5. Padre

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Barbablanca había ordenado hacer un gran banquete para celebrar la llegada de Yara a la tripulación. Todos estaban muy contentos, brindando, bailando y celebrando a su nueva nakama.

Yara no se había sentido tan feliz en mucho tiempo. Estaba contenta disfrutando junto a sus nuevos amigos, o más que amigos, familia.

Pero dentro de ella sentía una inseguridad muy grande a causa de su linaje. Mientras tomaba una copa de sake, pensaba que cuando su capitán se enterara de su padre y su abuelo, probablemente la echara del barco.

No sería nada agradable para él tener a la nieta de un marine en su tripulación, o a la hija de un enemigo.

-¿Pasa algo, pequeña? -la sacó de sus pensamientos Teach, uno de los hombres más antiguos de Barbablanca que había conocido momentos antes.

-No, nada. No te preocupes -le respondió Yara con una sonrisa.

-Yo te veía a ti bastante preocupada. ¿No estás cómoda?

-No, no es eso. Al contrario, me siento muy acogida aquí. Son solo recuerdos de la vida que estoy dejando que me aquejan un poco, nada de que preocuparse.

-Ah bueno -contestó el hombre mientras bebía una botella de sake- Eso es normal. Todos cuando tomamos la decisión de zarpar nos ponemos tristes, extrañamos nuestra vida en tierra. Pero confía en mi, las aventuras que tendrás desde ahora serán tus mejores recuerdos. ¡No hay nada mejor que la vida del mar! ¡Zehahahah! -rió- Tu tranquila. Que navegando vas a cumplir todos tus sueños y dejarás atrás todas tus inquietudes. ¿Brindemos? -alzó su botella.

-Brindemos -chocaron sus bebidas- Muchas gracias Teach, de verdad lo aprecio.

-De nada pequeña, puedes hablar con Padre si necesitas más consejos. Como novata en el mar te va a costar comenzar, ¡Pero tienes el apoyo de todos y el mío también! -dijo mientras se alejaba para coger un pastel de cereza y comerlo efusivamente.

Siguió compartiendo con sus nakamas, la fiesta estaba realmente buena y todos estaban pasándolo bien.

-Muy bien -llamó la atención de todos Barbablanca, provocando un silencio para que todos oyeran- Hijos míos, ha sido una fiesta espectacular, gracias a todos por celebrar a nuestra nueva nakama. Quiero pedirles desde ya que la respeten, no sean unos sucios pervertidos y véanla como una compañera más. Yara va a ser mi enfermera personal desde el día de hoy, y quiero que reciba el mejor trato que puedan darle o se las verán conmigo. Y bueno, continúen la fiesta con cuidado y no se descontrolen demasiado. Este viejo se irá a la cama. ¡Buenas Noches!

-¡Buenas noches Padre! -dijeron todos al unísono.

Yara observó al viejo, pensando en las diversas reacciones que podría tener al revelarle sobre su familia.

Lo siguió de cerca.

Para poder hacerle su chequeo antes de dormir. Llegaron a la habitación, el se acostó y Yara procedió a hacer revisión de sus signos.

-¿Cómo lo has pasado? -preguntó.

-Muy bien, hace mucho no me divertía así -respondió Yara contenta.

-Y este es solo el comienzo, siempre tenemos fiestas a bordo. Buscamos motivos para celebrar -río- pero siempre estamos alegres y cercanos, somos una familia.

-Nunca pensé pertenecer a una tripulación así, o más bien, una familia -sonrió.

-Siéntete como en casa, mi niña.

-Muchas gracias -dijo Yara mientras terminaba la revisión. -Está todo en orden, el tratamiento sigue progresando.

-Me alegra oírlo. Me siento mucho mejor -declaró el viejo.

-Y mañana espero que te sientas mejor aún -le sonrió- Eso es todo, buenas noches. -dijo mientras se disponía a salir de la habitación.

-Descansa, hija.

Esas palabras punzaron en su estómago.

Salió y emprendió camino de vuelta a la fiesta.

Intentó seguir conversando con sus nakamas, algunos estaban un poco ebrios, otros más o menos y algunos ya dormían en el suelo.

Pasó una hora, o dos. Pero el pensamiento de duda y culpa invadía a Yara y no podía sacársela de encima.

-¿Estás bien? -se le acercó Marco.

-Sí, sí. Solo me está dando un poco de sueño, pero  estoy bien. -respondió.

-Si, yo también un poco -rió- Creo que me tomaré la última copa de sake e iré a dormir ¿Me acompañas?

-Ya he bebido bastante, no quiero emborracharme mi primera noche a bordo -dijo Yara soltando una risa.

-Bueno, es la segunda -rió Marco.

-jajaj, creo que me iré a dormir ahora, gracias Marco -se despidió Yara.

-No agradezcas nada, siéntete en casa y en familia -le dijo y la abrazó.

Yara se fue rumbo a su habitación, pero se detuvo fuera de la puerta de Barbablanca y la miró por un largo rato, debatiéndose sobre que debía hacer.

Finalmente, tocó la puerta.

-Adelante -escuchó que le decía desde dentro.

-¿Te desperté? -dijo Yara asomando su cabeza por la puerta.

-No, no he dormido. Se me hace algo difícil con el ruido de la fiesta -dijo riendo.

-Vaya, me siento culpable -confesó Yara- después de todo la fiesta es por mi.

-De eso nada, ya estoy acostumbrado -le respondió tranquilo- Entra, ¿Que ha pasado?

-Em, ¿tienes un minuto? -le preguntó la chica, nerviosa.

Al notar su nerviosismo, el viejo se preocupó.

-¿Estás bien? ¿Te ocurrió algo? -preguntó intrigado.

-No, nada. Solo quiero contarte algo. -dijo mientras se sentaba en un borde de la cama.

-¿Es malo?

-S-sí. Creo que sí. Es algo importante.

-Te escucho.

-Pues, hay ciertas cosas sobre mí que debes saber...

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-Vaya, que sorpresa.

-¿No vas a echarme? Es tu enemigo.

-Yara, aquí no importa de quien eres hija o quien es tu familia, todos somos hijos del mar -le explicó.

Yara abrió los ojos como platos.

-¿Hablas en serio?

-Claro, me preocupa más que pueda decir el. Pero conociéndolo, dudo que se moleste en serio.

-¿No te molesta a ti?- dijo sorprendida.

-En absoluto. Cuando te vi tan nerviosa me preocupé, pensé que alguien te había tratado mal o algo más importante. Esto es una banalidad.
Pero por favor, que tu abuelo no venga a armar un escándalo en mi barco, guarara -rió.

Yara no daba crédito a lo que oía.

-Espero no te moleste que te trate de hija, y que me aceptes como Padre.

-No me molesta, Padre.

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