cenar conmigo el viernes.

— No, gracias, tengo planes —mintió.

— ¿Qué hay del sábado?

— También.

Grown Up [Maylor]Where stories live. Discover now