15. Templo

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Hicimos una especie de "entrada heroica" al templo los tres.

Debimos vernos bastante idiotas -pensó Yara.

Porque no había nadie.

Solo un largo, antiguo y decorado pasillo.
Comenzaron  a caminar mirando atentamente a nuestro alrededor, muy alertas en caso de cualquier ataque.

En el largo pasillo, habían decoraciones como pedestales con flores, con vasijas y restos de armaduras. También habían lienzos con kanjis y pinturas muy antiguas.
Sinceramente, era muy bello.

-Baaaah -interrumpió Ace bostezando- ¿No hay trampas ni nada? Que aburridos.

-A decir verdad, no esperaba que la seguridad fuera tan nula -respondió Yara- Más si sabían que entraría alguien.

-Creo que sobrestimamos a estos idiotas -dijo Ace.

Ren permanecía callado, solo mirando a su alrededor nervioso.

De pronto, Yara dejó de caminar.

-Escóndanse, ¡Rápido! -les ordenó a los otros dos.

Ace y Ren se escondieron rápidamente tras unos pedestales.

-¿Hola? -dijo Yara, esperando respuesta. Había sentido unas presencias acercándose gracias a su desarrollado haki.

De pronto, aparecieron dos hombres con túnicas blancas. Caminando serena y coordinadamente.

-Buenas, ¿Usted es quién solicitó ver a Meri-sama? -preguntó uno de ellos.

-Sí -respondió Yara saludando con una reverencia- Agradezco su bondad al dejarme entrar, estoy en busca de iluminación, quiero darle a mi vida un sentido nuevo.

-Bien, acompáñenos.

Yara caminó junto a los misteriosos hombres, sintiendo al mismo tiempo las dos presencias que los seguían a mediana distancia, escondidos y sigilosos.

Finalmente, llegaron donde Meri. Era un hombre de unos treinta años, tez blanca y pelo oscuro como sus ojos.

-Meri-sama -los hombres le hicieron una reverencia- Le traemos la mujer que desea conocerlo.

Meri la miró de pies a cabeza, sonriendo coquetamente y mordiéndose sutil el labio.

-Meri-sama -saludó Yara haciendo una reverencia- Es un placer y un honor poder conocerle.

-El placer es mío -respondió Meri- Dejadme a solas con ella -ordenó a sus sirvientes.

Una vez salieron, continuó.

-Puedes arrodillarte en ese futón, siéntete cómoda -le dijo- Dime tu nombre.

-Gina -mintió- Nací en un pequeño pueblo cercano a Nanohana, en Arabasta.

-Interesante, cuéntame sobre ti.

Yara (o Gina) comenzó a contarle toda su falsa historia previamente inventada bajo la atenta mirada de Meri.

Le contó que creció en su pueblo natal y que su madre falleció de una enfermedad cuando ella era pequeña, y su padre, quien nunca tuvo mayor afecto por ella, murió en un guerra. Quedándose sola por  años en Arabasta y que finalmente llegó a Shinjira hace un par de meses buscando una mejor vida.

Paralelamente, Ace y Ren (o más Ace que Ren) dejaron inconscientes a los dos hombres que habían salido luego de que se les ordenara. Escondieron los cuerpos tras unos pilares y se quedaron escondidos justo fuera de la gran habitación donde se encontraba Yara, quien ya terminaba de contar su falsa historia de vida.

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